El espectacular Barça-Atlético del 94 que hizo que a Cruyff le preguntaran por el vídeo arbitraje (y en el que el cordobés Antonio Flores tuvo protagonismo)

-Coño, pero si es…

El otro día Movistar recordó el Barcelona-Atlético de la 93-94. Aquel no fue un partido cualquiera. En Mundo Deportivo Andrés Astruells lo catalogó entre ese tipo de encuentros “que se recuerda durante años, que se explica entre generaciones y que merece fotografías y alusiones históricas en los anales del Barça y de la propia Liga”.

Sucedió un doce de marzo. El Barça perseguía al Deportivo a once jornadas del final de la Liga que decidió el fallo de Djukic -o el acierto de González, según se quiera ver-; el Atlético estaba entre agitado y revuelto, como casi siempre durante la era Gil. Iselín Santos Ovejero dirigió su tercer y penúltimo partido en el banquillo colchonero, siendo el quinto técnico de aquel grupo durante esa campaña (no el último, que fue otro clásico como D’Alessandro).

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Romario celebra el 3-3 acompañado por un señor que fuma un puro (Youtube)

Romario dio un auténtico recital. En el minuto doce aprovechó una pase filtrado con sutileza por Guardiola para elevar desde fuera del área la pelota con la potencia justa para que superara a Abel y que luego cayera en el interior de la portería por el lado derecho del vencido arquero. El resto del primer tiempo fue una locura. En el minuto 21 el Atlético empató de penalti transformado por el riojano Pedro. Pedro lo lanzó fuerte y al mismo centro de la portería de Zubizarreta. Cualquier manera era buena para batir al legendario portero desde los once metros, que no era precisamente su especialidad. En el 28’ Andújar Oliver se traga un penalti de Zubizarreta a Pirri y en el 34’ anula un gol legal por inexistente fuera de juego a Romario. En el 35’ Manolo cuela el 1-2 tras rematar como solo el pichichi extremeño sabía hacerlo un centro de Pirri desde la izquierda. En su celebración -en aquellos tiempos no se tapaban la boca- espeta: “me cago en la puta”. En el 40’ Stoitchkov empata de nuevo con un golazo de falta. Para rematar el espectáculo, un cabezazo de Caminero colocó el 2-3 al borde del descanso en la portería del Camp Nou que adornaba la publicidad de “Super Nintendo”. En ese momento del encuentro ya habían sido expulsados Koeman y Vizcaíno por doble amarilla.

Si el primer tiempo fue delicioso para el espectador, el segundo no lo fue menos. En el 57’ Abel le adivina un penalti a Stoichkov y en el 64’ Andújar vuelve a anularle un gol a Romario tras consultar a su auxiliar. Un ayudante de pelo canoso y mirada felina y característica… y que tengo la suerte de conocer. El cordobés Antonio Flores, con quien tuve el privilegio de compartir retransmisiones radiofónicas, era quien había decidido que la posición de baixinho no era la correcta a la hora de ejecutar la suerte suprema. Apenas un minuto después del revuelo y la confusión -y para fortuna de mi amigo Flores- Romario metió otro tanto, a pase de Stoichkov, que sí subió al marcador. Tras marcarlo aparece en escena un señor con gabardina color crema, corbata y puro que abraza al brasileño y acompaña al resto de los eufóricos jugadores durante la celebración. Una escena que merecería haber sido descrita por Vázquez Montalbán. El cuarto del Barça, que fue el tercero de Romario y su quinto triplete esa temporada, llegó tras un pase de Bakero. En las pantallas de Canal Sur las repeticiones mostraban -sobre un rótulo de Manzanilla El Rocío– la desolación de Gil y de los suplentes del Atlético. Hubo un quinto, de Stoichkov, que terminó de soltarle el gatillo a Andújar y que provocó las expulsiones del propio atacante búlgaro y de López.

antonioflores
Andújar Oliver charla con Antonio Flores durante el encuentro (Mundo Deportivo)

De las crónicas se colige que la emoción y el entusiasmo superó a la polémica en el recuerdo inmediato de lo vivido esa noche en el Camp Nou. A pesar de todo, a Cruyff le preguntaron por la actuación de Andújar Oliver -y de mi amigo Antonio Flores- y éste fue gentil: “no hay que ser duros con él. Ya sabemos cómo es. Él defiende a sus liniers cuando anulan los dos goles, que fueron como una casa”. Y, ojo, porque algún visionario reportero le preguntó al genio holandés por si vería buena la introducción del video arbitraje en el fútbol: “¿Introducir el video? No, el árbitro es un objetivo muy interesante si estás enfadado. Es parte del juego y no hay que poner máquinas”.

En ese 1994 después de los partidos también hablaban los árbitros y Andújar -tras doce tarjetas, cuatro rojas, dos penaltis pitados, uno que no pitó y debió pitar y dos goles mal anulados– no se cortó al explicar lo que pasó en ese Barça-Atlético. “Me han obligado a desenfundar”, argumentó después de redactar en su acta que Cruyff había llamado “hijos de puta” al cuarto árbitro y a mi amigo el auxiliar Antonio. Irónicamente,  le dio “un diez” a Koeman y a Stoichkov porque a pesar de haberles expulsado le habían felicitado tras el encuentro (del segundo, por cierto, apuntó que “le he tenido 88 minutos controlado, pero en dos se ha desquiciado”).

Tras ver las canas de Antonio Flores en ese histórico vídeo no pude evitar escribirle:

-Antonio, muy buenas. Aquí Toni Cruz. Me alegra saludarte ¿Éste eres tú? (con la captura adjunta)

-Hola, Toni. Sí, soy yo.

-¿Qué tuviste problemas con Cruyff y Stoichkov, no?

-No tuve problemas más de los lógicos después de anular un gol a un equipo que va perdiendo.

-¿Te dijeron lo que dijeron que dijeron… o eso se queda en el campo?

-No, el que más protestó fue Goikoetxea, que estaba calentando. Ellos, si dijeron algo, estaban muy lejos de mí. Es verdad que no pude oír nada y además había un griterío impresionante. Como anécdota te diré que Nandi -apunte: jugador entonces del Córdoba- nos estaba esperando a nosotros y a Toni -Muñoz, lateral internacional cordobés entonces en el Atlético- para ver el partido porque estaba en Barcelona recién operado del pie cuando se dio un tiro.

Historia de un espectacular Barcelona-Atlético que vi en 1994 narrado por Manuel Ladrón de Guevara sin saber que cinco lustros más tarde lo reviviría lanzando un:

-Coño, pero si es…

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