El cardo es la flor nacional de Escocia. Según la leyenda, las espinas de esta flor sirvieron de freno en una ocasión a un ataque vikingo. Las espadas de los rudos hombres del norte resultaron inútiles ante esta modesta pero incómoda planta. Así que los primeros escoceses, agradecidos, la elevaron a la cumbre del reino vegetal y se la colocaron como emblema. Hoy su selección de rugby, por ejemplo, es el XV del Cardo. Y no les da vergüenza ni se sienten mal. Umberto Eco ya contó en su Historia de la Belleza que “la belleza nunca ha sido algo absoluto e inmutable, sino que ha ido adoptando distintos rostros según la época histórica y el país”.
Bien, después de este prólogo, seamos claros: el Córdoba ha de venerar al cardo. Se ha evidenciado en estas semanas de cierta zozobra que funcionamos mucho mejor cuando nos convertimos en sólido yunque que cuando tratamos de ser martillo; que un 4-4-2 alegre nos ha conducido demasiadas veces por el camino de la melancolía; que en el centro del campo la fortaleza nos sienta mejor que la técnica; que a intercambio de golpes hemos salido perdiendo demasiadas veces.
Que, en resumidas cuentas: no podemos pedir a este equipo que tenga la posesión, juegue bien y gane los partidos (básicamente porque sería pedirle peras al olmo). Nos debe sobrar y bastar con que demuestre lo de Ponferrada: marcar primero, luego orden y concierto durante (casi) todo el partido, intensidad y más pegada para dar el toque de gracia. Así, tendremos muchas opciones de sumar los tres puntos ante Osasuna.
Sobre todo porque el rival, un histórico al que una tropa de maleantes casi hunden, no atraviesa un buen momento. Basó su éxito durante la primera vuelta en el entusiasmo de sus jugadores más jóvenes y en la calidad de sus veteranos. El pelotazo y tentetieso que proponía Enrique Martín, unido a un feudo entusiasta y caliente como el Sadar, le sobró para convertirse uno de los aspirantes al ascenso. Sin embargo, conforme avanzaron las semanas a Osasuna le fueron pillando el truco. De los últimos ocho partidos, apenas han ganado dos –y a Huesca y Llagostera- y se han quedado sin marcar en cuatro de ellos. No obstante, la imagen que dieron ante el Zaragoza el pasado fin de semana fue buena y merecieron ganar. Cuentan con Nino en punta (aunque como ha estado resfriado tal vez juegue Urko Vera) y con Roberto Torres en el centro del campo (tocado también, por lo que podría suplirle Mikel Merino, que le costó cinco kilos al Borussia Dortmund y que está cedido a los rojillos). Es un rival directo, aunque ahora mismo marche octavo, porque está a apenas tres puntos.
En la convocatoria, Oltra ha dejado fuera al renqueante De Tomás junto a Caballero y Dalmau. Vuelven Florin Andone, Luso y Pineda. Los cambios llegarían –de llegar- del centro del campo en adelante. Lo normal sería que Luso y Eddy o Markovic ocupen el doble pivote y que Andone acompañe a Xisco, pero lo mismo no tanto en un 4-4-2 como en 4-2-3-1.
Ya se verá. Todo será bien empleado si el cardo pincha el sábado (y que el público de El Arcángel entienda que Segunda es un camino de espinas y no de rosas).