La historia del Torpedo 66, el club de Cebolla que se llama como uno ruso, se apellida como uno alemán y viste como uno italiano

En la provincia de Toledo hay un pueblo llamado Cebolla y otro denominado Pepino que distan treinta kilómetros. En ambos sitios juegan al fútbol, pero solo en uno de ellos pueden presumir de tener un club que se llama Torpedo.
El Torpedo 66 de Cebolla nació -según explica divinamente uno de sus fundadores, Luis Miguel Valencia– un viernes santo en un Seat 1400. Las timbas de poker y copas de la noche anterior no impidieron a unos jóvenes del pueblo se desplazaran Vegas de San Antonio a jugar una pachanga. A la vuelta, comenzaron a especular con la posibilidad de dar un paso más en su afición. Querían crear un equipo que representara a Cebolla, pero sin que su topónimo les supusiera una rémora -con una sutileza deliciosa lo explica el señor Valencia: «es el nombre del pueblo del cual nos sentimos orgullosos, pero tampoco queríamos que se midiera el nombre del pueblo por los resultados que nosotros pudiéramos sacar, sobre todos si eran malos»-. Así que dejaron volar su imaginación. Primero descartaron, lo cual sinceramente agradezco, bautizar su proyecto como «Atlético» «Deportivo» o «Sporting». Luego rebasaron sus fronteras y así recalaron en la exótica y procelosa en aquellos tiempos franquistas Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Por aquellos tiempos el Torpedo de Moscú era uno de los conjuntos más poderosos más allá del telón. Además, sonaba muy potente. Que Cebolla no contara con industria armamentística no resultó un óbice. Eso sí, lo que no sonaba demasiado armónico era que el apellido del club en gestación fuera el nombre de la localidad. Torpedo de Cebolla no parecía demasiado serio. Así que a uno de los ocupantes del Seat 1400 se le ocurrió darle un toque teutón al asunto y colocar detrás del Torpedo el año de fundación. Torpedo 66. Sonaba tan bonito como suena hoy. Faltaba el color identificativo. Al parecer, querían unas camisetas que les diferenciaran de verdad de sus vecinos. Uno de los fundadores acudió a Madrid y consiguió allí una con los colores rojinegros del Milán y otra con los blanquinegros de la Juventus. Se votó y así es como el Torpedo 66 de Cebolla viste de blanco y negro. Su primer campo se ubicó en unos terrenos llamados Paraje Balombique (como pueden comprobar todo suena bien al escribir sobre este club).

Durante años el Torpedo 66 fue capitaneado, entre otros, por el posteriormente General de Brigada César Muro y obteniendo unos resultados bastante dignos en categorías acordes con la localidad donde juega -en Cebolla en 2018 moraban 3.263 almas-. Así hasta que en 1996 logra su primer ascenso a Tercera. Once temporadas ha conseguido desde entonces mantenerse en esa división, siendo su techo un cuarto puesto que le permitió disputar una liga de ascenso a Segunda B ante Algeciras, Don Benito y Maracena. Que los cebollanos acabaran los últimos con una única victoria (3-2 al Don Benito que privó del ascenso a los extremeños) no empaña el mejor recuerdo de los 53 años de existencia del club.
¿El mejor? Bueno, no para su socio número uno. Felipe Yuste, quien dijo en los actos del cincuentenario que su mejor momento como aficionado del Torpedo fue «golear al Malpica en su campo que eran los eternos rivales. Fue una satisfacción increíble». Ya ven que los derbis no entienden de categorías. Y que, curiosamente, el máximo enemigo de los de Cebolla no es el Pepino.