Me puse a escuchar Bowie mientras escribo al filo de la medianoche. Life on mars. “Oh man, look at those cavemen go/ It’s the freakiest show/ Take a look at the lawman/ Beating up the wrong guy/ Oh man, wonder if he’ll ever know/ He’s in the best selling show/ Is there life on Mars?” (“Mira como se van aquellos hombres de las cavernas/ Es el mayor espectáculo de monstruos/ Echa un vistazo al representante de la ley/ Dándole una paliza al tipo equivocado/ ¡Oh cielos!/ Se pregunta si (él) alguna vez sabrá/ Que está en el espectáculo que más vende/ ¿Hay vida en Marte?”).
Se está celebrando un aquelarre en redes sociales y en despachos. La parte por el todo. El general por la legión. El director por la función. El alineador por los alineados.
Luis Carrión será –con casi total seguridad- sacrificado esta misma madrugada, mañana o pasado. Si no ha sido despedido ya.
Yo no me alegro porque lo considero un amigo –él, de hecho, así me ha llamado en la que puede ser su última rueda de prensa como entrenador del Córdoba-. Pero tampoco debería alegrarse nadie de nada de lo que está pasando. Ni siquiera su más furibundo detractor debería congratularse de lo que va a suceder. Primero, porque un despido es como la fiebre que indica una grave enfermedad y, de paso, también es un cartucho ya usado; segundo, porque cualquiera que vea fútbol con frecuencia reconocerá que los impropios errores de los jugadores –de jugadores profesionales, me refiero- son mucho menos achacables a cuestiones de técnica o táctica y mucho más a falta de actitud y, en algunos casos, de aptitud; tercero, porque en el fondo si usted que le ha gritado tiene un trabajo y una familia sabrá lo traumático que supone cualquier despido (Y no me vale que me diga lo de que va en el sueldo, porque ni por todo el oro del mundo querría sentirme como Carrión en estos momentos).
Dicho esto: Luis Carrión debe dejar el banquillo del Córdoba. Primero, lo más peligroso, porque ha probado todo y casi nada le ha salido esta temporada; segundo porque el equipo no compite nada más que cuando tira de casta –algo no demasiado frecuente y desde luego nada continuado- y ha naufragado en casi todos los encuentros tácticamente; tercero porque queda mucha Liga y el Córdoba necesita –creo- otro perfil de entrenador para salir de Segunda B; cuarto porque aprecio sinceramente a Carrión y creo que no merece seguir pasándolo tan mal.
¿Habrá vida en marte? ¿Habrá un mañana para el Córdoba tras este 1-5? A la primera pregunta, seguro, porque Ziggy Stardust fue tan real como el glam; a la segunda, me figuro que la catarsis dará lugar a un futuro distinto. Ojo: ni mejor ni peor. Distinto. Ay.
Jamas entendere a Carrion, jugar con Ramos siempre ha perdido con él, seguir con Romero y Pinillos sabiendo que estan acabados es algo unico, ademas de mantener de reserva a Markovic salvo los dos ultimos partidos no da credito a nadie, no me alegro de que lo despidan, pero es un bien para el Cordoba porque no sabe seguir, todas las pruebas que hacen acaban en goleada, los cambios destrozan al equipo por eso tarda tanto en cambiar, tiene miedo y eso no es un entrenador, empezó obcecado con Esteve, a marginado a Markovic y lo peor de todo, los jugadores juegan andando y pases cortos en defensa yendo perdiendo en casa, es como que les ha inculcado la pereza y todo por sus miedos, no sabe jugar con 5 defensas, y sus tacticas se ven desde un avion, ni una jugada de tecnico ni nada parecido, mal muy mal
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