La hinchada homosexual del Gremio que rompió tabúes y desafió a la dictadura militar brasileña #DíaMundialContraLaHomofobia

Este lunes 17 de mayo se celebra el Día Mundial contra la Homofobia. Hace 44 años la intolerancia sobre la libertad sexual de cada cual era mucho mayor y todavía más en el aún hoy rancio en algunos aspectos mundo del fútbol.

En 1977 un grupo de aficionados de Gremio de Porto Alegre se reunían con frecuencia en el bar “Coliseu” de la ciudad gaúcha. Charlaban, supongo, de fútbol y de sus trabajos. De sus vidas y de sus amores. De su realidad. Como todos. Eran gays. Una condición que no resultaba fácil de exhibir en un país con una dictadura militar.

Vientos de cambios soplaban a finales de los setenta en Brasil. Se había aprobado una Ley que permitía el divorcio y una escritora –Raquel de Queiroz– se había convertido en la primera mujer integrante de la Academia Brasileña de las Letras.

La hinchada Coligay, de Gremio (Futbolrebelde.org)

Así que, aprovechando esa inercia y tirando de valor, en ese 1977 los amigos que se juntaban en ese bar “Coliseu” y a los que les unía el común amor por el Gremio decidieron organizarse aprovechando la reforma del estadio Olímpico de la ciudad para crear un grupo propio (Torcida) con la que mostrar sin tapujos su tendencia sexual. Así, y con el apoyo del cantante y empresario tricolor Volmar Santos, nació “Coligay” -por el bar Coliseu-, que fue el primer grupo de animación abiertamente homosexual de Gremio y, dicen, también de Brasil (se lo discuten los “Flagay” del Flamengo y los “Raposões Independentes” del Cruzeiro).

Su irrupción en el Olímpico de Porto Alegre fue en un Grêmio-Santa Cruz de Recife (9 de abril de 1977) del Brasileirao. Naturalmente, la presencia de unos sesenta hombres exhibiendo su condición y ataviados de manera singular resultó objeto de controversia entre sus correligionarios de las gradas. Pronto sintieron el rechazo de aficionados rivales e incluso de los de su propio equipo. El presidente del club, Helio Dourado, hacía como si no existieran y tampoco su existencia agradaba precisamente a los gerifaltes del régimen de Ernesto Geisel, quien precisamente en ese mes de abril del 77 había aprobado una nueva ley de censura que aumentaba las restricciones a la libertad de expresión.

Después de un ataque con piedras sus componentes decidieron tomar lecciones de Karate con las que repeler los golpes y a fuerza de insistir y de combatir se acabaron ganando un hueco entre los demás aficionados brasileños al fútbol. Llegó a contar en su apogeo con 200 miembros y hoy cuelga en la tribuna de la hinchada popular del Gremio -la Geral- en el Olímpico una pancarta con el nombre “Coligay” como respeto a esos aficionados que decidieron romper tabúes.

Del Mundo Deportivo de 1977. El titular tiene miga.

Parece que Coligay ganó su batalla, pero todavía se viven episodios homofóbicos en el fútbol y sobre todo en las gradas. En 2009 en un Caracas-Gremio de cuartos de la Libertadores los hinchas locales mostraron una pancarta de burla hacia ese colectivo para desprestigiar al club brasileño. Como si fuera un desprestigio la valentía. Como si la pasión por el fútbol no uniera por encima de la pasión que cada cual pueda sentir en su libertad individual.  

Fuentes:

https://brasil.elpais.com/brasil/2017/04/07/deportes/1491595554_546896.html

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