Egil Olsen, el teórico marxista que llevó a Noruega a dos mundiales y que votó a una futbolista para el FIFA World Player

No deben quedar muchos noruegos que puedan presumir de haber vivido los dos mejores momentos de su selección nacional de fútbol. Si obviamos -tal vez sea mucho obviar- que en 1920 eliminaron a la selección del Reino Unido en los Juegos Olímpicos de Amberes, los dos éxitos más relevantes llegaron entre 1936 y 1938 y entre 1993 y 1998. En los años treinta una selección cuya estrella era el rebelde Halvorsen fue capaz de eliminar a la Alemania nazi en “sus” Juegos y luego perder con la poderosa Italia de Victorio Pozzo en el segundo Mundial que los transalpinos ganaron consecutivamente.

El singular Egil Olsen llegó al comienzo de los noventa al banquillo de la selección noruega. Olsen había sido internacional con su país en 16 ocasiones durante los sesenta. Le apodaban “Drillo” por su capacidad para driblar a contrincantes. Según su amigo Nils Arne Eggen debería haber tenido más oportunidades con su país, pero Olsen se topó con la figura del estricto técnico Willi Kment, que no le perdonaba su apariencia hippy y sus ideas izquierdistas. Olsen nunca ocultó que era miembro del partido comunista de Noruega (AKP).

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Olsen en el banquillo del Wimbledon (aftenposten)

Lo que no pudo lograr como jugador se empeñó en conseguirlo como técnico. Tras más de dieciocho años forjándose en modestos equipos locales, en 1990 accedió al cargo de seleccionador noruego. En la fase de clasificación para el Mundial de ese año Noruega había terminado penúltima de su grupo, apenas superando a Chipre. Tras tres años de trabajo de Olsen Noruega arrasaba en su grupo de clasificación para el Mundial del 94, quedando por delante de Holanda y de Inglaterra y cediendo apenas un triunfo ante Turquía en la última jornada, cuando ya no se jugaba nada. ¿El secreto? Su visión científica del fútbol y su capacidad para explotar las virtudes propias y contrarrestar las del rival. Olsen acumulaba estadísticas propias y ajenas y, a fuerza de pelotazos y de un férreo 4-5-1 que el tiempo fue edulcorando, fue ganando puntos y confianza.

En Estados Unidos cayó en un grupo terrorífico y apenas un gol le dejó por debajo de México, Irlanda e Italia, que tenían los mismos cuatro puntos que los noruegos. El tanque Fjortoft explicó que en ese torneo cometieron “todos los errores que un adolescente comete cuando llega por primera vez a una fiesta grande”. Por ejemplo, entrenar jugando al tenis con “más calor que en el Sáhara” a mediodía en Washington. Aprendieron.

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Una formación de la selección noruega en 1998

Tras volver a arrasar en la fase de clasificación para otro Mundial (20 puntos obtuvo el combinado varego, sacando ocho al segundo clasificado, Hungría, y sin ceder una derrota), Noruega llegó a Francia’98 como una selección ya realmente temible. Tanto era así que había alcanzado incluso el segundo puesto en el ranking de la FIFA. Olsen y sus chicos -ojo, tampoco eran cojos: Flo, Solskjaer, Rekdal, Leonhardsen, Mykland, Bjornebye…– no fueron capaces de vencer ni a Marruecos ni a Escocia, por lo que debían hacer una machada ante Brasil para acceder a octavos. Los goles de Hadda Kamatcho y de Bassir convertían la proeza en quimera y cuando encima Bebeto marcó en el 78’, ya nadie apostaba por los nórdicos. Sin embargo, cinco minutos más tarde Flo marcó un golazo y luego se inventó un penalti que Rekdal convirtió en el histórico 2-1 final. Noruega había derrotado a la vigente campeona del mundo en Marsella, el mismo lugar que sesenta años antes otra defensora del título como Italia la había eliminado en su primera participación (precisamente Italia eliminó a los noruegos en octavos unos días más tarde, pero que les quiten lo bailado).

Olsen dejó de ser entrenador de Noruega después de ese torneo, pero antes se convirtió en el primer seleccionador que dedicó sus votos en el FIFA World Player -en el del 95 concretamente- a una mujer, su compatriota Hege Riise.

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«Drillo», durante un entrenamiento

La carrera de Olsen no alcanzó nunca un punto más álgido tras lo del 98, pero sí que da para alguna anécdota más. En 1999 dirigió al Wimbledon y allí trató de poner de moda una especie de katiuskas para combatir la artritis y con las que pisaba el campo durante los entrenamientos. Las vendían en la tienda oficial del club por 9,99 libras. También mientras trabajaba en el club del sur de Londres se negó en una ocasión a dar una rueda de prensa intersemanal hasta que los periodistas nombraran los diez países más grandes de Europa, porque Olsen era un fanático de la geografía, habiendo llegado a escribir un libro titulado «Drillo´s world»  (y del póker. Y también un furibundo enemigo del tabaco). Su discurso y su manera de entender el fútbol -sobre todo en lo referente al marcaje zonal- no cuajó en un club más acostumbrado a las maneras de la Crazy Gang (Vinnie Jones y su tropa). El ex futbolista Solbakken definió el divorcio que condujo a su despido de una manera muy gráfica: “un neurocirujano no debería trabajar con campesinos”.

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Las botas personalizadas de Olsen (Getty Images.Gary M.Prior)

La última experiencia internacional de Olsen -tiene 77 años en la actualidad- le llevó a Irak. En 2007 se convirtió en técnico de la selección de aquel país después de unas duras negociaciones y apenas unos meses después fue despedido sin que apenas se enterara. La federación de aquel país colocó a otro entrenador -Jorvan Vieira- y así conoció el noruego su “despido”. En Irak se creía que Olsen no era lo suficientemente estricto con sus jugadores.

Fuentes

Pulp Football, de Nick Szczepanik

https://es.scribd.com/document/109775988/Egil-Olsen

https://www.telegraph.co.uk/sport/football/teams/mk-dons/4271960/Drillo-Egil-Olsen-is-a-true-football-eccentric.html

 

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