tEl Club Atlético Osasuna –Osasuna significa salud en vasco, por cierto– es un clásico del fútbol español. Una de las cuatro instituciones –las otras son Real Madrid, Barça y Athletic- que no fueron obligadas en su día a convertirse en Sociedad Anónima Deportiva. 36 temporadas en Primera, mejor club del mundo durante unos días en 2006, una final de Copa, una semifinal de UEFA y dos cuartos puestos como mejores posiciones en Liga le avalan.
Precisamente uno de esos cuartos puestos lo conquistó en la 90-91, cuando comenzaba a forjarse el “Osasuna de los polacos”. Todo empezó el 31 de agosto del 89. Ese día fue presentado en Tajonar ante 300 seguidores rojillos el delantero de 27 años Jan Urban procedente del Gornik de Zabre. Su currículum contemplaba 220 encuentros de Liga en Polonia y 75 goles, pero en sus primeras declaraciones sorprendió al decir que se consideraba un futbolista “cerebral, porque lo que debe trabajar en el campo es la cabeza”. Tirando de sinceridad dijo desconocer todo del que sería su nuevo club y apuntaló su primera comparecencia diciendo que de España –cabría recordar que Urban llegaba de un país del orbe soviético- lo que más le había llamado la atención eran “las largas colas” que había que “hacer para todo”. No era un jugador cualquiera, en Polonia, según explicó en una entrevista para El País “estudió el bachillerato y después se especializó como chófer y mecánico, profesiones que desempeñaba al margen del deporte”. Urban –mundialista en México 86- no fue la primera opción de los navarros, que habían intentado hacerse con los servicios de Igor Belanov nada más y nada menos. El ruso prefirió irse al Borussia Mönchengladbach.
El polaco forma sociedad con Ziganda y en la primera temporada -89-90, en la que Osasuna queda octava- anota ocho goles. Lo mejor estaba por llegar. El año siguiente, con un once base formado por Roberto; Larraínzar, Bustingorri, Pepín, Castañeda; Martín Domínguez, Martín González, Ibáñez; Ziganda, Cholo y Urban, Osasuna sorprende a toda España con un fútbol de fuerza y orden. Las canas de Zabalza dirigen una orquesta que fue capaz de protagonizar gestas como un 0-4 en el Bernabéu un 30 de diciembre que no fue vista por el presidente Mendoza –de vacaciones en el Caribe– y que ocasionó que los Ultra Sur arrasaran con todo vehículo sospechoso de ser de un navarro por la Castellana. En esa exhibición Urban anotó tres de los cuatro goles.
Osasuna termina cuarto ese año y Urban cuela 13 veces. El año siguiente al plantel lo refuerza otro mítico futbolista como el alopécico central Spasic. Aunque en Liga no les va tan bien, en UEFA llegan a octavos de final tras eliminar a Slavia y Stuttgart en una eliminatoria resuelta por dos goles de Urban en el Neckarstadion. El Ajax de Bergkamp, Winter y Menzo, luego campeón, les dejó en la cuneta.
Para la 92-93 la directiva osasunista de Fermín Ezcurra se acuerda de lo bien que le salió lo de Urban y vuelven a mirar a Polonia. Se traen a Roman Kosecki para que acompañe a Urban en punta, que se ha quedado huérfano con la marcha de Ziganda al Athletic –su primer sustituto, Albert Aguilá, no funcionó bien-. Kosecki destaca por sus mullets a lo Richard Dean Anderson, su bigote y por su velocidad. Entre los dos anotan 15 goles y Osasuna se salva sin apuros. De ese año se recuerda un Osasuna-Real Madrid en el que fue directamente del aeropuerto al campo para disputar la segunda parte tras haber jugado con su selección ante Inglaterra. Saltó al campo en la segunda parte. Tan importante era que el Atlético de Madrid le fichó al año siguiente para suplir a Futre (las comparaciones resultarían odiosas). Ahora Kosecki se dedica a la política en su país.
Los penúltimos polacos de esa era fueron Ryszard Staniek y Jacek Ziober. También atacantes y ambos llegados después del gran papel de la selección de su país en los Juegos Olímpicos en los que lograrían la Plata tras perder ante España. Ambos serían titulares en una temporada muy complicada en la que Osasuna bajó a Segunda. Pero mientras que Ziober –otro amante de las mullets- anotó diez tantos, Staniek no coló ni un gol. Urban también firmó ese año unos números discretos y terminó marchándose el año siguiente a Valladolid primero y luego a Toledo, donde terminó su carrera en España alineándose de central. Durante las 21 últimas semanas de ese campeonato dirigió al equipo Enrique Martín Monreal, el mismo técnico que ahora mismo entrena a Osasuna, en el que fue su estreno en un banquillo profesional.
El último gran servicio de un polaco a Osasuna llegó en la 99-00. Miroslav Trzeciak, que apenas había metido dos dianas ese año, anotó en el minuto 65 de un partido ante el Recre el 2-1 en un choque que supuso el retorno de los rojillos a Primera.
La vinculación de Osasuna con Polonia se prorrogó más allá del campo. En 2007 Trzeciak se hace director deportivo del Legia de Varsovia, se lleva a Jan Urban de entrenador del equipo y al ex guardameta rojillo Vicuña, como segundo. En ese equipo llega a jugar el hijo de Kosecki, Jakub, luego internacional y que actualmente pertenece al Sandhausen de Segunda alemana. Por su parte, Piotrek, el hijo de Jan Urban, se retiró prematuramente del fútbol tras jugar en las categorías inferiores del Osasuna, Antequera, River Ega y Ardoi.
Fuentes:
http://miticosdelbalompie.blogspot.com.es/2009/01/lnea-directa-pamplona-polonia.html
Gran jugador Jan Urban.
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