Comenzaba John Carlin su fantástico artículo en El País titulado “El negocio del fútbol, en llamas” de este modo: “Llega el momento en que un niño empieza a cuestionar la existencia de Santa Claus o de los Reyes Magos. Algo oye o algo ve que le siembra la duda. Pero elige cerrar los ojos, taparse los oídos y seguir creyendo, aunque sea solo por una Navidad más. En este punto es donde estamos, como congelados en el tiempo, la mayoría de los millones y millones de adultos de todas las razas, creencias y geografías que encontramos en el fútbol un refugio o una distracción de los líos que nos trae la vida”.
El dinero sí huele y más cuando se mezcla con las entrañas. Quien más quien menos antes de que empiece a jugar el Córdoba contra el Tenerife hablará de la pasta. De lo vendido y de lo invertido. Del producto que se escapó –y perdón por la cosificación de seres humanos- y del que no quiso o pudo venir.
Creo, exceptuando que aún queda una semana más para mercadear, que más que de avaricia el problema ha sido de especulación. En el seno del Córdoba no vieron (o no quisieron ver) el peligro de la fuga de piernas –ya saben: Andone, Fidel y Xisco- y, sobre todo, la dureza del mercado al que se verían destinados subsecuentemente. Es decir, que si no han venido los David Rodríguez, Sergio León, Viguera o Sola habrá sido –sobre todo- porque no se les ha seducido a tiempo. Luego está, claro, que algún club se quiera subir a la parra, pero eso es otra historia.

Así las cosas, el Córdoba empezará la temporada con una plantilla (sobre el papel) insuficiente para subir del tirón. Con un once bastante apañado que ya nos sabemos de memoria –Pawel; Antoñito, Rodas, Deivid, Cisma; Luso, Edu Ramos; Pedro Ríos, Juli, Alfaro y Rodri-, pero con tan poco fondo de armario que incluso uno de los que se suponía peso específico este año –por salario debería serlo-, Jean Paul Pineda, se ha quedado fuera de la convocatoria por motivos técnicos.
Con Oltra pidiendo sin pedir refuerzos y una pretemporada bastante buena en líneas generales, la ilusión pasa por la profesionalidad de un puñado de jugadores veteranos y la ilusión de unos jóvenes a los que –al menos de momento- se les va a cargar de una presión a la que no han estado acostumbrados –casos, en esta primera convocatoria, de Donoso, Borja y Vera-.
Enfrente, un Tenerife menor por sus dos grandes bajas. Ni Nano ni Lozano –uno por lesión y el otro al estar en Río con la selección hondureña- podrán vestirse en El Arcángel. Martí, técnico sensato y con buen futuro, tirará de tijera para retocar como mejor pueda un once que puede que formen Dani Hernández en la portería, con Raúl Cámara, Jorge (tampoco estará el central Germán) y Carlos Ruiz, Iñaki; Vitolo y Aitor Sanz en el doble pivote; Edu Oriol y Álex García en los costados y Cristo y Suso como improvisados delanteros. Apenas tres refuerzos veraniegos en su once.
Empezar bien implicaría darle esquinazo momentáneo a los miedos, a los dimes y diretes y a las controversias. Un manchegazo de aquellos lejanos tiempos de Segunda B ya felizmente desterrados movería a la inquietud y, con seguridad, a que se movieran con más anhelo los tentáculos en pos de incorporar a ese interior zurdo o ese delantero que falta –según confiesan incluso desde dentro del club- para que la plantilla sea fetén.