El gol de la sonrisa (2-1)

No conozco a Markovic, pero es como si fuera mi vecino del segundo. Probablemente no sepa mi nombre, pero siempre me ha saludado sonriente cuando me he cruzado con él en El Arcángel o en la Ciudad Deportiva. Que me salude tiene mérito, que sonría no. Porque Markovic es un serbio feliz. Uno que disfruta haciendo su trabajo y que ni con la rodilla partida escatima una sonrisa. Markovic ha trabajado buscando un momento de felicidad que encaje en un rostro perfectamente acondicionado para ello. Y hoy, y a última hora, le cayó un balón que probablemente pudiera haber pateado con más corazón que cabeza. Con más pierna de descenso que de permanencia. Con más euforia que mesura.

Markovic

Pero no. Markovic decidió parar el reloj y echarlo hacia atrás unos cuantos meses. Justo hasta el momento en el que se quebró. Justo antes de que su equipo comenzara su lucha por subir a Primera. Justo cuando las ilusiones y las esperanzas se teñían de otra tinta.

Y una vez que se vio en junio echó a andar. Tardó nueve meses en marcar este gol. Un parto. Controló con el muslo, silenció un estadio angustiado y tocó la pelota más como dándole un beso que como castigándola. La bola, que suele ser obediente y justa con quienes la tratan bien, no se le resistió y marchó derecha a la red.

Después Markovic sacó la sonrisa que llevaba dentro y la compartió con otras diez mil que la necesitaban como aire para respirar. No fue alivio lo que sintieron los que aguardaron hasta el final con fe en una victoria imprescindible. No. Fue otra cosa. Fue una felicidad sin ambages por haber compartido nueve meses de sonrisas sin justificación en un instante. Fue el gol de la sonrisa que no necesita explicación.

P.S.; el 1-1 lo metió Rodri y se encaró con la afición. Si en cada partido mete uno a cambio de que se lleve la mano a la oreja, lo firmo.

Deja un comentario