No hizo nada. Lo hizo todo. El Córdoba no jugó mejor que en otras ocasiones ante el Alcorcón. Cometió menos errores, eso sí, pero siguió siendo el mismo equipo nervioso, impreciso, abúlico a ratos y otros espídico, impaciente y torpe en ataque de siempre. Pero es un equipo con esos defectos…que gana. Y eso ya es mucho. Eso es todo tal y como está el panorama.
Carrión repitió muchas cosas del pasado sábado. Razak en la portería no pudo demostrar si es merecedor o no de esa confianza porque no le probaron; Rodri disparó al larguero desde el centro del campo en casi la única ocasión en la que no estaba en fuera de juego, pero terminó suplido y silbado; Pedro Ríos como carrilero supliendo a Antoñito, pues como que tampoco funcionó demasiado bien.
Al menos esta vez los cambios le funcionaron a las mil maravillas al catalán. De hecho, en el gol intervinieron los tres de refresco: Bergdich centró, Piovaccari remató y Alfaro remachó. Carrión lo recalcó en sala de prensa como quitándose la espina.
Sin restar méritos al triunfo, de fe, de casta y de entrega –valores no siempre suficientemente bien ponderados en el fútbol- enfrente tuvo a un rival que vino a empatar y casi se lleva su botín. Apenas un disparo del Alcorcón entre los tres palos y fue de un Víctor Pérez que, junto a Toribio, controló la mayor parte del tiempo el centro del campo ante un superado Edu Ramos y un no demasiado acertado Aguza.
Pero, insisto: ganamos. Y ahora, provisionalmente fuera de descenso, ahora nos salen a todos arco iris y corazones aunque sea por un rato. Y así seguro que los jugadores y el cuerpo técnico podrán trabajar con más confianza y ganas para el determinante choque del próximo domingo a las seis en Tarragona. Y tal vez, quién sabe, si en el Nou Estadi se equivocan poco o nada podamos tener un final de temporada algo más plácido de lo que esperábamos. Me embalé –lo normal con lo que tenemos es que sudemos la gota gorda para salvarnos-: ¿os dais cuenta de todo lo que sirve un gol en un último suspiro?
Toni Cruz 