Mañana de noche sin dormir. De niños corriendo como locos y de padres terroristas de la ilusión derritiéndose por ver la cara de ilusión de sus benditos vástagos. De adoctrinamiento católico-capitalista-consumista en el que todos, nos cueste más o menos reconocerlo, hemos sucumbido alguna vez. Incluso rozando los cuarenta y sin ser padre uno aguarda por si algo cae.
Puede que a ustedes no, pero en mi cabeza siempre que pienso en un niño desenvolviendo regalos –aparte de imaginarme al perro de Scottex– suena esta musiquilla que, les confieso, hasta que he buscado sus raíces desconocía que la cantara originalmente Lesley Gore (de hecho, les reconozco igualmente que desconocía a la cantante en sí misma).
Pues sí, el It´s my party que seguro que cuando escuchen tararearán lo generó el particular timbre de voz de esta neoyorquina de Brooklyn que, además, cuando saltó a la fama (hablamos de 1963) apenas tenía dieciséis años. Con su melena rubia cuidadísima y esa cara angelical, Quincy Jones no tardó en darle una oportunidad nada más escuchar que la voz le acompañaba. Tras su éxito la bautizaron como la “Teen Queen”
En realidad, la letra de la canción no tiene de infantil nada más que el tono y la cara de Gore, puesto que cuenta una historia en la que el novio de la voz, un tal Johnny, se pone a flirtear en mitad de su fiesta con una chica llamada Judy. Así que, viendo los potenciales cuernos, la mujer suelta aquello de “Es mi fiesta y lloro si quiero”.
Sobre el origen de esta canción, este mismo año el New York Daily News publicó una entrevista con Judy, la hija del compositor del tema Seymour Gottlieb. Al parecer, la letra está realmente inspirada en el decimosexto cumpleaños de esa mujer. Judy explicó que “mis padres insistieron en que mis abuelos tenían que ser invitados. Entonces, siendo una adolescente caprichosa, les dije que no quería que vinieran. Me puse a llorar y mi padre me dijo que no lo hiciera. Entonces le dije: ‘es mi fiesta y lloro si quiero’”. Una historia mucho más propia de niños que la de la letra, ¿no creen?
En todo caso, aunque la letra –y todo el trasfondo- pueda parecer frívolo no lo es tanto. Ese “hago lo que me da la gana” pegó fuerte entre una juventud que empezar a demandar una mayor cota de poder político y de libertad. Que se zafaba de sus padres y de sus batallitas de la Guerra y que luego daría pie a diferentes movimientos contraculturales. Todo esto se plasmaba ya en los guateques en los que probaban y hacían lo que les venía en gana.
El tema llegó pronto al número uno en los Estados Unidos y Gore se vio obligada a seguir cantando al llanto con su Judy´s turn to cry, aunque en este caso fuera para resaltar que fue la otra la que acabó sufriendo por el campeón Johnny.
La visión de niña buena y modosa de Gore que idealizó la entonces (y ahora aún) pacata sociedad norteamericana no correspondía en absoluto con la realidad. Comprometida con su tiempo y con sus sentimientos –era lesbiana– cantó en su siguiente éxito “Soy libre y quiero amar libremente, para vivir mi vida del modo que yo quiera”. Otra forma del “lloro si yo quiero”. Gore, por cierto, falleció este mismo año.
Muchos artistas de todas las nacionalidades versionaron este clásico, pero tal vez la más curiosa sea la del francés Richard Anthony en su ‘C’est ma fête’ (1964).
Que disfruten de sus regalos con una sonrisa y que dejen al niño joder con la pelotita o con lo que quiera que los Reyes (o Reinas, que tal y como está el patio mejor será ponerlo por si acaso) les hayan traído. Es su fiesta y llorarán o harán lo que les dé la gana.