La historia de la Canadá que se clasificó para el Mundial de México’86 a pesar de que muchos de sus jugadores se dedicaban al fútbol-8 indoor

Canadá no es una potencia futbolística, pero muchos de los cuarentones que hoy -nostálgicos casi por imperativo categórico- disfrutamos del fútbol retro la recordamos en un Mundial. En su único Mundial, hasta que hace un rato se clasificaran para el segundo, que jugarán este invierno en Catar.

En el álbum de cromos de Panini apenas le dedicaban una cara, el espacio destinado a las selecciones más flojas. Entre los dieciséis inmortalizados un calvo con barba llamado Bruce Wilson sin equipo conocido (y que era el capitán), Bob Lenarduzzi junto a Tino Lettieri (portero nacido en Italia y que ponía siempre un pájaro de peluche junto a su portería) y otros dos señores llamados George Pakos e Igor Vrabic (que además ponía que había nacido en Bratislava). La multiculturalidad de ese grupo de futbolistas, entonces bastante singular, me llamó la atención a los ocho años. Y casi 35 después tampoco me ha dejado indiferente el escudriñe de cómo llegó a aquel Mundial mexicano.

Página dedicada a Canadá en el Álbum de Panini de México’86

La historia del fútbol canadiense es magra en éxitos, pero puede presumir de contar con un club que ganó una medalla de oro (o no, pero eso parece). El Galt FC representó a Canadá en los Juegos Olímpicos de 1904 en Saint Louis y se cree que quedó campeón tras imponerse a los americanos clubs Christian Brothers (0-7) y Saint Rose (0-4). 

Aquello quedaba muy lejos en los ocho del siglo pasado. La clasificación automática de México para el torneo hacía que la lucha por la otra plaza de la que disponía la Concacaf para el Mundial quedara más abierta. Canadá ya estuvo cerca de clasificarse para España’82, pero la pifió en el último partido ante Cuba permitiendo así que Mágico González y su El Salvador deslumbraran -más el jugador que la selección- en nuestro país.

Los canadienses, además, llegaron hasta cuartos de final en los Juegos de Los Ángeles en el 84, pero precisamente el fútbol norteamericano les podía haber arruinado sus planes para el Mundial. La mayoría de los jugadores del país de la Hoja de Arce militaban en equipos de la NASL -Liga de Estados Unidos- y esa competición había parado en octubre del 84… y nunca más volvería. Así que muchos de ellos, para no perder ritmo de competición, se enrolaron en conjuntos de la Major Indoor Soccer, un deporte similar al fútbol sala, pero en el que la pelota nunca sale del campo y se apoyan en las paredes. El seleccionador de aquella Canadá era el británico Tony Waiters, que encontró su lugar como técnico en aquel país tras su éxito en los Vancouver Whitecaps.  

En la primera ronda clasificatoria tuvieron fortuna porque Jamaica, su rival, fue desclasificada por la FIFA. Las dos siguientes rondas iban a ser sendos triangulares. En el primero tenía como rivales a Haití y Guatemala. Ganó con autoridad en casa a Haití y Guatemala como local y de visitante empató con Guatemala y venció otra vez a Haití.

En el triangular definitivo se las vería con Honduras y Costa Rica (que se había cargado a Estados Unidos). La cosa empezó regular para los canadienses porque empataron sufriendo con Los Ticos como locales (gracias a un gol de Paul James). Una semana más tarde, en el Tiburcio Carías Andino de Tegucigalpa los Canucks dieron un golpe de efecto merced a un gol de George Pakos, que había sido descartado pero entró en la convocatoria por la lesión de otro compañero. El 0-1 final y el posterior empate a cero en San José dejaba el pleito entre hondureños y canadienses.

Un empate bastaba al equipo de Waiters, que decidió emplazar a su rival para ese choque en el pequeño Estadio Parque Jorge V de San Juan de Terranova (el campo más antiguo del país). Muchos aficionados hondureños se equivocaron de Saint John y se fueron a otro en New Brunswick que no tenía nada que ver con el Saint John de Terranova donde se jugó ese encuentro crucial. No obstante, los que sí acertaron fueron bien acogidos por el público local.

El frío de esa región tan septentrional resultó determinante para la suerte final del choque. Los catrachos, abrigados con guantes, sufrieron mucho y terminaron perdiendo por los goles de Pakos y de Vrablic. Ese 14 de septiembre de 1985 entró en la historia del fútbol canadiense. El calvo capitán Bruce Willis levantó el trofeo que le acreditaba como campeón de la Concacaf y que les daba derecho a jugar el siguiente Mundial. No habían perdido ninguno de los ocho partidos que disputaron para tal fin.

El sorteo para la Copa Jules Rimet no fue benévolo, desde luego. Sus rivales en el grupo C fueron la Francia de Giresse, Rocheteau, Luis Fernandez, Amoros, Bats… y Platini, la URSS de Zavarov, Blokhin, Protasov, Aleikinov y Dassaev y otro clásico europeo como Hungría (en la que militaba Jozsef Szendrei).

Ni la intensa preparación física en Colorado les permitió ganar. Pero sí competir con dignidad.

El lateral derecho Bob Lenarduzzi contó que mientras iban en el autocar hacia el primero de sus partidos en el torneo – el 1 de junio en León, Guanajuato, contra la entonces campeona de Europa, Francia- los aficionados mexicanos les hacían gestos con la mano: “Nos decían que el resultado iba a ser diez a cero. Nosotros pensábamos… bueno, va a ser divertido”. Al final no fue para tanto. 1-0 por un gol de Papin en el 79’.

El sueño terminó cinco días después ante Hungría. Esterhazy y Detari eliminaron a los canadienses en Irapuato cuando todavía les quedaba una jornada por jugar.

El propio Lenarduzzi pudo haber hecho rica a mucha gente si hubiera marcado la ocasión más clara que tuvo Canadá de haber marcado en su única participación mundialista. Muchos habían apostado a favor y en contra de que los canadienses anotarían al menos una vez en ese torneo. Y Lenarduzzi estuvo cerca. Fue ante la Unión Soviética. Un saque de esquina le quedó perfecta junto al área pequeña, pero entonces recordó que su naturaleza era evitar goles y no marcarlos: “Entré en pánico y golpeé sin fuerza”. Ese último choque terminó 2-0 (marcaron Blokhin y Zavarov). Un buen tanteo si uno recuerda que la URSS le había metido seis a Hungría. Eso sí, en ese choque y en una supuesta jugada ensayada lanzaron una falta contra su propia barrera, algo inaudito incluso en el fútbol ochentero.

A pesar de todo lo exhibido en 1986, Lenarduzzi reflexionaba para el canal de la FIFA: “No hubo un legado significante por habernos clasificado, por desgracia. Todo lo que creció el fútbol en Estados Unidos, no lo ha hecho en Canadá”.

Esa historia cambió esta misma noche. Con su victoria 4-0 ante Jamaica ha cerrado su holgada clasificación para el Mundial de Catar de este invierno. Esperemos que, esta vez, la semilla que siembren sí dé sus frutos. En hojas de arce, claro.

Fuentes:

https://www.tycsports.com/eliminatorias/canada-qatar-2022-mexico-1986-fifa-concacaf-id418655.html

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