Identidad y eficacia (1-2)

Para que el Córdoba gane un partido en Segunda en estos momentos, desgraciadamente, siempre tiene que marcar dos goles. Partiendo de esa premisa, el Córdoba hizo un gran trabajo en Oviedo. Tuvo carácter, personalidad, empaque, defendió con balón durante muchos minutos y –cuando sufrió, que tampoco fue demasiado- manejó con solvencia los minutos que quedaban.

Enfrente nadie podrá decir que no tuvo rival. El Oviedo únicamente había perdido en el Tartiere un partido hasta el momento y tiene en su hoja de ruta el ascenso como única opción válida al final de la temporada. Además, cuenta con peloteros de muchísimo prestigio como Susaeta o Toché que apenas aparecieron en escena por culpa del buen hacer del entramado defensivo cordobesista.

El primer gol llegó en una completísima jugada de la gran incorporación de este tramo de temporada: Javi Galán. El pacense apareció desde la izquierda para superar a Fernández –le ganó la partida bastantes veces- y realizar un centro peligroso que, salvado por Borja del saque de puerta, terminó en las botas de un Antoñito que puso perfecta la pelota para que el propio Galán la enviara a la red de cabeza.

w_900x700_17182515oviedo-cordoba-013

Con el gol el Córdoba no dejó de encontrar buenas noticias en la buena sinergia entre Edu Ramos, Luso y Borja y en la solidaridad del resto de sus compañeros. El equipo funcionaba tan bien como durante muchos minutos ante el Cádiz, pero con la seguridad que transmitía ir por delante en el marcador durante bastantes minutos (por cierto, el Córdoba de Carrión siempre se ha adelantado en el tanteo).

Tras el descanso, la placidez devino en euforia porque Borja Domínguez buscó la suerte y la encontró con un disparo desde la frontal que, tras tocar en Erice, despistó a Juan Carlos. Con el tanto, Hierro –desquiciado- trató de revolucionar su equipo con cambios tan rápidos que no permitieron a sus jugadores ordenarse. Para colmo, se lesionó Toché. Por su parte, Carrión arriesgó cambiando a Luso y no a Borja –con una de las tarjetas del pistolero vasco que dirigió el encuentro-, pero Esteve le dio la razón porque puso madurez desde la juventud.

Lo normal hubiera sido que el triunfo hubiera sido plácido, pero como he escrito al principio el Córdoba ha de pagar peaje por la falta de pericia o de intensidad puntual de algunos de sus zagueros y en este caso fue Domingo Cisma quien la pifió justo antes de que Linares recortara la ventaja obtenida.

Triunfo a los postres allá donde nunca se había logrado. Tres puntos que dejan en 25 la cosecha antes de que cambie el año. Una cifra que, sin ser idílica, permite no descartar ningún reto (sobre todo si se decide reforzar una plantilla corta de efectivos). Pero, sobre todo, una victoria que justifica una idea decidida y eficaz de juego. Una idea y una identidad, al fin y al cabo. Lo necesitábamos como el respirar.

Deja un comentario