Mi crónica: Hartos de lo mismo (3-0)

Escribió Cioran en El aciago demiurgo: “’Estoy harto de ser yo’, se repite cuando aspira uno a huir de sí mismo”. Las derrotas que más duelen son –suelen ser- las que nos retrotraen a momentos oscuros o grises. El Córdoba perdió en Huesca exactamente igual que como perdiera la temporada pasada en Palamós ante el Llagostera y de forma muy parecida a como empatara –y gracias- en La Condomina hace dos semanas. Se pareció el de El Alcoraz a aquel equipo muertecito, obtuso, negado, débil de carácter y de juego y falto de energía. Horroroso.

Vayamos por partes. En defensa –no como línea defensiva sino como concepto- el Córdoba no existió. Encajó pronto y, aunque se adueñó del balón con la condescendencia del rival, volvió a recibir en otras cuatro ocasiones –una de ellas fue anulada- y pudo haber sido ultrajado en un par más. Samu Sáiz hacía y deshacía partiendo del enorme espacio entre líneas que quedaba libre de efectivos. La acción en la que se vistió de Maradona o de Ronaldo y que salvó Kieszek –quien, por cierto, volvió a tragarse otro disparo lejano– demostró la inoperancia del entramado defensivo blanquiverde. Como ante el Lugo, como ante UCAM… El tercer tanto, de chiste, demostró que una vez más que la defensa de las acciones a balón parado no tiene defensa.

 

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Sangre Blanquiverde, presente en El Alcoraz

 

Igual de pésimo fue lo exhibido en ataque. La ausencia de Pedro Ríos obligó a Oltra a buscar alternativas y tiró por el camino más sencillo. Colocó a Guille Donoso en banda derecha, que se infló a colgar balones desde cualquier lugar con la innegable calidad técnica que atesora en su pierna derecha. Fue el único argumento ofensivo de un equipo que acumulaba minutos de pelota sin tener la más remota idea de qué hacer con ella. Los dos mediocentros, de carácter defensivo, no tuvieron precisamente su tarde, pero tampoco les echaron una mano ni un inédito Juli ni Alfaro ni Rodri. Donoso, mientras, seguía a lo suyo, aunque a veces se alternara de banda sin fruto alguno. En la segunda parte, ya con todo perdido, Oltra mutó a un 4-4-2 colocando a Piovaccari y luego, por probar, metió a Bergdich –naturalmente, su velocidad sin espacios no sirvió para nada-.

El Huesca no había ganado hasta la fecha, aunque lo había merecido; el Córdoba no había perdido hasta la fecha, aunque también hiciera méritos para ello en Murcia. La cuestión es que, a estas alturas, los blanquiverdes –jugando un partido bien, otro mal, otro regular y otro fatal– han conseguido cinco puntos. Y que dos de esos puntos les han llegado casi in extremis y en sendos partidos que estaban perdidos.

Bien haría Oltra en recapacitar o en buscar soluciones de urgencia en ese banquillo corto pero, según dice, de garantías. La semana que viene amenaza El Arcángel el líder Levante. Allá va otra cita del mismo libro del ultrapesimista Ciorán: “sufrir es producir conocimiento”. Si al menos sirve para algo lo de hoy…

JUGARON:

POR EL HUESCA: Sergio Herrera; Nagore, Carlos David, Jair, César Soriano; Aguilera, Jesús Valentín (Melero, 78’); Alexander, Samu Saiz (Camacho, 77’), Ferreiro; Urko Vera (Cmiljanic, 81’).

POR EL CÓRDOBA CF: Kieszek, Antoñito, Héctor Rodas, Deivid, Domingo Cisma (Bergdich, 61’); Luso, Edu Ramos (Piovaccari, 55’), Guille Donoso, Juli; Alfaro (Caballero, 84’); Rodri.

ÁRBITRO: Cordero Vega (Comité Cántabro). Amarillas para Luso y Héctor Rodas.

GOLES: 1-0, m. 4: Ferreiro. 2-0, m. 41: Samu Sáiz. 3-0, Aguilera (90’)

ESTADIO: El Alcoraz unos 3.000 aficionados, unos 50 de ellos cordobesistas de la Peña catalana Sangre Blanquiverde.

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