La tarde de 2004 en la que la Copa empezó a molestar a los grandes #Copadel Rey

En octubre de 2004 encabezaba la lista de los 40 Principales el “Tequila” de Café Quijano (un temazo, a mi gusto), la canción que decía aquello de “lo malo de los alcoholes es que no te dejan ver/ debajo de los disfraces/ lo que puede aparecer”. Por aquel entonces la Copa del Rey era una competición más o menos como el dios del fútbol manda y en la que pasaban cosas. El día 27 de ese mes y de ese año se produjo una revolución en toda regla que activó una campaña mediática destinada a convertir ese bonito torneo en la mierda en la que se ha convertido en la actualidad.

¿Qué pasó ese 27 del diez del 04? Pues bien, esa tarde cayeron de una tacada el vigente campeón de Liga, el de Copa y también el Barcelona. Y sus verdugos fueron, respectivamente, el Lleida (Segunda), el Nàstic (Segunda) y la Gramenet (Segunda B).

El Valencia no había arrancado bien tras haber conquistado la Liga 03-04 y Ranieri apenas pudo espetar un “estaba escrito que esto nos pasaría” después de que un gol de Crusat les dejara apeados en el Camp d’Esports de Lleida. Los valencianistas dispusieron el siguiente once: Palop, Caneira, Navarro, Marchena, Moretti, Albelda, Fiore, Rufete, Corradi (Angulo, min. 71), Xisco (Aimar, min. 71) y Mista. Vamos, que sin ir con cajas de pescado no pudieron superar a un rival de la zona media de Segunda.

Screenshot_1

En puesto de descenso en ese momento a Segunda B estaba el Nàstic de Tarragona que se cargó al Zaragoza, que era el defensor del título (su sexta Copa se la ganó en la prórroga al Madrid con un gol de Galletti). A los maños los entrenaba Víctor  y, ojo a su once en el Nou Estadi: Luis García, Ponzio, Alvaro, Milito, Aranzabal, Zapater, Movilla (Generelo, min. 73), Galletti, Savio (Granero,min. 80), Javi Moreno (César, min. 64) y Villa. Javi Moreno y Villa de delanteros, casi nada. Pues bien, el equipo catalán – que entrenaba Luis César y que contaba con Luis Carrión de titular en el lateral diestro y Pinilla y Diego Torres como estrellas en ataque- ganó 2-1 merced a los tantos de Pinilla y Fernando. Zapater, que todavía juega en el Zaragoza y que se ha quejado del fútbol-negocio hace unas semanas, marcó el único gol de los suyos ya cuando el partido moría.

El no va más llegó en Santa Coloma. El legendario Atlético Gramenet Milán Ferrolán (uno de los pocos equipos con nombres y apellidos) ocupaba ese 27 de octubre puesto de promoción de descenso a Tercera y se enfrentaba en su modesto Municipal al coloso F.C. Barcelona. No era el Barcelona B, ni mucho menos. Su once lo formaban Rubén; Oleguer, Puyol, Navarro, Van Bronckhorst; Iniesta, Márquez, Xavi; Giuly, Larsson y Messi (su primer partido de titular en su carrera como azulgrana). Luego entraron Eto’o, Verdú y Damiá. Y el equipo que Rijkaard, que era su técnico, dispuso era de garantías porque en temporadas precedentes ya habían sido humillados los culés en Novelda y Figueres. Además, en la anterior edición de la Copa del Rey ya habían sufrido en ese mismo campo para ganar 1-0 (gol de Ronaldinho). Pero toda precaución fue poca. La lluvia equiparó la diferencia de calidad de unos y otros y la espectacular –eso cuentan las crónicas- actuación del portero Castilla (que a lo largo de su carrera únicamente llegó a jugar dos partidos en Segunda) permitió que al final de los noventa minutos el marcador no se moviera. Ya en la prórroga, un gol del ex barcelonista Oller (103’) en un despiste de la defensa barcelonista fue la piedra en la honda de David.

La eliminación no sentó tan mal en Barcelona como podría pensarse (en aquella época Barça y Madrid eran equipos de fútbol, no multinacionales), pero si uno se detiene en las columnas de Mundo Deportivo del día siguiente –por ejemplo- repara en que algo se estaba empezando a mover, porque no era normal –vamos, no era normal para ellos– que estas sorpresas pasaran. Así, podemos leer a Jordi Juan –subdirector de La Vanguardia entonces- escribir: “la  de  ayer  no puede  calificarse  como  derrota dulce,  sino  más  bien  como  un auténtico  peñazo  de  partido,  al que  sólo  los  aficionados  de  Santa Coloma  le  encontrarán  la  gracia. Para  ellos,  las  felicidades (…) Pero  así  es  la  Copa  del  Rey  y  su sistema  de  eliminatoria  a  partido único  que  es  realmente  diabólico. Fuera  ha  quedado  el  vigente campeón  de  Liga,  fuera  el campeón  de  Copa,  fuera  el Espanyol  y  fuera  el  principal favorito  para  ganar  la  presente Liga”. Pero, ojo, más interesante resulta la reflexión de Francesc Aguilar: “Cada cual dirá la suya, pero tal como está este Barça, era imposible aspirar a llegar al final de Liga, Champions y Copa con aspiraciones. El torneo del ‘KO’ debe cambiar, no es posible que el vencedor tenga el mismo premio que el club que acaba sexto o séptimo de la Liga o, incluso, el que gana la Intertoto. Eso sí, el ridículo queda ahí”.

Uno se explica muchas cosas leyendo estas dos columnas de opinión. Y más si aprecia que en esa misma ronda el Madrid apenas pudo superar 1-2 al Leganés (y porque le perdonaron un penalti claro casi al final); que al Espanyol se lo cargó el Terrassa por penaltis y que los dos equipos que al final fueron finalistas se clasificaron por penaltis: el Real Betis ante el Alcalá y Osasuna frente al Castellón (por cierto, una final Betis-Osasuna, ¿os la imagináis en estos tiempos?).

Pues esa fue la última tarde en la que la Copa moló realmente. Ahora el fútbol patrio prefiere –yo diría que toda España lo prefiere menos un puñado de nostálgicos y todos los equipos de Segunda menos los filiales, que no la juegan- que los humildes se peleen por medirse a un grande ante el que hacer caja mientras que sus futbolistas se hacen unos bonitos retratos en sus bonitos estadios.

P.S. : la Gramenet, a pesar de sus esfuerzos y sus buenas temporadas nunca logró ascender a Segunda, pena desde hace tres temporadas en categorías regionales catalanas.

Deja un comentario