Sergi López, el jugador que ayudó al gol de Nayim en París armado con un megáfono

“El fútbol es mi amor, mi vida, mi droga, mi motivación” (Bobby Robson). Sergi López apenas jugó 23 partidos en el Real Zaragoza. Al hermano de Gerard y de Juliá –también futbolistas, el primero de prestigio-, una lesión de rodilla mientras entrenaba jugando al baloncesto en un día de lluvia le alejó de la gloria, pero no aniquiló su pasión. Cruyff le veía como el Beckenbauer de su cantera. Y eso que Cruyff de Beckenbauer no podía guardar un buen recuerdo.

Sergi López, fichado por la promesa del Barça de pagarle un taxi diario desde su Granollers natal, podía según cuentan jugar de líbero si el equipo tenía que defender o de delantero si debía golear. Por culpa de su rodilla tuvo que vivir desde un duro segundo plano culé la Recopa del 89, la Copa del 90 y la Liga del 91. Otra rotura de rodilla en un lance con Zubizarreta le obligó a volver al quirófano. Así que, viendo que no tendría ya opciones y con el consejo de su descubridor –Oriol Ort, el mismo que descubrió a Guardiola y a Sergi Barjuán y que evitó que se le llevara el Madrid- se marchó cedido a Mallorca para competir por un puesto en la defensa con Villena ante el indiscutible Fradera.

El Mallorca descendió –curioso: él marcó su último gol como futbolista al Zaragoza en el último encuentro de esa temporada y frente al Zaragoza– y el Barcelona y su representante, Orobitg, decidieron que debía ganarse la vida en el Real Zaragoza. En La Romareda podría haberse limitado a cumplir. Podría haber sido uno de esos jugadores rebotados de una de las canteras de los dos titanes que, ya de vuelta, se abstrae de lo que le rodea. Encima Víctor Fernández no le daba bola y en su primera temporada apenas tuvo protagonismo con la pareja de excelentes centrales formada por Aguado y Brehme.

sergi

Sergi López podría haber sido uno de esos peloteros contrariados y rebeldes que intoxican un vestuario. Pero él amaba su trabajo y lo entendía con pasión de hincha argentino. Tal era así que pedía que le enviaran cada semana una cinta con el programa “El Aguante” de TyC Sports y programaba sus vacaciones para que coincidieran con el calendario de los partidos más calientes del Apertura o el Clausura.

Contó en El Desmarque Carlos Puértolas que Sergi “visitaba casi a diario a los chavales de la cantera de la Residencia Pignatelli al volante de su Mazda MX7. Se preocupó de hacer club y que el primer equipo jamás se convirtiese en un bunker sin relación con los muchachos que soñaban llegar hasta allí”.

Pero él era futbolista en activo. Para el 10 de mayo de 1995 él ya había ganado una Copa con el Zaragoza en buena ley a pesar de apenas haber jugado cinco partidos esa temporada –la rodilla, la maldita rodilla- y esa noche, en París, apartó la bufanda del Barça para coger la del Zaragoza y convertirse en un Ligallo bienintencionado más. Se deshizo del traje oficial del equipo, saltó vallas, pasó de vivir la suerte de sus compañeros en Tribuna y se colocó un trozo de tela blanquiazul al cuello y un megáfono al cuello. Y se marchó al fondo con sus propios seguidores para hacer su otro trabajo, aquel para el que cursaba un master selecto cuando tenía vacaciones en Argentina. Sergi demostró su profesionalidad chillando con los seguidores y empujando ese balón que golpeó con toda la fe de Aragón Nayim. Nayim quien, por cierto, diría de Sergi López: “para nosotros en el vestuario era fundamental, fundamental por su alegría, siempre con una sonrisa, animando todo el rato. En la final cogió un megáfono y no lo dejó hasta la celebración en el Ayuntamiento. Aunque no jugara, son cosas que pasan en el fútbol, era muy importante en el vestuario”.

Después de esa experiencia, Sergi jugó una temporada más en el modesto Gavá, se retiró porque ya no podía más y se marchó a Argentina para vivir su pasión sin distracciones. Allí se enamoró y vivió hasta que se cansó de vivir.

Sergi López se fue para siempre debajo de unas vías de tren un 4 de noviembre de 2006. Apenas jugó 23 partidos como blanquiazul, pero dejó una huella enorme en aquel Real Zaragoza. “El fútbol es la recuperación semanal de la infancia”, dijo Javier Marías. Sergi López lo vivió y lo entendió así.

Fuentes:

“El fútbol tiene música”, José Antonio Martín Otín, Petón.

http://soydelmallorca.blogspot.com.es/2009/02/sergi-lopez-segu.html

http://zaragoza.eldesmarque.com/articulo/3364-el-barra-brava

 

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