Richard Moller Nielsen, la historia del segundo plato que llevó a su mayor gloria a Dinamarca

El otro día encontré en Netflix la película danesa de 2015 Sommeren’92 (Verano del 92). Aborda una de las mayores sorpresas de la historia del fútbol mundial desde la óptica de uno de sus principales protagonistas. Richard Moller Nielsen era el seleccionador que debía regenerar o reestructurar el legado de Sepp Piontek. Con Piontek Dinamarca había sido bautizada como la Dinamita Roja merced a sus brillantes participaciones en la Eurocopa del 84 y el Mundial del 86. Era un fútbol alegre y ofensivo, pero al que le faltaba contundencia en los momentos clave para convertirse en ganador.

Piontek decidió dejarlo cuando la Rumanía de Hagi y Lacatus vapuleó a Dinamarca (3-1 y pudieron ser algunos más) en el partido decisivo por acceder al Mundial del 90. Moller Nielsen era el segundo del germano, pero en la Federación de fútbol danesa preferían un técnico con un poco más de prestigio internacional. No fue el primer ninguneo al que debió hacer frente el metódico “Ricardo” -tal era su apodo-. Como futbolista apenas disfrutó dos internacionalidades a comienzos de los sesenta habiendo jugado únicamente en el Odense y retirándose prematuramente por una lesión. Como entrenador, Moller Nielsen tenía únicamente experiencia en equipos locales y en la sub-21 danesa. Así que la Federación Danesa decidió confiar el legado de Piontek en su compatriota Horst Wohlers -a quien en la peli llaman despectivamente “la abuela”-. Wohlers fue incluso presentado, pero al final el Bayer 05 Uerdingen -equipo al que dirigía- no llegó a un acuerdo con él y la operación se truncó. Moller Nielsen aceptó el cargo a pesar de ser claramente un segundo plato.

La nueva Dinamarca tenía como primer objetivo clasificarse para la Eurocopa del 92 que se disputaría en Suecia y su principal rival en su grupo era la poderosa Yugoslavia, probablemente la selección europea con más talento junto con la de los Países Bajos de ese momento. Moller Nielsen quiso que su equipo fuera más rocoso y exigió un mayor despliegue a sus figuras, especialmente a los hermanos Laudrup. Los dos renunciaron a formar parte del combinado de su país por sus desavenencias con el entrenador y Brian incluso llegó a afirmar que no respetaba a Moller Nielsen. Esas bajas junto con las de Jan Heintze y de Morten Olsen fueron demasiadas para un conjunto que, a pesar de todo, apenas cedió una derrota y un empate en toda la fase de clasificación. No fue suficiente y la Yugoslavia de un Pancev estelar (fue el máximo goleador de esa ronda previa con diez dianas) quedó primera y se clasificó.

moller nielsen

Sin embargo, la guerra lo cambió todo. El 30 de mayo de ese 1992 la UEFA cedió ante las presiones de la ONU y Yugoslavia fue excluida del torneo cuando ya se encontraba ejercitándose en Suecia ajena al conflicto bélico que se vivía en los Balcanes. La decisión, impulsada sobre todo por Inglaterra y Alemania, no era del agrado del máximo mandatario de la UEFA Blatter, pero no tuvo más remedio que acatarla.

Así que Dinamarca, que el 2 de junio rechazó en referéndum el Tratado de Maastricht, era la invitada por la UEFA y se convertía automáticamente en el candidato con menos opciones de los ocho a juicio de toda la prensa especializada. La mitad de los seleccionables estaban de vacaciones y los otros disputando las últimas jornadas de la Liga danesa (no quisieron que se detuviera para favorecer la preparación exprés del torneo porque entendían que no tenía sentido).

Inglaterra, Suecia y Francia -por este orden- parecían rivales inabordables para un puñado de jugadores que confiaban en volver a estar eliminados a las primeras de cambio para volver con sus familias. Especialmente delicada fue la situación de Kim Vilfort, cuya hija estaba enferma de leucemia. El centrocampista del Brondby dejó, de hecho, la concentración en mitad del campeonato para volver, según su testimonio, para la final. Nadie le creyó entonces, sobre todo porque después de los dos primeros encuentros Dinamarca apenas sumaba un punto merced al empate cosechado frente a la Inglaterra de Lineker.

