El Txipirón, Aldridge y los años de la British Real

La policía británica mató la madrugada del domingo a golpe de taser al ex futbolista Dalian Robert Atkinson en Telford (una pequeña localidad del condado de Shropshire). Todo sucedió cuando Atkinson estaba visitando a su padre Ernest, de 85 años. Las versiones sobre el deceso son contradictorias. En The Guardian el ex detective Kevin Maxwell, fundador de la plataforma “El racismo arruina vidas”, resume lo sucedido en: “Dalian Atkinson es un hombre negro. Eso es un hecho. Murió mientras estaba siendo detenido por la policía. Eso es otro hecho”, pero el Daily Mail explica que Atkinson estaba fuera de sí gritando “Soy el Mesías” y que trataba de acabar con la vida de su padre estrangulándolo.

En lo que todas las versiones se ponen de acuerdo es en que el ex jugador –de 48 años- se encontraba muy afectado por sus problemas en los riñones que le obligaban a someterse a diálisis y por el frágil estado de sus cuentas.

Atkinson militó durante una única temporada en el fútbol español, pero dejó su sello. Llegó a la Real Sociedad cuando allí casi no llegaban extranjeros para convertirse en el primer futbolista negro de la institución donostiarra. Al delantero le apodaron “Txipirón” y formó parte de la singular terna de británicos que pelotearon de txuri-urdin durante la 90-91 (los otros dos fueron Aldridge y Richardson). Hay quien dice que fueron los primeros extranjeros de la Real, pero es inexacto. En la 61-62 el también atacante Agne Simonsson –sueco a quien apodaban “Rey de Wembley” por una exhibición con su selección en el mítico campo- jugó en la Bella Easo después de pasar de puntillas por el Madrid. No le fue demasiado mal a él en lo personal porque metió ocho goles, pero su equipo bajó y tuvieron que pasar 28 años para que repitieran el experimento.

Pues bien, en la 88-89 con el internacional irlandés aunque nacido en Liverpool John Aldridge la cosa fue mucho mejor. Al atacante lo quería el Madrid, pero Iñaki Alkiza terminó perfilando su fichaje para la Real precisamente después de que el jugador participara en el Trofeo Bernabéu a pesar de muchos dimes y diretes y posturas contradictorias del bigotudo jugador. 180 millones de pesetas pagó la Real al Liverpool para que el jugador dijera “salgo de un club grande para ir a otro grande”.

 

Mirror
Richardson, Atkinson y Aldridge, en el Pizjuán. Foto del Daily Mirror.

 

Con Atkinson y Richardson se pensaba, después de que Aldridge fuera clave para que la Real se colara en la UEFA con sus 16 goles, que el salto de calidad sería aún mayor. Pero no. A pesar de que todo el bagaje goleador del equipo lo acapararan Atkinson (12 goles) y Aldridge (17) –el siguiente goleador fue el lateral zurdo suplente Uría con apenas tres-, el rendimiento de la Real fue tan pobre que vivieron con miedo a caer en Segunda durante muchas jornadas.

Cuando llegó Dalian Atkinson a la Real el corresponsal de Mundo Deportivo en Londres, Imanol Guillén, le hizo un perfil que comenzaba con un contundente:”¿Quién demonios es Dalian Atkinson?” para responderse que tenía 22 años, que le costó unos 340 millones de pesetas, que era “de tez morena” y que a pesar de tener 22 años hacía un año ya había estado a punto de convertirse en un “ser acabado”.

A lo que se refería el periodista de Mundo Deportivo era a la tendencia autodestructiva de Atkinson durante su paso por el Ipswich, frenada por otro Atkinson, Ron, su técnico en el Sheffield. Así lo explicó él mismo: “Estaba harto de calentar banquillo; así, me encaré con John Duncan y le dije que pasaba de volver a actuar a sus órdenes. Después, enloquecí: me aficioné a la bebida,  tragaba lo que me pusieran delante. Engordé. Hice locuras al volante de mi coche, un Maserati que me habían proporcionado unos amigos dueños de un taller quienes a cambio me pedían que les hiciera publicidad. Me encanta la velocidad… En definitiva, gordinflón y todo, Ron Atkinson me fichó para el Sheffield. Durante nuestra primera charla me preguntó que qué coche tenía y le dije que un Maserati. ¿Un Masa-qué?, me respondió. Aquí llevarás un Toyota y punto. Tragué saliva y comencé a encarrilar mi vida. Sabía que me la jugaba.”

El británico alternó en esa 90-91 grandes actuaciones ante rivales poderosos con tardes abúlicas en las que casi ni tocaba la bola. 29 partidos y 12 goles después, Toshack decidió acabar con la British Real de una tacada. Con las salidas de Atkinson, Richardson y Aldridge llegaron Océano, Carlos Xavier y Meho Kodro. Cuentan en San Sebastián que el jugador fue denunciado por fugarse tras atropellar a una anciana. Cuentan otras lenguas que el futbolista señalaba al racismo como el culpable de su inadaptación. En una entrevista en 2013 explicaba: “ahora puede que haya una docena de muchachos haciendo gritos racistas y les señalamos, pero entonces era toda la grada en perfecta armonía”.

Sea como fuera, por algo más de millón y medio de libras Atkinson se fue al Aston Villa, donde siguió tirando de velocidad y pegada para anotar tantos tan magníficos como el que le colara en un encuentro al Wimbledon, que se convirtió en el gol de la temporada 92-93, el año fundacional de la Premier.

Durante el ocaso de su carrera pasó por el City (nada que ver con el actual), el Fenerbahçe, Metz y hasta por las ligas saudí y coreana.

Para seguir tirando creó una empresa de asesoría a jugadores –Players Come First– pero, como dijo su ex compañero en el Sheffield Carlton Palmer: “cuando terminas de repente como jugador con 34 o 35 años, si no estructuras tu vida o tienes rutina puedes tener graves problemas. Puedes entrar en una espiral peligrosa y desgraciadamente eso es lo que le pasó a Dalian”.

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