Explica Toño Angulo en su libro “Treinta y seis años después” que en 1969 un cirujano forjó la letra de una polca –“Perú campeón”– en apenas diez minutos tras una derrota de la selección andina ante Bolivia. Con esa letra simple pero contundente de himno oficioso–“Perú, campeón es el grito que canta la afición. Perú campeón dice en cada palpitar mi corazón. Hay que ir a triunfar al Mundial”-lograron los rayados luego empatar a dos en el partido clave ante Argentina y clasificarse por primera vez a un Mundial.
Perú apenas había disfrutado de la máxima competición futbolística en una ocasión hasta ese momento. Fue en el primero, en 1930. La selección peruana fue dirigida entonces por el singular madrileño Francisco Bru -quien, por cierto, fuera el primer técnico de la historia de la selección española y la llevara a las semifinales en los Juegos Olímpicos de Amberes-. Bru, que no pudo ni escoger a sus seleccionados porque la federación peruana ya había decidido por él, poco pudo hacer y la primera experiencia internacional en fútbol de Perú se saldó con derrotas ante Rumanía (3-1) y la luego campeona Uruguay (1-0).
Seis años después, una selección peruana en la que destacaban Lolo Fernández, “Manguera” Villanueva, y el “Mago” Valdivieso se presentó en los Juegos Olímpicos de Berlín como única representante sudamericana. Tras vencer con comodidad a Finlandia (7-3), el choque de cuartos ante Austria ha quedado como uno de los más controvertidos de la historia del fútbol. Los austriacos -que no tenían nada que ver con el “Wunderteam” que había llegado a la semifinal del Mundial del 34- comenzaron ganando 2-0, pero al final Perú igualó a dos y forzó una prórroga en la que se terminaron imponiendo 4-2. La delegación austriaca protestó porque al parecer un grupo de peruanos invadió el estadio del Hertha donde se disputaba el envite e incluso agredió a algún futbolista.
Según el informe oficial recogido por Carl Diem, que era el Secretario general del Comité Olímpico alemán, se dedujo que se produjeron hechos que impidieron el desarrollo normal del partido y que “notoriamente ha sido imposible impedir que los espectadores entren al terreno de juego y que particularmente uno de ellos, después de haber penetrado al terreno, ha podido dar un golpe a uno de los jugadores. Estas circunstancias pueden ser consideradas como causantes de haber colocado a los equipos en estado de inferioridad, contrarias al buen espíritu deportivo”. Así que se acordó que el encuentro fuera repetido a puerta cerrada dos días después, pero la decisión sentó fatal a la delegación peruana que decidió retirar a todos sus deportistas del evento.
Durante lustros se alimentó la tesis de que el mismísimo Adolf Hitler, austriaco de nacimiento, había presionado en la decisión del comité presidido por Jules Rimet. Sin embargo, el propio Comité Olímpico Alemán intentó mediar para que los peruanos reconsideraran su postura. Además, en esa misma competición de fútbol la selección alemana fue eliminada por Noruega (2-0). Parece más lógico que si el -por otro parte- incontrovertible malvado Hitler hubiera querido manipular la competición hubiera preferido ayudar a la anfitriona. La eliminación de Perú en esos Juegos Olímpicos, a pesar de que el propio embajador peruano en Londres recalcó que ningún organismo alemán tuvo que ver en el asunto, provocó ataques a comercios germanos en Lima y Callao y el nacimiento de una leyenda que pervivió 64 años.

Volvemos al 70. Perú vivía ilusionada por el primer partido de su equipo en México’70 cuando todo tembló. El domingo 31 de mayo de 1970 a las 15:23 se produjo un seísmo de 7,9 en la escala Richter en el departamento de Áncash que movió tierra, mar e incluso hielo. 41.000 personas murieron y muchas ciudades fueron asoladas. Apenas dos días después Perú debía jugar a 5.000 kilómetros de distancia ante Bulgaria. Los futbolistas entrenados por Didí -algunos tan legendarios como Chumpitaz o Cubillas- no sabían con certeza si podrían haber perdido algún familiar en la tragedia y, en consecuencia, sopesaron la posibilidad de retirarse de la competición. El gobierno peruano, sin embargo, convenció a los seleccionados para que compitieran como regalo a un país recién castigado.
Bulgaria no era en ese 1970 un rival adecuado para un mal momento anímico, como demostró en el minuto 13 con el magistral gol de jugada ensayada -uno de los mejores en ese género visto en un Mundial- materializado por el futbolista del Botev Plovdiv Dermendzhiev. Las cosas se le pusieron peor para los albirrojos porque Bonev marcó de falta el 2-0 en el 49’.
A partir de ese momento comenzó en el Nou Camp de León una épica remontada que se puede explicar, como todo en el fútbol, desde dos ópticas. Los más pragmáticos dirán que pesó decisivamente la entrada al terreno de juego del luego barcelonista Cholo Sotil por Baylón. Quienes aboguen por la épica y la mística pondrán el foco en el gesto de un dirigente de la federación peruana, Javier Aramburu, en el descanso. Leyenda o realidad, así lo contó el centrocampista Roberto Chale: “Aramburú agarró tierra de una maceta que estaba fuera del camarín y dijo: ¡Muchachos, tierra del Perú, bésenla! Y nosotros, como éramos unos chiquillos, la besamos (risas) y salimos a jugar como unas bestias”. Perú ganó 3-2 ese partido (goles de Gallardo, Chumpitaz y Cubillas). Fue su primera victoria en un Mundial. Luego también fue capaz de derrotar a Marruecos (3-0) para ser derrotada dando mucha guerra ante Alemania (3-1) y la impresionante Brasil (4-2).
Un golpe en el 36 que les hizo abandonar y otro, más duro, en 70 les hizo ganar. Toño Angulo comienza su libro que he citado al comienzo de este artículo citando a Leonard Cohen: “There is a crack in evertything. That´s how the light gets in”. En este caso la enorme grieta que rompió su tierra y el alma de aquellos jugadores peruanos les permitió ver la luz durante 45 minutos que ningún amante a este deporte en su país olvidará.
Fuentes:
Treinta y seis años después, editorial Libros del K.O, de Toño Angulo Daneri
https://es.wikipedia.org/wiki/Terremoto_de_%C3%81ncash_de_1970