Esta es la historia de un robo que no se sabe si existió, pero que dio un gran susto y casi le cuesta la participación en un Mundial al capitán de una selección que era la vigente campeona del Mundo. Sucedió en 1970 en Colombia y se conoció como el episodio del Brazalete de Bogotá.
Inglaterra defendía su título en México y para aclimatarse a la altura del país decidió disputar un amistoso ante Colombia en Bogotá el 20 de mayo de 1970. Los internacionales se alojaron en el lujoso Hotel Tequendama y dos de sus futbolistas más destacados, el capitán Bobby Moore y Bobby Charlton, salieron a estirar las piernas
Ambos fueron a la joyería Fuego Verde, donde al parecer estuvieron mirando objetos de lujo para que Charlton le regalara algo a su mujer. Al no encontrar nada de su gusto, salieron del local tranquilamente
Sin embargo, la dependienta -llamada Clara Padilla y que llevaba apenas dos meses trabajando allí- salió enloquecida de la tienda alegando que de la tienda faltaba algo mientras acusaba a los futbolistas de habérselo llevado.
El objeto supuestamente perdido era un brazalete de 18 quilates adornado con 12 diamantes y 12 esmeraldas, supuestamente valorado en 650 libras de la época. Su versión fue corroborada por el dueño de la tienda, un tal Danilo Rojas. Moore y Charlton no entendían nada, pero la policía turística les apartó para interrogarles.

En un principio, tras tomarles declaración, el asunto pareció zanjarse y Moore y Charlton volvieron a sus habitaciones. Pero el asunto no quedó ahí. Mientras Inglaterra se preparaba para su amistoso entrenando en la Escuela de Cadetes Militares, la policía se había presentado en la embajada británica porque aún faltaba una pulsera y estaban seguros de que un inglés era el ladrón.
Inglaterra goleó a Colombia 4-0, pero a la mañana siguiente Moore fue citado para dar otra declaración policial. Durante el proceso le obligaron a cerrar el puño para comparar su tamaño con el espacio en el mostrador donde supuestamente se había exhibido el brazalete. Como no encajaba, Moore era nuevamente libre de irse.
Tras ganar en el último amistoso a Ecuador 2-0, la expedición debía hacer escala de unas seis horas en Bogotá antes de recalar en México para afrontar su primer partido del torneo ante Rumanía. Desconocían que el caso del brazalete se había reabierto.
Al parecer Álvaro Suárez, un vendedor ambulante de 26 años, le dijo a la policía que había visto a Moore esconder el brazalete en el bolsillo de su chándal. Danilo Rojas reclamaba ahora el valor del brazalete, más una indemnización por daños y perjuicios. “Podría ser el mejor futbolista del mundo, el más atractivo, distinguido y respetado de todos, incluso un amigo de su majestad británica. Pero eso no significa que no sea cleptómano”, esgrimió.
Una vez más Moore tuvo que responder a las preguntas de las autoridades. Esta vez más incisivas. Cansado, hambriento y completamente desconcertado, Moore pasó horas insistiendo en que no sabía nada sobre el brazalete que le acusaban de robar. Sin embargo, el interrogatorio continuó.
Ya entrada la noche, el magistrado encargado del caso anunció que finalmente había decidido encarcelar por robo a uno de los futbolistas más famosos del mundo, campeón del mundo y capitán de Inglaterra.

Afortunadamente, el presidente de la Federación de Fútbol de Colombia, Alfonso Senior Quevedo, supo lo desastroso que esto podría ser y que la vida de Moore ahora estaba en peligro porque la cárcel del Departamento de Servicios de Seguridad a la que iban a enviar al jugador estaba ubicada en una zona sin ley de la ciudad. Senior ofreció su propio hogar para que Moore fuera sometido a un arresto domiciliario y el magistrado accedió siempre que estuviera seriamente vigilado mientras se realizaban las investigaciones. Mientras la prensa mundial se hacía eco de la noticia, el Primer Ministro británico Harold Wilson presionaba a sus diplomáticos para que sacaran cuanto antes a Moore del país.
Hasta los propios periódicos colombianos vieron el incidente vergonzoso, defendiendo a “los caballeros ingleses” y estremeciéndose ante la reputación de Colombia, que estaba siendo “arrastrada por el barro”. “Deberíamos tener más fe en sus declaraciones [de Moore] que en las de los testigos”, llegó a decir el diario “El Tiempo”.
El segundo día de la detención de Moore se llevó a cabo la recreación del crimen en el Hotel Tequendama, con todos los protagonistas presentes. La dependienta Padilla repitió su historia y afirmó que vio a Moore meterse el supuesto brazalete en el bolsillo izquierdo de su chándal. Pero, alzando los brazos, Moore retó al juez a encontrar el escondite. Su chándal no tenía bolsillo izquierdo.
El valor de las palabras del último testigo Suárez se fue también deshaciendo. Moore, mientras tanto, aguantaba estoicamente tratando de hacer ejercicio para mantenerse en forma cara al inminente Mundial mientras invitaba a beber a uno de sus guardianes por su cumpleaños.
Finalmente, cuatro días antes de que Inglaterra debutara en Guadalajara, el juez Pedro Dorado concluyó que no había pruebas suficientes para justificar mantener detenido a Moore, por lo que era libre de salir del país.
Moore fue recibido como un héroe en el Aeropuerto de México y luego se mantuvo de titular en el Mundial ante Rumanía, Brasil, Checoslovaquia y Alemania, rindiendo a un gran nivel. Inglaterra caería en cuartos.
En octubre del 70, las autoridades colombianas reabrieron el caso, pero no pudieron encontrar nada que demostrara que alguna vez había habido un robo. Moore y Charlton tuvieron que asistir a una audiencia en el Tribunal de Magistrados de Bow Street, tras lo cual el caso se cerró formalmente en 1972.
A pesar de ser absuelto, el incidente continuó persiguiendo a Moore y se cree que fue uno de los motivos por los que nunca recibió el título de caballero. La tienda Fuego Verde cerró poco después y Clara Padilla acabó huyendo a Estados Unidos.
Se considera que el incidente del Brazalete de Bogotá fue un intento de montaje. Bien para conseguir ganar dinero de los poderosos ingleses… o para descartar a Moore de la Copa del Mundo y así debilitar a su selección.
Pero claro… el biógrafo y amigo de Moore Jeff Powell sugirió que Moore le confesó antes de su muerte en 1993 que, efectivamente, pudo haber existido un brazalete: «Quizás uno de los muchachos más jóvenes del equipo hizo algo tonto, una broma en circunstancias desafortunadas»…
En todo caso, el supuesto brazalete nunca apareció.
Fuentes:
