En 2003 el empresario Enrique Pina, detenido hace un año en el marco de la Operación Líbero, culminó una de sus operaciones futbolístico-especulativas más espectaculares. El mismo que presentara hace unos meses una declaración de renta a devolver a pesar de haber ganado 12,4 millones en siete años subió entonces al Ciudad de Murcia a Segunda. Pina fundó el Ciudad en 1999 y tardó menos de un lustro en llevarlo al fútbol profesional. Dos tantos del especialista Pepe Aguilar -quien también coló el gol del ascenso del Real Murcia ante el Granada en 1999- dejaron k.o. al Castellón de Oltra y Quero en la última jornada de la liguilla de ascenso.
Para el estreno en Segunda Pina confió en el célebre Juanma Lillo. El tolosarra quería resurgir tras sus fracasos en Zaragoza y Tenerife y según contó en su presentación el Ciudad era entonces “un club con ganas de crecer. Intuyo que aquí puedo ser feliz y contribuir al crecimiento de la entidad, lo que me permitirá también crecer a mí con ella”. De paso, apuntó que él y Pina marchaban “por el mismo camino. Ver el fútbol de la misma forma es fundamental para poder entendernos”. No sería así, como comprobaremos en breve.

Pina construye, sobre el papel, un equipazo. Entre otros: Christian Díaz, Jorge Sánchez, Manel, Turu Flores, Lasa, Jokanovic y los prometedores Camuñas, Héctor Font y Dani Güiza. El Ciudad, cuyo objetivo era una permanencia cómoda, suma en el arranque del campeonato una cifra de puntos que le permiten estar más cerca del ascenso que del descenso. Además, en septiembre incorporan a su plantilla a alguien muy especial: Pep Guardiola. El de Santpedor había estado a punto de llevar a Lillo al Barcelona como confesó el propio técnico vasco: “Él iba a ser el director deportivo de la candidatura de Bassat, que era el gran favorito, y me propuso ser el entrenador si eso pasara. Al final, ganó Laporta, pero ese hecho habla de la enorme estima profesional que hay del uno para el otro”. En ese septiembre de 2003 Guardiola –“que es como mi hijo”, para Lillo- se quería poner a punto para su última experiencia como futbolista profesional en el Al-Ahly de Qatar y pidió permiso para entrenar con el Ciudad de Murcia. Idiakez, entonces jugador y luego técnico, relató que “fue increíble porque a nosotros venían a vernos entrenar 20 personas mientras que aquellos días acudieron 1.500. Me ayudó a entender todo lo que mueve este tipo de jugadores. Estuvo muy cercano a nosotros. Disfrutamos mucho con él”. Nunca hubo una opción real de que se quedara para ayudar al novel conjunto murciano a conservar la categoría porque Guardiola afirmó que “cuando salí del Barça decidí no jugar en España con ningún equipo”. Eso sí, eligió el Ciudad porque el trabajo de Lillo se parecía mucho al que realizaba en el conjunto culé.
Guardiola se marchó, pero bendijo al Ciudad a corto plazo. Otro gol clave de Pepe Aguilar les permitió superar al Numancia en Copa y que se enfrentaran en dieciseisavos precisamente al Barcelona a partido único en La Condomina. Repasando los periódicos de aquella época sorprende lo muy en serio que se tomaron el torneo los blaugranas -portada de Mundo Deportivo: Como una final– después de los tropiezos sorprendentes de temporadas anteriores. Eso y, claro, que se les preguntara tanto a Rijkaard como a Gabri por el técnico de un equipo de Segunda. Ambos fueron claros: Rijkaard comentó escuetamente sobre Lillo que no le conocía y Gabri que jugar contra Lillo no les daba ningún morbo.
No hubo opción para el morbo sobre el verde. Aquella noche -en la que debutó como culé el juvenil Oriol Riera– el Barça ganó 0-4 (Saviola, Overmars (2) y Ronaldinho). Lillo explicó que los suyos habían jugado “absolutamente acomplejados” mientras su presidente Pina aprovechaba la oportunidad para sacar pecho ante los medios argumentando que había sido el único representante que había cobrado por el traspaso de Saviola al Barça.

Fue la última noche cómoda de Lillo en el Ciudad. Un mes y ocho días después era despedido tras perder 2-0 en El Mirador ante el colista Algeciras. Más allá de la irregularidad liguera -su equipo todavía tenía cuatro puntos de margen con el descenso- la razón de la marcha de Lillo se encuentra en sus malas relaciones con Pina. El empresario había echado en diciembre al lesionado capitán Idiakez y a dos de los fisios tras haberles pillado un sábado de madrugada de fiesta en una discoteca. Lillo contestó en rueda de prensa: «No sé si esa era la finalidad del propio presidente pero no dimitiré, nunca se debe desertar. No entiendo que se hablen maravillas del equipo hasta Soria, en el que no jugamos mal, simplemente no fuimos, y ahora, por sólo dos días se juega mal. ¿Pesan más dos que trece? No entiendo todo esto. Por un sólo partido parece que jugamos mal todos».
Así se acabó la (corta) historia de Lillo en el Ciudad de Murcia que luego acabó siendo traicionado por el propio Pina y reconvertido en el Granada 74 de Carlos Marsá. Seis victorias, diez empates y siete derrotas. Y un becario que, después, para algunos terminaría cambiando la misma historia del fútbol.
Fuentes:
https://www.laverdad.es/murcia/v/20130827/local/region/tres-dias-guardiola-murcia-201308270040.html
https://www.diariocordoba.com/noticias/deportes/lillo-bara-ciudad-murcia-elecciones_77618.html
https://trescuatrotres.es/cuando-guardiola-entreno-en-murcia/
https://www.publico.es/deportes/contradicciones-lillo.html
https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/deportes/otro-vastago-lillo_1304004.html
https://eldia.es/jornada/2003-12-04/5-Seismo-Ciudad-Murcia-despido-Idiaquez-acusaciones-Lillo.htm