El Mundial lo ven quienes saben de fútbol y quienes apenas sienten curiosidad por él. Eso ahora. Antes, cuando los mentirosos highlights de los representantes no circulaban por youtube ni existían esos satélites prodigiosos que captan hasta televisiones de países que uno no sabe que existen… antes de todo eso, digo, el Mundial era un escaparate para que jugadores de campeonatos o equipos menores expusieran todo su talento y así seducir a entidades mayores que veían oro en sus piernas. Y, claro, los equipos que confiaban en jugadores por tres o cuatro partidos a veces acertaban y otras…
España solo ha albergado un Mundial. En 1982 todo el país se aferraba al Naranjito y los trajes de El Corte Inglés de sus seleccionados para obviar la complicada situación política. El resultado final fue brillante en líneas generales en lo organizativo y humillante en lo deportivo.
Y los equipos de Primera y Segunda de aquella época quisieron pescar joyas de entre las 24 selecciones en concurso. Souvenirs más o menos económicos en función del potencial, claro.
El Real Madrid, por ejemplo, firmó ese verano del 82 a Sandokán Juan José. El zaguero había brillado en el Elche primero y, sobre todo, en el Cádiz e incluso había sido elegido por Santamaría en la preselección de cuarenta jugadores para el torneo. El fichaje del peludo futbolista, reconocible por su cinta alrededor de su cabeza, costó cincuenta millones de pesetas y fue una venganza de los merengues por el del mauritano Gerardo por el Barcelona, que parece ser que había negociado con el Madrid. Irigoyen, a saber por qué, prefirió vendérselo al conjunto capitalino. Juan José tuvo un rendimiento más bien discreto en el Real y apenas llegó a ser cuatro veces internacional con la absoluta en toda su carrera. Volvió a su Tacita, donde se siente más dichoso.
Peor le fue a sus vecinos con el internacional francés Jean François Larios. El Atlético le contrató después de que tuviera que abandonar la concentración de su selección por un problema personal con Platini -lío de faldas-, pero el francoargelino de raíces malagueñas ni llegó a debutar como colchonero. Una parte de la historia habla de una enfermedad de su hijo en su país, la otra, más dura y contada por él mismo en una autobiografía, reduce el asunto a la adicción que tenía Larios al captagon, una sustancia dopante.
En Barcelona sí brillaron dos jugadores inolvidables que recalaron en sus dos equipos más representativos después del Mundial. De Maradona y de N`Kono poco se puede contar que no se haya escrito ya. Aunque el argentino decepcionó un poco en su primer Mundial, el camerunés deleitó ante Italia –“Il Zamora nero”, lo bautizó La Gazzetta– y hubo hasta una disputa entre Racing y Espanyol para hacerse con sus servicios. Curiosamente, su estreno liguero fue ante los cántabros. También a la Ciudad Condal se mudó el ya consagrado Perico Alonso -padre de Xabi y Mikel- después de haber disputado todos los minutos del torneo posibles con España siendo futbolista de la Real. Tres temporadas más tardes salió del club rumbo al Sabadell.
Precisamente gracias al Barcelona, otro equipo que pescó a través del Mundial fue el Real Valladolid. Los azulgrana se habían fijado en el chileno Pato Yáñez quien, después de ser el acompañante de Caszely en el ataque de su selección el torneo, se negó a regresar a su modesto club Quillota en su país. Así que ante el peligro de que su club le declarara en rebeldía y Yáñez fuera sancionado, el empresario Josep María Minguella le ofreció hacer la pretemporada con el Barça. Ante la competencia brutal y la escasez de plazas para foráneos de la época decidió, a 72 horas del comienzo de la liga, escapar del Barcelona Atlético para sumarse al Valladolid. En Zorrilla, a pesar de no manejar cifras goleadoras muy elevadas, dejó un gratísimo recuerdo y formó parte de la plantilla que ganó la Copa de la Liga, único trofeo hasta el momento de los pucelanos.
Pero si hubo un par de selecciones que llamaron la atención por lo exótico en el Mundial del 82 fueron Honduras y El Salvador. Y ambos combinados dejaron jugadores en nuestro país tras el torneo. Al C.D. Málaga, por ejemplo, llegó el catracho Allan Anthony Costly Blyden, un defensa que apenas sumó seis encuentros en el conjunto de la Costa del Sol y con el que se entendía muy bien Arzú, meta que sorprendió en el torneo y al que fichó el Racing (pagando al Atlético España, que era su club) como solución ante la fuga de N`Kono. El meta comenzó bien la temporada y fue titular… hasta que el Madrid le metió cinco y el Barcelona cuatro de manera consecutiva. Arzú se quejó de los balones que usaba en los entrenamientos el Racing y de lo fuerte que chutaban en nuestra liga. En El País le catalogaron de “excelente comedor de rabas”. El técnico Moruca le devolvió la titularidad al mítico Alba, pero el Racing descendió igualmente como colista. Arzú, como Blyden, no siguieron en España.
También formaron parte de esa mítica selección que fue capaz de empatar con España e Irlanda del Norte y de quedar eliminada por un penalti en el 88’ ante Yugoslavia tanto el Macho Figueroa -que firmó por el Real Murcia entonces en Segunda, aportó catorce goles a su ascenso y luego mantuvo unas importantes cifras anotadoras en las cuatro siguientes campañas– y el autor del gol a España, Zelaya. Lo del “Pecho” Zelaya -tal era su apodo- es curioso. El jugador se convirtió en un ídolo en su país -le contó a la BBC que ese tanto “marcó” su vida después- y firmó por el Deportivo. Sin embargo, no llegó a debutar con los albiazules por una lesión de rodilla que le hizo retirarse del fútbol a los 24 años. Hoy se dedica con su familia al cultivo del café.
Y qué decir de los dos representantes que dejó El Salvador tras ser masacrada por Hungría (10-1) y vencida por Bélgica y Argentina. Uno fue Mágico González y el otro, Huezo, quien le quitó el dorsal diez en la selección. Mágico llegó a jugar en unas exhibiciones con el Barcelona al lado de Maradona (y a parecer incluso mejor que el Pelusa). Fichó en el Cádiz porque se enamoró de la paz de su gente y sus playas. A Huezo le apodaban el “Pajarito” y no pasó de jugar en el Palencia primero y en el Cartagena después. A su juicio, el número diez en el fútbol “significa ser el líder, la manija, el que da la pausa, el que pone el ritmo en los partidos, el que impone carácter. O sea, reúne condiciones de jugador especial. Y ahora, 2017, no los hay”.
Nombres propios, más o menos reconocidos, a los que un Mundial les cambió la vida. ¿A cuántos les cambiará la vida Rusia 2018?
Fuentes:
http://www.marca.com/futbol/atletico/2017/11/15/5a0c931e22601dc5038b458b.html
https://elpais.com/diario/1982/05/25/deportes/391125612_850215.html
https://www.vavel.com/es/futbol/2012/01/26/espanyol/80409.html
https://pucelafichajes.com/2017/11/pato-yanez-explica-fichaje-real-valladolid/
https://elpais.com/diario/1982/11/30/deportes/407458808_850215.html
http://www.laprensa.hn/deportes/691904-97/cuando-yo-pateaba-la-condomina-vibraba