Unos aturdidos y otros asustados (1-1) #CCFUCAM

La historia recurrente de cada fin de semana aturde y acojona. El Córdoba ha envilecido tanto que ya no se sabe muy bien si sigue teniendo alma. Desde luego, si la conserva, no la tiene de ganador. Es un equipo frágil, triste, abúlico en los momentos duros e ineficaz en los buenos. De aquella reacción provocada con el cambio de entrenador apenas queda ya un recuerdo agradable. La realidad es que estamos mal y, casi más terrorífico, da la sensación de que podemos estar peor.

Como otras veces, tras un comienzo bueno o muy bueno basado en un planteamiento tal vez menos brillante pero más pragmático, el equipo fue desvaneciendo su fútbol hasta hacerlo previsible y endeble. El gol de Rodri fue fruto de una buena jugada colectiva, como lo fue el mal anulado a Jona para el rival. Ya al descanso, si el marcador hubiera reflejado un empate no hubiera extrañado a nadie puesto que por mucho que el Córdoba pareciera más que UCAM no hacía mucho más por demostrarlo.

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En la segunda parte, claro, el desenlace de la tragicomedia. Como quiera que el enemigo no parecía capacitado para empatar tuvo que llegar uno de los nuestros, fue Rodas como pudo ser cualquier otro, para ejecutar el plan del destino. Antes de eso, Carrión se equivocó no con los cambios sino con la convocatoria. Tanto si Antoñito estaba lesionado como si también lo estaba Luso, las opciones con las que contaba en el banquillo no permitían pensar en un mayor control de balón. Para colmo, las amarillas de Rodri y Piovaccari les impedirán estar en Lugo, al igual que a un desquiciado Edu Ramos, quien opositó a la expulsión desde mucho antes que se produjera.

Como viene siendo la tónica habitual, el Córdoba no reaccionó al golpe. Por el contrario, desaparecieron de sus botas empuje y orden. Así su rival pudo conservar un punto como oso que almacena comida para hibernar. Sobre todo pensando en que, en estos instantes, el Córdoba es el conjunto con la moral más frágil de los 22 y, en consecuencia, un claro aspirante a descender.

Ya no miramos los marcadores ajenos. Ni casi somos conscientes de nuestro resultado hasta cuando, mediada ya la semana, tratamos de buscar un aliciente para pensar en blanquiverde. Llegarán fichajes que puede –o no- que ayuden a cambiar la situación, pero después de todo este desaguisado de temporada lo que debería cambiar –al margen de la posición final en la que acabe el Córdoba- es la concepción general del fútbol y del negocio por estos lares. Porque, si no, escatimar gastos puede conllevar una situación económica –si es que nos ceñimos ya a ese aliciente para la SAD- catastrófica. Ánimo.

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