Hubo un tiempo en el que al Villarreal lo entrenaba un señor con gorra. No hace tanto, en Vila Real ni se imaginaban jugar en Europa. Casi ni tan siquiera conocer la Primera división. De hecho, hasta 1992 apenas habían vivido dos temporadas en Segunda (y sucedió en los años setenta).
Tras su agónico ascenso en La Línea, su primer técnico en el retorno a la categoría de Plata en ese 92 fue un peruano llamado Osman Bendezu. Bendezu había terminado su carrera como futbolista en el Castellón, al que luego llegó a entrenar en Primera en el 82 para descenderlo sumando apenas 12 puntos. Su gran éxito en un banquillo hasta ese año había sido un ascenso con el Nules, al que luego también bajó. Su foto con gorra ciclista amarilla a lo líder del Tour en el especial liguero de Don Balón tiene mucho de icono.

En realidad, el limeño era más famoso por su peculiar teoría de los biorritmos que había tratado de aplicar en el Castellón. Según argumentaba Osman, se podía conocer el estado anímico y físico que iba a tener cada jugador cuando se pusiera las botas a través de una fórmula matemática. Bastaba con dividir los días que había vivido hasta ese preciso instante cada jugador entre 28 para detectar si estaba en alguno de los tres días tontos de su ciclo biorrítmico. Fracasó, claro, porque como confesó con sinceridad décadas después al diario Mediterráneo: “Era una moda que salió en revistas deportivas e intenté aplicarlo al fútbol, pero la verdad es que no daba resultados, prueba de ello es que bajamos”.
Osman tampoco empezó demasiado bien la temporada en el equipo del Madrigal -entonces se llamaba así y no se debía parecer nada al actual Estadio de la Cerámica-. De hecho, el Barcelona B le propinó la mayor goleada de su historia al conjunto groguet (8-1 con dos de Vucevic, dos de Maqueda, uno de Christiansen, otro de Óscar García y dos más de -ojo- Sergi Barjuán; el del Villarreal lo coló el legendario Alcañiz, que luego ponía copas en un pub llamado Waticano).
Atendiendo al mal momento en la clasificación, más cerca del descenso que de la calma, la Copa del Rey debía haber sido algo residual para ese Villarreal. Eliminó, no obstante, con solvencia en primera ronda al Andorra antes de que la suerte le emparejara con el Espanyol de Novoa. Los periquitos, que apenas cuatro año antes habían llegado a la final de la UEFA, afrontaban esa eliminatoria undécimos en Primera y a tres puntos de los puestos europeos. Era el Espanyol ruso de los Kuznetov, Galyamin, Moj y Korneiev. La eliminatoria ante el Villarreal, entonces considerado un equipo menor, pareció resuelta en el encuentro de ida con el 1-2 del Madrigal (goles de Francisco y Kuznetov para los visitantes y del posteriormente cordobesista Algar para los locales).

Pero el delantero albiazul Escaich, una semana antes del choque de vuelta en Sarriá, dijo una frase que luego fue lapidaria pero que entonces no pasó de reflejar su enfado por no contar para Novoa: “esto huele a mierda”. La vuelta se celebró un 30 de diciembre y las gradas del feudo espanyolista tenían ganas de bronca porque su equipo estaba flaqueando en Liga. Encima, los de Osman tendrían los biorritmos a tope porque desarbolaron en una primera parte brutal a su rival. 0-4 con una exhibición de los Ibeas, Reyes, Mateu o Edu Arnau. También ayudó el mal día de Biurrún y, sobre todo, de un Mino que se marchó al descanso llamando “hijo de puta” a un aficionado que le insultó del mismo modo. La segunda parte no tuvo mucha historia, salvo que tuvo 25 minutos el mítico Makanaki, que jugaba (poco) en ese Villarreal. Un gol de penalti de Korneiev y otro del mejor delantero vilarrealense -Adriano- dejaron el marcador en un 1-5 que fue festejado entonces como lo que era: una sorpresa mayúscula.
El paso del tiempo ha cambiado mucho el recuerdo de ese choque. Tristemente dos jugadores de aquel Villarreal ya no están –el portero Navarro y el medio Madueño-. Osman fue despedido en la jornada 26 tras perder 2-4 ante el Lleida y nunca más volvió a entrenar en Segunda (que haya podido saber, siguió su carrera en el Europa, el Castellón, el Sant Jordi, el Vall d’Uxó y el Benicassin). “En estas categorías te dedicas al fútbol por ilusión más que por otra cosa”, dijo en 2007. El Espanyol, con altibajos, no ha dejado de ser el Espanyol (bueno, en esa época se escribía con “ñ”). El Villarreal que entonces se salvó de bajar a Segunda B se quedó catorce años después a un penalti de entrar en una final de Champions.
Cosas de los biorritmos del fútbol.
FUENTES:
http://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/deportes/sigue-pie-canon_293280.html
http://submarinoamarillo.net/villarreal/espanyol-1-villarreal-5-la-machada-sarria/
http://www.renaldinhos.com/2016/05/futbol-pre-metrosexual-vi-osman-bendezu.html
https://www.bdfutbol.com/es/p/p.php?id=513217
http://historiasracinguistas.blogspot.com/2009/01/navarro.html
http://www.enalbinegro.es/adios-a-rafa-madueno-criado/