Ese 0-0 ante los pross le hizo reflexionar a Moller Nielsen: “Si somos capaces de empatarle a Inglaterra es que estamos a su mismo nivel”, pero el 1-0 (gol de Brolin) endosado por sus eternos rivales suecos cayó como un mazazo en el vestuario. Schmeichel le dijo a la BBC que nunca había estado en un vestuario tan destrozado como aquel.

En el último partido a Francia le bastaba con empatar y Dinamarca necesitaba ganar y que Suecia le echara una mano ante los ingleses. Los galos, como les pasó luego en aquel célebre partido ante Bulgaria que les dejó sin ir al Mundial del 94, pecaron de arrogantes. Contaban con Papin, Ginola, Luis Fernández, Cantona… De hecho, Schmeichel confiesa que les dijeron que no jugasen muy duro porque tenían que reservarse para la semifinal.

Dinamarca tenía la ventaja de jugar en Malmö, que está a apenas 42 kilómetros de Copenhague. Con eso y con la tremenda fe de quien no tiene nada que perder. En la película se observa cómo Moller Nielsen fue cambiando de carácter conforme van pasando los escollos y que descubre que únicamente con táctica no se crea un grupo de futbolistas. Un golazo de Henrik Larsen en el 8’ abrió la puerta de sus esperanzas, pero Papin lo equilibró en el 60’. En ese momento, Moller Nielsen arriesgó y quitó del campo a Brian Laudrup -su gran estrella, a la que había convencido para volver- y colocó al futbolista del Odense Lars Elstrup, que estaba viviendo sus últimos momentos en el fútbol profesional tras despuntar en el Luton. El relevo funcionó tan bien que el primer balón que tocó, un pase de Poulsen tras un veloz contragolpe, se convirtió en el 1-2. Elstrup, por cierto, se retiró un año más tarde para ingresar en una extraña secta y cambiar su nombre por el de “Darando”. Acabó irrumpiendo un partido de la liga danesa en pelotas y lleno de purpurina. Su historia da para otra entrada, desde luego.

El 1-2 fue el golpe final para Francia y coló a una Dinamarca bajo mínimos para las semifinales, donde la esperaban los Países Bajos. “Hitchcock no pudo haber dirigido un partido mejor”, explicó Moller Nielsen al referirse a ese encuentro. Henrik Larsen, otra vez, adelantó a los daneses aprovechando un precioso centro de Brian Laudrup en el quinto minuto de juego, pero los Países Bajos -ojo: campeones vigentes y con Bergkamp, Koeman o Rijkaard en sus filas- igualaron todavía en el primer acto en quizás el único fallo de todo el torneo de Schmeichel. No obstante, en el 33’ Larsen volvió a poner por delante a Dinamarca tras aprovechar con un gran chut un balón rechazado. Tras cincuenta minutos de asedio, los Oranje enviaron el encuentro a la prórroga en el 88’ (Rijkaard) y siguieron porfiando por la victoria. A Dinamarca durante esos minutos solo la sostuvo Schmeichel. El choque llegó a los penaltis y en ese momento Moller Nielsen evocó la figura del meta Henry Petersen From, quien detuvo en el 60 un penalti al húngaro Pal Varhidi que sirvió para que Dinamarca llegara a la final de los Juegos de Roma. El portero del United fue capaz de desviar el lanzamiento de Van Basten y ninguno de sus compañeros falló desde los once metros. Christofte anotó el último y su celebración fue una mezcla de entusiasmo y de incredulidad.

El premio obtenido tras un partido durísimo -con una escalofriante lesión de Henrik Andersen incluida- fue la oportunidad de estar en el mismo hotel con sus parejas y una noche libre que debió ser muy bien aprovechada.

