3-0. Recalcitrantes

No creo en la obstinación como camino hacia ningún sitio. Ser recalcitrante –o parecerlo- no debería enorgullecer a nadie. El error es hermoso y reconocerlo y corregirlo, sublime.

Hay muchos cordobeses –ciudad, no solo hablo del fútbol- que confían más en las etiquetas que en el análisis. Que prefieren asumir un rol y que los demás asuman el suyo para no tener que detenerse a reconocer que no todo es blanco ni negro. Que viven con miedo al cambio. Por eso, en parte, creo que la convivencia en esta ciudad no es todo lo buena que debería para todas las posibilidades que tiene. Dicho finamente.

gol

En la mesa y en el juego se demuestra al caballero –dicen-, así que… en la grada, la verdad. Y la verdad de ayer, de hoy y de casi siempre es que El Arcángel sigue castigando al mismo mientras perdona a terceros que pueden tener mucha más culpa de sus males. Que Carrión se ha convertido en la bruja mientras el tren sigue rodando. Que aquí muchos siguen pensando que somos el equipo que nos prometieron hace dos años y que llevamos dos temporadas sin ver.

No comprendo –desde el máximo respeto, que se suele decir- la enorme pitada de hoy a Luis Carrión. Mucho menos teniendo en cuenta que con los jugadores se hizo tabla rasa, obviando que fueron sus errores individuales –mucho mayores que los que pudiera cometer su técnico al ponerlos en el campo- los que nos hicieron sonrojar en Valladolid o Granada.

A Carrión ya se le ha condenado hasta el extremo –esto no lo había conocido yo en esta ciudad- que parece que cuesta concederle ni el más mínimo mérito de lo logrado ¿Que el Alcorcón fue un desastre? Lo acepto, pero si me compráis que únicamente vino a por el empate a cero y acabó recibiendo tres goles. ¿Que dos de los goles fueron regalos? De acuerdo, pero entonces… ¿qué méritos hicieron Granada y Valladolid para ganarnos si les dimos el triunfo en bandeja?

Ante el Alcorcón se silbó hasta con 3-0 a favor porque no se buscaba con ahínco un cuarto frente a un rival sin portero.

En Segunda, parece mentira que tenga que escribirlo, lo único que cuenta es ganar. Ser regular es lo que te hace subir y vencer de tanto en cuanto es lo que te garantiza salvarte. El Córdoba, si gana de higos a brevas –uno de cada tres partidos, por ejemplo- seguirá el año que viene en el fútbol profesional. Exigirle más de una permanencia holgada a esta plantilla –con o sin Carrión al frente, ojo- es hacerle un flaquísimo favor.

¿Es bajar el nivel? Claro, pero es que el nivel lo han bajado quienes han ido confeccionando la plantilla temporada tras temporada. Tras el mayúsculo error de enero de 2016 todo lo que le llegue a este Córdoba de bueno será desde su condición de equipo de clase media de la categoría. Lo que, por otra parte y dejando al margen la mala gestión en el aspecto social y deportivo de González en los dos últimos años, le corresponde por historia.

Que cada palo aguante su vela, pero tengo claro que enrocarse en una postura tanto en la victoria como en el empate o en la derrota no conduce a nada. Sobre todo si pretendemos progresar como afición y como club.

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