Como hijo de un Estado totalitario que era, las contingencias políticas le dieron doce nombres y tres ciudades. Como fiel soldado de la revolución marxista fue movilizado del norte al sur y del este al oeste. Allá donde se le requiriera, acudía para suplir una carencia o una deslealtad al sistema. Y no hablamos de un ciudadano, sino de un equipo de fútbol.
En 1951 fue fundado el Sportvereinigung Volkspolizei Vorwärts Leipzig (en suma: el equipo de la policía popular de Leipzig). Leipzig, el pequeño París de Goethe, había sido una de las ciudades más castigadas por la recién terminada guerra. Su equipo más representativo, el VfB Leipzig, había sido un grande de Alemania (tres ligas y la Copa del 36 era su palmarés), pero las autoridades soviéticas se lo cargaron como todo lo que les daba tufo al antiguo régimen. Ese club, por cierto, luego rebautizado como Lokomotiv fue uno de los grandes de la RDA.

Pero estábamos en el 51 y en el Vorwärts Leipzig de la policía popular, que apenas un año más tarde y después de sus primeros éxitos pasó a ser el Vorwärts der Hauptverwaltung (de las oficinas centrales) y luego del KVP. El KVP fue el antecedente del Ejército Popular (NVA) en la entonces aún en gestación República Democrática alemana. En apenas un año el club había tenido ya tres nombres y había sido ‘propiedad’ de la policía y del ejército. De hecho, todos sus futbolistas y dirigentes tenían obligatoriamente su lugar dentro de la jerarquía militar.
Entre tanto el Vorwärts iba creciendo hasta llegar su primera participación en la recién creada Oberliga, donde tenía una rivalidad enconada con otro equipo de la ciudad, el Chemie, que había logrado llevarse el campeonato en al 50-51. Pero al partido único SED y a su Secretario General Walter Ullbricht no le hacía gracia que la capital del Estado no hubiera equipos de prestigio y en otros puntos más remotos de la República sí. Tenía que dar envidia y ejemplo a sus vecinos capitalistas mientras que no hubiera muro que impidiera que se vieran.
Desde la creación de la Oberliga en la 49-50 habían ganado el título un equipo de Zwickau (en la sureña Sajonia), el Chemie de Leipzig, el Turbine de Halle, también sajón y el Dynamo de Dresde.
Así que los burócratas decidieron a golpe de decreto que los jugadores y técnicos se fueran de Leipzig a Berlín para crear un nuevo Vorwärts con el respaldo de los miembros del KVP de la capital. La historia resulta especialmente absurda, porque el equipo siguió entrenando en Leipzig, para desplazarse a jugar cada fin de semana a Berlín (distan 190 kilómetros). El experimento les salió fatal porque descienden y en la 53-54 se queda Berlín sin equipo en la Oberliga.
Sin embargo, las autoridades volvieron a la carga. Retornó el Vorwärts y encima crearon el Dynamo de Berlín desmantelando al otro Dynamo (el de Dresde, al que obligaron a regalar a todos sus jugadores y emplearse con los reservas hasta descender) para solaz de la Stasi, la policía secreta que lo iba a sostener. Los derbis entre Vorwärts y Dynamo fueron algo más que tensos.

A pesar de los movimientos y del poderío de sus vecinos de la Stasi el Vorwärts vivió entre el final de los años cincuenta y la década de los sesenta su época dorada. Gana la Copa del 54 y se lleva las Ligas del 60, 62, 65, 66 y 69. Se le puede considerar, sin exagerar, el mejor equipo de aquél país que tanta importancia le confería al deporte. Durante ese periodo cambió seis veces de nombre. Por ejemplo, cuando tras la muerte de Stalin en el 53 el KVP ya no tuvo tanto peso se decidió obviarlo de su nomenclatura hasta que en el 56 el término “Ejército” (armee) volvió a su acrónimo ZASK.
Para hacerse una idea de la envergadura de aquel Vorwärts basta mencionar los 69.000 espectadores que se dieron cita en el partido de ida de la primera ronda de la Copa de Europa ante el Wolverhampton Wanderers (2-1) de la 59-60 en el ya desaparecido Walter Ullbricht Stadion. Precisamente Walter Ullbricht estaba presente en el campo para ese encuentro y declaró ese mismo día: «no hay ninguna intención de construir un muro en Berlín».
La historia del Vorwärts siempre ha estado sacudida por la política, porque en la 61-62 no pudieron jugar la vuelta de la primera ronda de la Copa de Europa ante el Linfield norirlandés (en la ida vencieron 3-0) porque el gobierno británico no concedió visados a sus jugadores. La oferta de disputar el choque en un campo neutral no fue asumible y finalmente la UEFA les dio por ganada la eliminatoria.
Su mayor hito lo lograron al plantarse en 1970 en los cuartos de final del mayor torneo continental (eliminaron al Panathinaikos y al Estrella Roja) para caer ante el poderoso Feyenoord dirigido por Ernst Happel que luego sería campeón del torneo.

Sólo un año después de esa gesta, el 31 de julio de 1971, el Ministerio de Defensa decide trasladar el Vorwärts a Frankfurt (pero la Frankfurt del Oder, naturalmente, cerca de la frontera con Polonia). Nunca se supo el motivo de esta nueva mudanza, pero se intuye que el jefe de la Stasi Erich Mielki –por cierto, presidente del Dynamo- tuvo un papel crucial a la hora de convencer al ministro de defensa Heinz Hoffmann.
A partir de ese momento, comienza una lenta decadencia que convierte al otrora poderoso Vorwärts en un club ascensor. Sus únicos éxitos hasta la reunificación fueron cuatro participaciones en UEFA, una final de Copa (perdieron 4-1 ante el Lokomotiv Leipzig en el 81) y el segundo puesto en el campeonato 82/83.

No obstante, peor les marchó desde que Alemania dejó de ser dos. Cambió de nombre para perder cualquier connotación político-militar-policial (pasó a ser Frankfurter Viktoria 91), pero como la mayoría de los clubs –y empresas- de la RDA, no fue capaz de competir con sus vecinos del oeste y, actualmente, milita en la Liga Regional del Estado de Brandenburgo. Lo que vendría a ser la sexta categoría alemana (una primera provincial española aproximadamente).
Esta fue la gloria y la muerte de un equipo nacido y muerto por la mano de la industria político-propagandística-militar-policial comunista.
Un comentario sobre “La historia del Vorwärts, el equipo al que el comunismo mareó y la Stasi arruinó”