El 24 de septiembre de 1983 el “jugador fastidiosamente viril apellidado Goicoechea” (así le denominó Mundo Deportivo en su crónica) se cargó a Diego Armando Maradona con una brutal entrada a su tobillo derecho en un Barcelona-Athletic que ya en ese minuto 59 estaba casi resuelto. Menotti, que era el entrenador de aquel Barça, tenía que buscar un sustituto para los tres meses y pico de recuperación que precisaba el maléolo del peroné del Pelusa. Y creyó ver a un Maradona en su filial.
Se trataba de Jorge Luis Luján Gabrich, un joven entonces de veinte años que había sido firmado para el Barcelona Atlètic por recomendación del propio Menotti procedente de Newell´s Old Boys. Formó parte de la albiceleste que quedara finalista del Mundial sub-20 anotando 4 goles en ese campeonato (fue bota de bronce del torneo).
El propio jugador reveló a Kaiser Magazine cómo fue su fichaje por el Barça: “Odriozola fue a ver ese Mundial y llevó los informes al Barcelona, también ayudó el hecho de que César Menotti fuera el entrenador para recomendarme. La verdad es que tenía muchas expectativas, pero era muy joven y quizás necesitaba más adaptación, jugué pocos partidos en el Barcelona Atlètic y los pocos minutos que jugué con el primer equipo no fueron suficientes para demostrar que podía hacerlo mucho mejor, incluso el Barcelona me tenía que haber prestado a algún equipo en España, para foguearme ahí y no regresar a Argentina”.
Lo cierto es que en octubre, y según las crónicas de la época, Gabrich no destacaba especialmente en nada. Es decir: no parecía un gran goleador, ni tampoco un mediapunta genial, ni un extremo veloz.

De hecho, en el filial blaugrana que entrenaba José Luis Romero apenas llegó a anotar un gol –intrascendente, además, en una derrota 4-2 en Cartagena y en el minuto 91-, por lo que la fe ciega de El Flaco en el futbolista parecía a todas luces exagerada.
Es más, una vez que la ficha de Maradona ya se había retirado por lesión de larga duración (en aquella época, ay, solo podían jugar dos extranjeros por equipo) se especuló con que Gabrich debutara en un Clásico. No lo hizo, el Barcelona palmó 1-2 y Menotti llegó a decir la boutade siguiente a posteriori: “si llega a estar Gabrich el sábado, hubiéramos marcado dos goles más”.
La expectación, claro, aumentaba sobre todo por el deseo del Barcelona de ganar una Liga diez años después de la última y de encontrar un consuelo por la lesión de Maradona.
Así que, finalmente, Gabrich debutó en Valencia con el primer equipo barcelonista un nueve de noviembre del 83. Justo el mismo día que Maradona –en un vuelo en el que también iba Jorge Vestrynge según apunta la prensa como dato curioso- se marchaba a Argentina para seguir recuperándose. El Barcelona ganó 2-4 y se colocó líder. Gabrich tuvo 18’ en los que, según Menotti “cumplió”. Sin más. Mundo Deportivo fue un poco menos suave que el técnico y dijo que el sustituto de Maradona pasó “completamente desapercibido”.

Una semana después, Gabrich volvió a gozar de una oportunidad. Esta vez en el Camp Nou. 26 minutos para romper un 0-0 ante la Real Sociedad de Larrañaga, Górriz, Gajate y Zamora. No hizo nada. Tal fue la cosa que el mítico Arconada contó al final del partido –eran otros tiempos menos políticamente correctos- que el Barcelona sin Maradona “no podría ser campeón”. El pobre Gabrich, por su parte, reconoció que su juego “no pasó de discreto, pero era imposible hacerlo mejor ante un rival tan cerrado”. De paso, apuntaba que seguiría trabajando para tener oportunidades.
No las tuvo. 44 minutos fue su bagaje en el Barcelona y 270 en el Barcelona Atlètic. No volvió a jugar de blaugrana en partido oficial. Siguió, eso sí, durante diez años su carrera en Vélez, Instituto de Córdoba, Stade Reims, Newell´s, Irapuato, Veracruz y los Tecos. Quizá, eso cuenta él, llegó demasiado pronto al Barcelona.
¿Esto es todo lo que se puede contar de Gabrich? No, porque el argentino disputó un postrero amistoso el jueves 8 de diciembre con el Barcelona. Fue ante el modesto Hospitalet y acabó 2-5. Jugó los noventa minutos y hasta marcó un gol tras una jugada entre Pedraza y Pichi Alonso, pero las crónicas –que ya no le perdonaban una- contaron que “luchó con escaso acierto” (lo peor que se puede decir de un crack en ciernes). La estrella de aquel choque para los blaugrana fue “Calderer” (así denominó Mundo Deportivo al entonces joven y luego internacional Ramón María Calderé). Y, claro, el partido dejó otra perla. En el Hospitalet debutaba un joven centrocampista que anotó el 2-2 con un remate “espléndido y frío”, según la crónica que pude leer. Su nombre deportivo era Sandro. Su apellido, Rosell. Apenas jugó dos partidos más con el Hospitalet, pero unas décadas más tarde se convertiría en el presidente del F.C. Barcelona.
P.S. Tal vez les suene el apellido Gabrich si son extremeños, porque Jorge Gabrich es hermano de Iván, delantero que fue de Mérida y Extremadura en sus años grandes y también del Mallorca.
Fuentes
https://elpais.com/diario/1983/10/25/deportes/435884410_850215.html
http://cathonys.blogspot.com.es/2013/12/jugadores-que-han-jugado-en-el_6.html
http://www.kaisermagazine.com/entrevistas/entrevista-jorge-gabrich-maradona-barcelona-newells/
https://www.taringa.net/posts/deportes/11478484/Nota-a-Gabrich-ex-jugador-del-FC-Barcelona.html
Un comentario sobre “La historia de Gabrich, el repuesto fallido de Menotti para Maradona, y del día que Sandro Rosell le marcó un gol al Barça con el Hospitalet”