A esas alturas estaba tan claro que Alemania era la gran favorita para ganar el torneo que ninguno de los futbolistas de Moller Nielsen dudaba de que iban a ganar. Stefan Effenberg había dicho en las horas previas al choque que si fuera mujer se casaría con su ex compañero en el Bayern Brian Laudrup. Laudrup abundó ante la BBC que “Effenberg me llamó en la previa de la final para pedirme que nos cambiásemos después del partido las camisetas y en su tono de voz noté que pensaban en un 2, 3 o 4-0 para ellos”. Laudrup le advirtió de que no iba a resultarle tan sencillo: “No hay que respetar a los alemanes, los suecos lo hicieron y perdieron la semifinal”.

El partido del 26 de junio de 1992 de Gotemburgo empezó como se esperaba y terminó como nadie imaginó. “No prometo que ganaremos, pero sí que cada jugador dará lo máximo”, dijo Moller Nielsen. Dinamarca temblaba y Alemania mandaba hasta que John “Faxe” Jensen -pintado en la película como un simpático crapulilla- marcaba el gol de su carrera. Jensen era un mediocentro de corte defensivo que en ese momento militaba en el Brondby. Moller Nielsen, al menos en la ficción, le aconsejó que antes de chutar se mirara los cordones como una forma de concentrarse mejor. El chut de Jensen en el minuto 18 centró a los suyos y descolocó a los de Berti Vogts, que empezaron a toparse desde ese momento con un colosal Schmeichel para deleite de Elkjaer Larsen, que comentaba para la tele danesa.

Para cerrar este cuento de Hans Christian Andersen el último gol del torneo fue el más emotivo. Kim Vilfort controló un balón cerca de la meta rival -tal vez con la mano, da igual- y tras un formidable recorte conectó un zurdazo que tras golpear en un poste se metió en la portería de Illgner. Vilfort celebraría en esa piña pensando en su hija enferma de leucemia que moriría diez días después.

La celebración del único título logrado en fútbol por un combinado danés fue brutal. “No teníamos las mejores superestrellas, pero juntos éramos un gran equipo”, explicó un Moller Nielsen a quien no le nombraron entrenador del año 92 en su país a pesar del éxito y de que fuera elegido mejor técnico del Mundo. Probablemente su mala relación con la prensa influyera, como se deduce de esta respuesta a un par de periodistas durante una rueda de prensa posterior al torneo: «No estoy loco. Simplemente siento pena por ti. Pero, diré lo mismo: no creo que lo hayas hecho por malicia. Tampoco creo que cuando una prostituta se para en una esquina de la calle lo hacen porque están cachondos. Lo hacen simplemente porque están en problemas y la angustia los ha obligado a hacerlo. Lo mismo que yo creo sobre ti … »

Moller Nielsen continuó en el cargo hasta la conclusión de la Eurocopa del 96 y, a pesar de no haber clasificado a Dinamarca para el Mundial del 94 -para suerte de España- conquistó la Copa Confederaciones ante Argentina en el 95 con un gran partido de los hermanos Laudrup. Tras salir de su país dirigió a las selecciones de Finlandia e Israel y al modesto Kolding, donde se retiró en 2003. En 2014 falleció tras un tumor cerebral.

Fue capaz de hacer práctico lo bello a pesar de no contar con casi ningún apoyo. Logró uno de los mayores éxitos en la historia del fútbol reinventándose sobre la marcha como entrenador. Cuando falleció Schmeichel escribió en twitter: “Una inspiración. Mi profesor, mi amigo”. Tal vez en juntar ambas labores esté la clave en el fútbol.

Fuentes:

Verano del 92 (2015), película de Kasper Barfoed

http://www.elbuentoque.com/cine/el-verano-del-92-la-inolvidable-eurocopa-danesa

https://www.jotdown.es/2014/03/kim-vilfort-el-danes-que-gano-una-eurocopa-y-perdio-una-hija/

https://as.com/futbol/2016/08/27/internacional/1472331846_415637.html

https://www.marca.com/en/football/international-football/2016/08/28/57c30b78e2704e42608b45a3.html

 

 

 

 

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