“Por una cabeza de un noble potrillo”, así comienza un tango muy famoso que Alfredo Le Pera –no La Pera, no- escribió y que Carlos Gardel popularizó. Os lo dejo aquí enlazado. Escuchadlo, por favor, mientras leéis estas impresiones del Albacete-Córdoba.
A mí se me fue reproduciendo el tango mientras veía cómo iba llegando la victoria (y “como se viene la muerte tan callando” al Alba, que contaría Manrique si fuera manchego).
El potrillo de la primera cabeza fue Edu Ramos. El malagueño fintó como si estuviera buscando hacer un mate sin que le pitaran zona y remató de cabeza, claro, el saque de esquina como si finalmente sí que buscara hacer un mate.
Pero la cabeza de Ramos no hubiera podido rematar sin que otra testa, la de Javi Galán, no hubiera estado arriba para atravesar como cuchillo en mantequilla al lateral enemigo y regalarle un pase ideal para Jona, que fue quien chutó antes de que el portero Tomeu enviara el balón a córner.
Y las de Galán y Ramos tampoco hubieran servido de nada si no media otra, la de Lara, que es de esos jugadores que piensan antes de golpear con su diestra y, en consecuencia, golpean pensando. Casi calculando. El rubio la puso perfecta para el ímpetu de Ramos.
El tango sigue: “que justo en la raya afloja al llegar”. Era el 57 de partido. La cabeza de Galán provoca una falta, la de Lara chuta con decisión contra la barrera y luego con más rabia que criterio. Y en este caso la furia fue más sensata. La pelota golpea en el poste, en el portero y el gol, que estaba herido de muerte, cae luego en las botas de Javi Galán, que estaba en fuera de juego aunque a mí no me lo hubiera parecido de primeras.
Más del tango, que espero estéis escuchando, “y que al regresar parece decir:/ No olvides, hermano, vos sabés, no hay que jugar…”. El Córdoba se desactiva de mentirijilla mientras desactiva al contrario. Y lo que era botín se hace pastel tras una acción de fuerza y sobriedad de Josema, prorrogada por un tacón brillante de Jona y un pase con el exterior inteligente de Aguza. El balón, el fin, el regalo… fue para Jovanovic. Para un Ramone incisivo y bullicioso que con espacios da la sensación de que puede ser una almorrana en el culo de los rivales (perdón por el símil). Su cabeza, peluda como si fuera un clic de playmobil, regateó con dificultad a Tomeu y marcó a regañadientes. Como un parto de un recién nacido.
Cabezas. Y por encima de todas, la de Carrión, que leyó muy bien el encuentro y que, lo mismo que tuvo su cuota de responsabilidad en el 1-2 ante el Cádiz, tuvo mucha culpa –la estrategia se trabaja y se nota- del triunfo en el Belmonte.
Y el tango termina así: “Basta de carreras, se acabó la timba/ un final reñido yo no vuelvo a ver,/ pero si algún pingo llega a ser fija el domingo,/ yo me juego entero, qué le voy a hacer”. Pues eso.