El entrenador del próximo rival del Córdoba, el Real Murcia, encarna a la perfección el espíritu del hombre curioso. Adrián Hernández tiene a sus 35 años tres carreras y una pasión que, en la primera pregunta a la que ha de responder coloca en el último lugar por aquello de ser la más evidente: “realmente soy licenciado en administración y dirección de empresas y a título personal hice pedagogía y periodismo pero realmente lo que soy es profesor de secundaria… y entrenador, claro”.
Lo de Adrián Hernández con el fútbol le viene desde pequeño. Su vida es un ejemplo, y no se trata de dibujar una taza sonriente de esas de Mister Wonderful, de que si uno se empeña mucho tiempo en conseguir una cosa lo acaba logrando. Así, me explicó que “estudié en un colegio clerical de aquí del centro de Murcia, Capuchinos, y mis profesores siempre me quitaban las libretas. Luego fue mi mujer la que mientras estudiábamos en la biblioteca de la universidad me las quitaba porque me distraía haciendo equipos, mis tácticas, mis cosas, mis inventos… ha sido mi pasión desde pequeño”.
Hernández es churrero, pero eso no es ninguna habilidad extra sino el gentilicio de la pedanía de Churra, que -aclara- “apenas está a un kilómetro del centro de Murcia. De hecho, la Nueva Condomina está en el Código Postal de Churra”. Por eso él le confesó al compañero Luis María Valero que su gran ilusión era dirigir al equipo grana, porque desde pequeño “lo he mamado”. Irónicamente, que su club del alma atraviese un momento delicado le ha venido bien, porque reconoce que “en seis temporadas he estado en cuatro ascensos y dos play-off con el Churra (Tercera División actualmente) y eso me ha dado la posibilidad en este Murcia low-cost que vivimos de llegar al banquillo”.

El pasado del equipo con más temporadas en Segunda de todos es una capa púrpura que puede llevar a engaños. La actual plantilla del Real Murcia no es, sobre el papel, candidata a luchar por el ascenso, y Hernández advierte de la paradoja: “el escudo pesa mucho. Confío mucho en los futbolistas, pero si uno mira la trayectoria de mis jugadores… el objetivo ha de ser la permanencia, pero el escudo pesa mucho y eso es difícil que lo entienda la gente. Hay equipos que a lo mejor individualmente son para pensar en la permanencia, pero que con el colectivo pueden estar entre los ochos primeros. Queremos hacer una temporada no ya de transición sino en la que se forje algo para pensar en el futuro”.
Para ello se ha confiado en el trabajo de este joven técnico que se define como “un gestor que procura adaptarse a lo que tiene y a las condiciones para no llevar mi ego a la frustración del equipo. Sacarle el máximo rendimiento a la empresa, al club… a lo que tengamos”. Y en cuanto a su idea de juego “me gustaría llegar a un punto medio entre Valdano y Simeone. Eso sería lo idílico para mí. Ahora mismo me gusta mucho el trabajo de Klopp. Es lo que intento, pero de ahí a conseguirlo… El mejor gestor es aquel que saca el máximo rendimiento de lo que tiene”.

De su ideario hay una frase que me llamó la atención: “cuantos más impactos, más lejos del gol”. Él la explica así: “a todo entrenador nos gusta la posibilidad de definir, que se terminen jugadas. Muchas veces aspiramos a un estilo de ataque rococó y enroscamos demasiado la jugada y los grandes futbolistas lo que hacen es buscar portería porque con lo que cuesta llegar al área rival no se pueden desaprovechar esas oportunidades”.
En la actual plantilla de su equipo hay un jugador -Manolo López- que a sus 33 años ha tenido la oportunidad de jugar en tres equipos de Murcia capital -Ciudad, Ucam y ahora Real- ; otro de los fichajes de esta temporada, el lorquino Alberto Rodríguez, tuvo que pedir perdón a la que iba a ser su nueva afición porque con 17, cuando estaba en el juvenil del Lorca y el Real Murcia podía descender en los despachos escribió en twitter: “Solo por vuestra prepotencia, ojalá descendáis, Puta Murcia. Hoy vuelvo a recordar por qué odio al Murcia”. Desde fuera da la sensación de que en Murcia ciudad y región se vive en una constante guerra civil ¿Cómo afecta al Real Murcia la existencia de otros equipos que han competido o compiten por la primacía en el fútbol local? “Murcia es una ciudad muy grande. La sexta o séptima de España. Más de lo que su nombre indica. En la propia ciudad sí que puede existir controversia con UCAM y antes con el Ciudad de Murcia, pero sobre todo porque nunca hemos puesto al Real Murcia donde se merece. Es un equipo que debería estar por ciudad, gente, economía… por todo… en Primera y nunca se han hecho las cosas de forma adecuada. Los proyectos han sido cortoplacistas, no hemos tenido paciencia y la culpa nos la hecho a nosotros mismos porque no hemos sido capaces en los últimos veinte o treinta años por no hacernos el foco de toda una región”. Esa es la compleja misión de Hernández, un prolijo estudiante al que la ilusión le ha invadido su presente y, con suerte, su futuro.