Panamá, Estados Unidos y el segundo incidente de la tajada de sandía

Panamá se clasificó el martes por vez primera para un Mundial. Lo hizo en un final de hexagonal Concacaf tan surrealista como el que le dejara fuera de la anterior Copa del Mundo. Si en 2013 la “Sele” entrenada por Dely Valdés se quedó a minuto y medio de colarse en Brasil’14, esta vez el destino le compensó el trauma. En las dos ecuaciones, un adversario común –Estados Unidos- y el recuerdo de un suceso absurdo que llegó a costar una guerra: el incidente de la tajada de sandía.

A mediados del siglo XIX Panamá no era independiente. Formaba parte, junto con Colombia, del Estado de Nueva Granada. Los Estados Unidos, en pleno proceso de formación como imperio y conocedores de la importancia de controlar el Istmo de Panamá, consiguieron en el Tratado Mallarino-Bidlack el monopolio en la construcción de ferrocarriles en la región y, de paso, se aseguraron la potestad de intervenir militarmente en el país centroamericano si les daba la real gana (como todo lo que han hecho en los últimos tiempos, realmente).

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Pues bien, en el marco de ese acuerdo –abril de 1856- un gañán norteamericano llamado Jack Olivier estaba de farra en Ciudad de Panamá con sus compinches con una tajada como un piano esperando para volver a embarcarse rumbo a Nueva Orleans cuando decidió acercarse a un puesto de fruta regentado por un tal José Manuel Luna para comprarle una tajada de sandía. El yanqui se la zampó y le hizo un “simpa”, jactándose del hecho –no es difícil imaginárselo- y amenazándole con un colt. Lo que no esperaba el embriagado Jack era que los vecinos tomarían sus cuchillos, fusiles y hasta piedras y se ajustarían sus sombreros pintados y panamás para tomarse la justicia por su mano. En el fondo, subyacían las diferencias entre una sociedad racista y en la que todavía era legal la esclavitud y otra en la que se había abolido apenas unos años atrás y en la que mestizos, mulatos y negros vivían con normalidad.

El caso es que los acongojados norteamericanos tuvieron que refugiarse en la estación de ferrocarril, pero no consiguieron frenar el instinto homicida de los panameños, que mataron a catorce y comenzaron una oleada de saqueos y pillajes en comercios regentados por estadounidenses. El asunto se convirtió en “casus belli” para el gobierno de Franklin Pierce, que autorizó el envío de un contingente para “salvaguardar” sus intereses en la zona. Al final, la tajada de sandía –que costaba unos 50 céntimos- permitió a los Estados Unidos invadir de manera “legal” Panamá, también que Nueva Granada le cediera algunas islas menores y pagara una indemnización por las víctimas del incidente y, de paso, aumentar los resentimientos de su población.

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Pues bien, han pasado 161 años de ese incidente y –afortunadamente- Panamá y Estados Unidos solo están en guerra cuando se juegan meterse en un Mundial. En 2013 el equipo entrenado por Jürgen Klinsmann estaba ya clasificado en la última jornada del hexagonal y se dejó llevar en el estadio Rommel Fernández durante 91 minutos. Hasta ese momento, los panameños estaban clasificados para el Mundial de Brasil, y México, que perdía ante Costa Rica, fuera. Pero un cabezazo de Zusi y un derechazo de Johannson dejaron helados a los habitantes del país tropical. México, sin merecerlo demasiado, se coló en la repesca ante Nueva Zelanda (que luego solventaría favorablemente).

Este martes cambiaron las tornas. Estados Unidos, Honduras y Panamá se jugaban el pase y los norteamericanos tenían todas las de ganar porque se enfrentaban a la eliminada Trinidad y Tobago. Pero cayeron bien sorprendentemente -2-1- y únicamente podían esperar que sus rivales no cumplieran con su cometido. Honduras remontó dos veces ante México en San Pedro Sula para ganar 3-2 mientras que Panamá, que también empezó perdiendo ante Costa Rica, acabó remontando gracias a un gol que nunca llegó a entrar de Gabriel Torres y a otro que sí fue totalmente válido de Román Torres.

A los norteamericanos “socceros” les ha sentado fatal quedar eliminados por primera vez de un Mundial antes de que empiece desde 1990. Quieren recurrir a la FIFA buscando incluso que se repitiera el partido de Panamá por el gol fantasma que les dejó fuera (ya se repitió por algo parecido otro entre Sudáfrica y Senegal).

No obstante esta vez, parece, sí que pagarán la sandía.

Fuentes:

https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/viewFile/16859/19205

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