Hay otro Rayo en Madrid. Uno que viste de forma muy parecida al vallecano –de hecho, igual salvo por el pantalón, que es azul-, pero que reside a 30 kilómetros y en una población que poco tiene que ver con el espíritu del club de la Calle del Payaso Fofó. ¿O sí?
El Rayo Majadahonda se fundó en 1960, poco después de que Vallecas desapareciera como pueblo y pasara a ser un barrio más de Madrid. Bueno, uno más no, porque desde siempre conservó una personalidad muy acentuada rebelde y con un punto gamberro. Majadahonda, por su parte, fue en sus tiempos una aldea de pastores que, con los años se convirtió en la típica ciudad residencial, moderna y confortable de clase media-alta. Dos tópicos, claro.
Cuando se fundó este otro Rayo se llamaba Majariego. Su primer impulsor –un señor llamado Estanislao Pérez– y sus correligionarios no quisieron ser tan sosos de vestirse únicamente de blanco y le cosieron una franja diagonal roja de un hombro al costado opuesto. El Rayo Vallecano, su referente, aún no conocía la Primera División y, de hecho, le costaba aguantar en Segunda.

Con el crecimiento de Majadahonda –de 3.000 habitantes en los 60 a los 70.000 actuales ha pegado un buen estirón- el club fue también prosperando, aunque siempre desde la modestia. En uno de sus primeros años de vida el tesorero del club se fugó con todo el dinero recaudado después de una serie de amistosos que había organizado y el Majariego se quedó en la ruina. Fue el primer golpe de gracia para una entidad que terminó de existir cuando sobre su pequeño campo se decidió construir el nuevo colegio de la pujante villa.
Así que en 1974 otro grupo de emprendedores decidió crear el actual Rayo Majadahonda –aunque el escudo haya ido adaptándose a los tiempos-. Fueron esos mismos dirigentes quienes, para distanciarse un poco del Rayo primigenio, decidieron teñir de azul el pantalón. Su casa, la misma que tienen ahora aunque naturalmente remozada y acondicionada, es el Cerro del Espino. Trece años tardaron en alcanzar categoría nacional y hasta 1997 no llegaron a Segunda B, división en la que cumplen con la presente su cuarta temporada (no consecutivas).
Cuando uno repara en esa primera temporada en la categoría de bronce cae en la cuenta de que el portero de aquel Rayo era el mítico Ángel Mejías –catorce temporadas en el Atlético y 38 tacos entonces-. Ni los catorce goles de Marín –un delantero que luego haría carrera en Segunda B- le salvaron del descenso. Después de una crisis muy fuerte que le llevó a Regional, regresaron de nuevo a la categoría en 2003… para convertirse en colistas con únicamente dieciséis puntos. Por un año no coincidieron en la misma división con el otro Rayo, que vivía horas bajas.

Hace dos temporadas regresaron a Segunda B y, lo más importante, sobrevivir. El técnico que consiguió ambas gestas es el mismo que les subiera en el 87. Antonio Iriondo nació en Moscú de rebote, pero ha trabajado siempre en equipos españoles y la mayoría del centro de la península. Su techo lo vivió en 2003, cuando dirigió ocho partidos en Primera… al Rayo Vallecano (por cierto, su balance con los vallecanos fue de cinco empates y cuatro derrotas, con descenso final).
El actual preparador físico del Rayo Majadahonda es un querido conocido de la afición cordobesista. Jaime Asensio, Asen, es la mano derecha de Iriondo y juntos llegaron el año pasado a la final de la Copa Federación (la perdieron ante el Baleares) y salvaron al equipo. Pero la relación del ex delantero con el Iriondo y con el Rayo es más larga: “fue mi primer y mi último equipo como jugador. Iriondo fue mi entrenador hace años y luego con él he sido segundo entrenador y ahora preparador físico”. Para Asen, a Iriondo “le encanta jugar el balón y es muy particular. De quienes más he aprendido en mi vida en el mundo del fútbol ha sido de Paco Jémez y de él”. De hecho, dice que “somos un poco románticos y estamos funcionando bien. La gente que ha venido ha subido el nivel y ya el año pasado decían que éramos de los que mejor jugábamos y este pues… lo estamos intentando. Se nota que los jugadores que se han quedado ya han comprendido la filosofía de Iriondo”. Iriondo, por cierto, superó el noviembre pasado un serio problema cardiaco que se saldó con una intervención de urgencia en la que le realizaron una angioplastia y le colocaron un stent. Al poco estaba de vuelta a los banquillos.

Si Iriondo lleva años, no menos el actual presidente –que ya lo era en 2000, cuando Asen se vestía de corto, e incluso en el 87- Enrique Vedia. Tal vez por eso Asen catalogue al equipo como “familiar” y valore que sea una entidad “muy correcta, cordial, que siempre cumple. Es un gusto trabajar aquí”.
Este es el pasado y el presente de un club con una cantera que tampoco es moco de pavo precisamente –se vistieron de corto en los campos majariegos peloteros como Fernando Torres, Dani Hernández o Munir-; que a pesar de vestir como el Rayo tiene desde el 97 un convenio de colaboración con el Atlético y que, actualmente, ocupa el primer lugar del Grupo II de Segunda B. “Es ilusionante, porque siempre que habíamos subido descendíamos, así que… al menos ya hemos podido echar la foto para recordar que en la séptima jornada vamos primeros”. Que le quiten lo bailado a Asen y los majariegos. O a los rayistas, porque rayistas –a su manera- también son.