Cuando todo va bien… (1-2)

Cuando todo va bien, todo sale bien. Cuando a un equipo le luce el trabajo que realiza durante la semana, da igual quiénes jueguen. Y es indiferente el estado de forma de quienes se visten, ni si enfrente tiene a un enemigo necesitado o con arrestos como para luchar hasta el final.

El Córdoba está bien. Muy bien. Por eso, en Cádiz y con una defensa en la que se emplearon con denuedo e ilusión tres jugadores jovencísimos –dos del Córdoba B y uno de ellos reconvertido porque de habitual es interior-, rindió con entusiasmo y eficacia. Y eso que el choque era complicado. Al Cádiz de Cervera le falta algo de fútbol y le sobra presión. El Carranza puede –es- ser una olla o una caldera. El problema es que lo mismo contagia euforia que incertidumbre. De ahí lo de olla o caldera (de Pedro Botero). Las palmas y vítores con las que fueron recibidos los amarillos se tornaron con el paso de los minutos en silbidos y reproches. Y eso que el arranque fue esperanzador para los locales, especialmente con un Nico Hidalgo que superaba a Javi Galán por el costado diestro.

Borja Domínguez no encontraba el toque y el juego del Córdoba dependía de tres que sí parecían enchufados e inspirados: Bergdich, Juli y Piovaccari. Ambos decantaron el choque. El alicantino puso la picardía y la templanza en el momento justo para aprovechar un error ajeno y marcar el primero. Luego fue Piovaccari, tras el empate de Aitor que al final quedó en anécdota, quien remató impecablemente –encarnado en Vieri o en Rossi con su cabezazo- un no menos malo centro de Juli a pase igualmente certero de Bergdich. Todo sucedió en un margen muy estrecho y vertiginoso en el tramo final de una primera parte de errores y aciertos mayúsculos que resultó vistosa.

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Se esperaba una segunda mitad igualmente dinámica y lo fue a ratos. El Cádiz salió lanzado, pero Kieszek y los cuatro de atrás del Córdoba fueron de menos a más y salvaron los platos. Entre el acierto de los nuestros y el poquísimo tino de Güiza la victoria se iba conservando con cierto desahogo. La entrada del hermano del Kun Agüero dio un último impuso a un Cádiz que trataba con más alma que piernas igualar la eliminatoria.

Fue inútil. Con los cambios Oltra terminó de serenar el choque e incluso pudo haber sido mayor la herida con los contragolpes que no pudieron culminar Bergdich o Rodri.

En suma, todo eran buenas noticias, todo son buenas noticias y todo pueden ser buenas noticias. Pero si alguien piensa que únicamente esto bastará para ganarle al Sevilla Atlético el domingo se equivoca enormemente. Segunda no perdona la complacencia ni el relax. Será tan duro como el rival que nos toque en suerte el viernes. Pero así, desde luego, todo parece posible.

JUGARON

POR EL CÁDIZ C.F. Jesús Fernández; Juanjo, Migue, Servando, Luis Ruiz; José Mari (Abdullah, 69’), Mantecón (Santamaría, 60’), Nico Hidalgo, Abel Gómez, Aitor (Del Castillo, 60’) y Güiza.

POR EL CÓRDOBA C.F. Kieszek; Antoñito, Bijimine, Pablo Vázquez, Javi Galán; Edu Ramos, Borja; Berdich, Juli (Caballero, 65’), Pedro Ríos (Caro, 75’) y Piovaccari (Rodri, 65’).

GOLES: 0-1, Juli (28’); 1-1, Aitor (35’); 1-2, Piovaccari (41’)

ÁRBITRO: De la Fuente Ramos (castellanoleonés). Amarillas a los locales José Mari (56’) y Mantecón (60’) y al visitante Bergdich (59’)

ESTADIO: El Carranza, unos 11.000 espectadores, unos 200 de ellos llegados desde Córdoba.

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