Hay en Santa Lucía de Tirajana, ciudad de la Gran Canaria, un lugar llamado “Sepultura del Gigante”. Allí, en un entorno mágico, la leyenda cuenta que un gigante, Tira, mató a otro gigante, Jana, y luego de puro grito de dolor al asesino se le escapó el alma por la boca.
El Vecindario fue el equipo más importante de Santa Lucía y, de paso, el cuarto equipo canario –y último hasta la fecha- en hollar el fútbol profesional. Estuvo apenas una temporada -2006-07-, pero la vivió intensamente.
Su ascenso fue una sorpresa. Se coló en el play-off como cuarto del Grupo I por detrás de Las Palmas –que también subió- y por delante del mismísimo Rayo de Míchel. A aquel equipo lo entrenaba el conocido en Canarias como el Entrenador del Pueblo, Pacuco Rosales. Siempre con sus inconfundible aspecto setentero, Rosales se había asentado en el sur de su isla tras el ascenso con Las Palmas del 96. No se podía esperar que volvería a subir a Segunda y con un club tan modesto.
Pero el Vecindario, con un elenco de jugadores curtidos en Segunda B y con dos estrellas que ya afrontaban el ocaso de sus carreras –el portero Santi Lampón, que fue el suplente de Las Palmas en el 96, y el delantero donostiarra Raúl Borrero– logró una doble proeza. Primero se cargó al Cartagena –en su segundo batacazo histórici tras el cordobazo del 99- merced a un gol de cabeza de Suso Ruano y a un penalti que Lampón detuvo a Sabino. Luego eliminó al también sorprendente Levante B que se había cargado al Burgos.
Así que tras la modesta fiesta en el sur de Gran Canaria y la recepción del entonces presidente del Parlamento canario Gabriel Mato, el presidente del club, Manuel Suárez, se puso a buscar a toda prisa pasta y jugadores para remodelar su campo y su equipo.
Y lo primero, bueno: de las primeras cosas que se supone que hizo, fue firmar un acuerdo de colaboración con el Deportivo de la Coruña. Una entente que hizo que recalaran en la isla Iván Carril y el actualmente osasunista Xisco Jiménez mientras que Fabricio, el prometedor portero canario, se iría a tierras gallegas. Esa firma terminó siendo papel mojado para un Lendoiro que se “olvidó” de pagar hasta que la directiva canaria –ya con el descenso consumado- le reclamó 520.000 euros en 2011. Mientras el Deportivo no pagaba, José Luis Oltra –entonces su técnico- no podía dirigir al equipo desde el banquillo. ¿Saben cuál fue el primer campo en el que se sentó a dirigir al Deportivo cuando las directivas llegaron a un acuerdo y la Federación le dejó ocupar su lugar? Efectivamente, El Arcángel (22 de octubre de 2011, 0-2).
Además de Xisco y Carril, otros 19 jugadores recalaron en el Vecindario a lo largo de la 2006-07. Algunos más contrastados como el meta eslovaco Kelemen, otros cedidos como el entonces pipiolo y que lleva una gran carrera como Markel Bergara y otros más exóticos como el portugués Mozer, el hispano-filipino-excordobesista Guirado, el nigeriano Ekpoki y, por encima de todos, el Mortadelo del Cádiz Mirosavljevic. Por cierto, nada más estrenarse marcó el primero de sus cuatro goles con el Vecindario… al Cádiz precisamente.
Cuando llegó Mortadelo el Vecindario ya había despedido a Pacuco Rosales –le dieron nueve partidos de margen, de los que ganó dos y uno de ellos fue a Las Palmas- y también había sido dirigido por su Director Deportivo el uruguayo Toni Dumpiérrez. Su última esperanza era el veterano Castro Santos, pero el gallego no obró un milagro.
Y eso que contó con una “ventaja”. El Vecindario fue el primer equipo al que se le permitió jugar con césped artificial en el fútbol profesional. Su estadio Municipal, tras la remodelación a la que fue obligado por La Liga, albergó –no sin cierta polémica- todos los partidos de la temporada como local -menos los cuatro primeros- del Vecindario en Segunda. Se esperaba que ese tipo de superficie hiciera del campo de los albinegros un fortín, pero en realidad tampoco les fue tan bien –diez de los 21 equipos ganaron allí-. Con todo, y esto es curioso también, fueron capaces de tumbar a sus dos paisanos canarios (a Las Palmas 1-0 y al Tenerife 2-1).
Falta un último elemento que convierta en singular la breve historia del Vecindario en la élite. Jorge Sampaoli convocó nada más hacerse cargo de la selección argentina al joven -24 años- Mauro Icardi. A Icardi se le conoce por su paso por grandes clubes italianos como la Sampdoria o el Inter. También se sabe que compartió ratos en La Masía con el también rosarino Leo Messi.
Pero a Icardi, cuyos padres cambiaron Argentina por las Canarias cuando era un niño, se le descubrió cuando entre los nueve y catorce años –es decir: coincidiendo con el momento más dulce del Vecindario- marcaba goles en las categorías cadete del club de Santa Lucía de Tinajara. Hasta 500 goles se dice que marcó de albinegro hasta que su representante Abián Morano le convenció para que firmara por el Barcelona.
El Vecindario ya no existe –al menos, no he sido capaz de encontrar vestigios que aseguren su continuidad como club en alguna categoría regional-. Las deudas acumuladas en sus tiempos dorados, a pesar de la pasta obtenida por el Deportivo y por Icardi, fueron una losa insalvable para un club que se encontró con un ascenso inesperado y que vivió un año salvaje antes de empezar a desaparecer. Nadie les borrará el recuerdo a los aficionados de la ciudad de los gigantes caídos.
Fuentes:
http://www.deporpress.com/index.php/2014/02/19/la-ud-vecindario-al-borde-de-la-desaparicion/
http://mahounuel.blogspot.com.es/2016/11/cesped-artificial-en-el-futbol-profesional.html