Durante un lustro los más poderosos del fútbol español desnudaron sus vergüenzas una vez al año y regalaron a aficiones y entidades muchas veces desamparadas momentos únicos que nunca olvidarán por muy mal que les marche el día a día. Desde la 2000-01 hasta la 2005-06 la Federación decidió que los conjuntos que participaran en Europa deberían disputar su primera eliminatoria de Copa a partido único y encima visitando a un Segunda B. Justo lo mismo que sucede en la presente 19-20 y que, en consecuencia, ha reavivado el interés por este torneo tan maltratado.

Los primeros en sufrir el vértigo del barro fueron el Real Madrid y el Valencia. El 13 de diciembre de 2000 el conjunto madridista “saltó al vacío” en Toledo según tituló ABC. En el Salto del Caballo Vicente del Bosque decidió alinear a Celades y a Rivera en el costado izquierdo y en una mala tarde de Iván Campo e Hierro terminó decidiendo la calidad de futbolistas como Quini, Carpintero o Israel. En 19 minutos se marcaron los tres goles que decidieron el choque (2-1) y que dejaron fuera del torneo a las primeras de cambio al campeón de Europa. Una ronda más aguantó el que era subcampeón de Europa, el Valencia, que sucumbió ante el colista del grupo IV de Segunda B por penaltis. El Guadix llegó a ir ganando 3-0, pero los chés igualaron a cuatro -según el técnico del equipo granadino Teixidó- porque “empezaron a colgar balones a su delantero de tres metros” (que era Carew). El fallo de Angulo en la tanda final desde los once metros llevó la euforia al Municipal y adornó la historia de un club que terminó desapareciendo cuatro años después. Vistieron la camiseta del Valencia esa noche Deschamps, Milla, Sánchez, Ayala, Baraja…

El Barcelona fue el rey de las pifias coperas durante las tres siguientes campañas. En la 2001-02 el Figueres de Gratacós le superó 1-0 gracias a un postrero gol de Kali Garrido. Aquel Figueres -que llegó a ser semifinalista- dejó en evidencia a un once en el que estaban Reina, Puyol, Xavi, Alfonso, Saviola y Overmars entre otros. “¿Hubo vergüenza ayer? No”, reflexionaba Mundo Deportivo tras el choque. Alfonso Pérez sacó de conclusión que ya no quedaban “tontos” en el fútbol. Tampoco fue tonto el Novelda, colista del grupo III en ese momento, el 11 de septiembre de 2002. Un hat-trick del delantero Madrigal dejó helado al Barça de Van Gaal. El técnico del conjunto alicantino era Teixidó, el mismo que se cargó al Valencia con el Guadix. El 3-2 dejó en evidencia la falta de tensión de los culés en el choque y también el escaso compañerismo rayano en la maldad de Frank de Boer, quien acusó directamente a su compañero Enke de la derrota. El meta alemán comenzó tras ese partido a acusar los síntomas de una depresión que desembocaron en su triste final. A la conclusión del encuentro los jugadores victoriosos rezaron un Padre Nuestro en el mismo césped de La Magdalena en homenaje a su compañero Pedro Alberto, que falleció semanas antes de un edema cerebral. Pedro Alberto, por cierto, formó parte de la plantilla del Toledo que eliminó al Madrid en 2000.
La última gran sorpresa de estas eliminatorias a cara o cruz también la protagonizó, para su desgracia, el Barcelona. El ex culé Óscar Ollés anotó en la prórroga el único gol de la eliminatoria de treintaidosavos para la Gramenet. No se puede decir que el Barça no lo intentó, porque disparó 31 veces sin éxito esa noche a la meta de Castilla. Iniesta, Messi y Etoo fueron titulares. Tras ese encuentro ya se podía leer en las páginas de Mundo Deportivo voces como las de Francesc Aguilar pidiendo modificaciones: “El torneo del K.O. tiene que cambiar. No es posible que el vencedor tenga el mismo premio que el club que acaba sexto o séptimo en Liga”. Parecería sensato que el vencedor de la Copa llegara a la Champions, desde luego, pero la decisión que se adoptó fue darle la ventaja a los conjuntos que participaran en Europa de tener una vuelta como locales para arreglar posibles despistes en campos pequeños.

Con todo, la Copa ha ido dejando -cada vez más con cuentagotas- sorpresas impensables como las dos temporadas consecutivas en las que el Madrid quedó fuera ante sendos Segundas B y encajando muchísimos goles (primero el Alcorcón y luego la Real Unión); cuando el Getafe remontó al Barcelona endosándole un 4-0; que el Formentera fuera capaz de derrotar a un titán como el Athletic a doble partido hace dos temporadas y también -éxitos más magros- los empates como locales que fueron capaces ante de conseguir ante rivales colosales el Écija, Olímpic de Xátiva o Villanovense.
El último conjunto que ha encarnado los valores puros de superación y de ilusión que antaño emanaba la Copa del Rey ha sido el Mirandés de la 11-12. A las órdenes de Carlos Pouso fuera del campo y del divino calvo Pablo Infante dentro, los rojillos se cargaron a sus iguales Amorebieta, Balona y Logroñés antes de sorprender a los primeras Villarreal, Racing y Espanyol. El Athletic les paró los pies ya en semifinales. Ese mismo año subieron al fútbol profesional y en Segunda fueron capaces de aguantar cinco temporadas consecutivas -el año pasado regresaron-. En aquella plantilla militaba César Caneda quien este mismo miércoles, con 41 años, se enfrentará al Valencia en Las Gaunas con el Logroñés. En su mente disfrutar con la ilusión de un chaval y seguir sumando partidos que recordar -ya lleva 784 como profesional- en su mente. Él como todos los aficionados de los equipos modestos soñarán estos días con un imposible y se levantarán con una sonrisa en el rostro. ¿Y si…?