Durante los años setenta hubo un jugador en el centro del campo de la selección mexicana que lucía un pelazo afro a lo Bobby Farrell y una poblada barba que le hacían perfectamente reconocible para los aficionados locales y para aquellos que le veían por primera vez en torneos internacionales.
Leonardo Cuéllar, tal era su nombre, nació en México D.F. en 1954 y con 18 años llegó al club de la Universidad Autónoma de México -popularmente conocido como Los Pumas- para suplir a un grande de aquel fútbol como el Ganso Aarón Padilla. Cuando Cuéllar se estrenó con el club universitario era conocido como “El Tucán” o “Cyrano de las canchas” por su prominente nariz, pero conforme fue dejándose crecer el pelo como signo de rebeldía se le acabó llamando “El León de la Metro”. Un mote que le puso el locutor Ángel Fernández.

Cuentan que pronto su impresionante planta y su calidad le convierten en imprescindible en el centro del campo la UNAM y así llegó a formar parte de la selección mexicana que en el 72 logra incluso igualar a Alemania en los Juegos Olímpicos de Múnich. Cuéllar marcó el tanto de ese 1-1 que, a la postre, no le sirvió de mucho a ese combinado que en esa segunda fase del torneo fue goleado por la R.D.A. (7-0) y también superado por Hungría (2-0).
Su estilo de vida iba en consonancia con su aspecto contracultural. Se casó con una americana llamada Tammy que conoció en Acapulco y juntos montaron un negocio de ropa de diseño allí. Tenía en su casa diez perros afganos -hay fotos en las que parece que mimetice con el peinado de su can-, un chow-chow, un siamés e incluso una leona. Nunca se cortó ante los medios y siempre expuso su pensamiento sin ambages.
Estaba, por otra parte, en el club adecuado. Los Pumas -fundados en 1954- encarnan el espíritu rebelde y universitario y siguen la filosofía de jugar con futbolistas jóvenes, que introdujo en el club -como el concepto “cantera”- el legendario Renato Cesarini -el de la zona Cesarini-.

Cuéllar militó en la UNAM entre el 73 y el 81, logrando los primeros dos títulos (Copa y Liga) de la historia de los Pumas. El campeonato de Liga del 77, como coincidió con una huelga del Sindicato de Trabajadores de la Universidad no lo pudieron celebrar en su hogar del OIímpico Universitario.
En el 78 Cuéllar y su compañero de equipo, el prometedor Hugo Sánchez, tuvieron que dejar a Los Pumas antes del final del campeonato para ayudar a su selección en el Mundial de Argentina. Ese torneo había suscitado mucho interés en el país centroamericano porque su selección había logrado el subcampeonato en el Mundial juvenil de Túnez y se había paseado en la ronda final de la CONCACAF por acceder a ese campeonato, en la que actuó como local (Cinco victorias en otros tantos partidos).
Sin embargo, en sus partidos en Rosario y Córdoba estuvo muy lejos de dar la talla. José Antonio Roca, el entrenador, auguró antes del torneo que “ganaremos a Túnez, empataremos con Polonia y perderemos con Alemania”. Únicamente acertó en lo último. Túnez derrotó al Tri 3-1 y se convirtió en la primera selección africana en ganar un partido en un Mundial; Alemania le metió 6 a los mexicanos y hubo una anécdota en ese partido porque el meta titular José Pilar Reyes tuvo que ser suplido por lesión cuando le habían metido ya tres goles y al acabar el choque le preguntó el resultado a quien le dio el relevo. Pedro Soto le dijo que habían empatado: “A mi me metieron tres goles y a mí también”. Sigue siendo la peor derrota en un Mundial para México hasta la fecha. Para rematar la faena, Polonia también les marcó otros tres.
Lo mejor de ese combinado que terminó como la peor de todas las participantes fue, sin duda, su camiseta marca Levi´s. Fue la única vez que la famosa marca de vaqueros vistió a un equipo de fútbol y se lució.
Cuéllar, que era una de las estrellas de esa selección, perdió parte de su crédito en su país y –aunque parece que tuvo una oferta del Atlético de Madrid- acabó emigrando a la NASL para enrolarse en el San Diego Sockers y así compartir competición con leyendas como Cruyff, Pelé y Beckenbauer.
En el 81 regresó a su país para fichar por el recién ascendido Atletas Campesinos de Querétaro. Un equipo que resultó rompedor en México porque en su primera temporada en la élite decidió lucir en su camiseta un icónico tractor gigante. La Federación Mexicana -que conocía de los tratos de la empresa John Deere con el dueño del equipo Armando Presa– quiso castigarles porque entendían que violaban el reglamento que prohibía la publicidad. Los curiosos Campesinos de Querétaro apenas duraron una temporada con tal nombre, se mudaron a Tampico y Cuéllar volvió a Estados Unidos para acabar su carrera en el San José Earthquakes y los San José Nomads.

Tras su retiro, el peludo centrocampista se quedó a vivir en California para completar sus estudios en psicología y trabajar durante tres lustros en las universidades de San Diego y California.
Las últimas noticias que se tienen del futbolista hippy no son tan amables. Cuéllar aceptó el cargo de técnico de la selección femenina de México, con la que compitió en tres Mundiales y los Juegos Olímpicos de 2004. En 2015, dos jugadoras internacionales mexicanas, Bianca Sierra y Stephany Mayor, le acusaron de homofobia. Cuéllar dio una charla durante el Mundial en la que, sin referirse a ellas dos, dijo que “A mí no me importa si son novias o no, pero no las quiero ver ahí agarradas de la mano o haciendo desfiguro”. Sierra y Mayor jugaron el Mundial tras recibir el apoyo de sus compañeras, pero cuando acabó dejaron definitivamente la selección.
Es la otra cara, la fea, de un futbolista que reflejó en su aspecto y en el campo el sentir de unos años rompedores.
Fuentes:
https://www.mediotiempo.com/futbol/liga-mx/atletas-campesinos-pionero-mercadotecnia-futbol-mexicano
https://gloriaspasadas.wordpress.com/2010/11/04/leonardo-cuellar/