En unas horas (a la una de la madrugada del viernes) se estrena en unos Juegos Olímpicos la selección masculina de fútbol de las Islas Fiyi. Lo hará ante Corea del Sur, tercera en Londres 2012. Será el encuentro más sencillo de los tres que tendrá que disputar, toda vez que sus otros compañeros en el grupo a México (vigente oro olímpico) y el siempre temible mini-Mannschaft alemán.
Participar en estos Juegos será el segundo éxito casi consecutivo para un puñado de futbolistas que ya llegaron a clasificarse (e invictos, ojo) para el último Mundial sub-20 aprovechando que Nueva Zelanda era la anfitriona y ya tenía su plaza. A pesar de ser su primera participación en la fase final de un torneo FIFA y de ser goleados sin piedad por Alemania (8-1) fueron capaces de vencer a Honduras con claridad (3-0) antes de caer frente a Uzbekistán por el mismo guarismo.
Pero, ¿Cómo ha podido un país tan minúsculo y con una tradición futbolística ridícula comparada con su pasión por su deporte rey, el rugby, colarse en el escaparate mundial? En primer lugar hay que recordar que a las selecciones de la OFC (Confederación de fútbol de Oceanía) les ha venido estupendamente que Australia se considere asiática en términos futbolísticos. Por otra parte, Nueva Zelanda volvió a echarles una mano a los fiyianos, esta vez haciendo trampas. Los kiwi hubieran sido sus rivales en la final por acceder a los Juegos después de que hubieran derrotado a Vanuatu, pero la alineación indebida de un futbolista neozelandés y la consecuente eliminación por la OFC les dio tanto a los fiyianos como a los vanuatuenses una oportunidad de oro de colarse en Río.
En el estadio Sir Hubert Murray de Port Moresby (en Papúa-Nueva Guinea) se enfrentaron por un puesto olímpico dos equipos sub-23 cuyas selecciones ocupaban entonces los puestos 197 y 199 de la FIFA (actualmente Fiyi la 187 y Vanuatu la 179). Al final, tras un empate a cero, el capitán fiyiano Jale Dreloa coló el penalti decisivo en la tanda postrera.
A esta Fiyi la entrena el ex internacional australiano Frank Farina –antes en el Brisbane Roar-, quien fuera futbolista del año en su país en 1988 y que, como curiosidad, tiene la Orden de Australia (máximo galardón para un civil de tan nacionalidad). Farina, como jugador, fue un delantero con experiencia en Europa y con probada eficacia (156 goles en equipos como el Brujas, el Bari, el Notts County o el Estrasburgo) y dicen que su selección juega también de manera muy alegre.
Farina consiguió que Fiyi conservara su dominio en la Melanesia (de las siete ediciones de la Copa de esa región de Oceanía los fiyianos han ganado cinco) y que empezara a competir de verdad en el resto del heterogéneo continente. En su aval, una de las mayores goleadas de la historia de este deporte: 38-0 a Micronesia en un partido de los Juegos del Pacífico de 2015.
La República de Fiyi apenas cuenta con ciudades grandes (Nasinu, la mayor de todas, apenas tiene 85.000 habitantes) y, en consecuencia, la liga del país es tremendamente modesta: la juegan 12 equipos y los que suelen ganarla son unos clubes llamados Suva, Nadi y Ba. El mejor futbolista de la historia del país fue un tal Esala Masinisau, que llegó a ser conocido en Australia al jugar en Newcastle Jets (entre otros).
En la selección con la que Farina tratará de competir en desiguales condiciones en Salvador de Bahía y Belo Horizonte –y según las magras referencias que he podido encontrar- destaca el atacante Josefo Verevou, que milita en el Rewa, que ha sido el deportista fiyiano más destacado de 2015 y que en los cinco partidos que ha jugado con la sub-23 de Fiji ha colado cinco goles. Por lo visto es “fuerte, grande y difícil de cubrir para los defensas rivales” (cito al periódico Korean Times).
El fútbol en los Juegos Olímpicos, al tratar de conservar un cierto matiz de relativo amateurismo, siempre ha regalado bonitas sorpresas (ciñéndonos a torneos recientes, los éxitos de Camerún, Nigeria y el de México en 2012). Parece muy improbable que Fiyi logre ni siquiera un punto en sus tres partidos, sobre todo después de echarle un vistazo a los resultados de los partidos de su gira de preparación por Brasil (en su último encuentro en mayo pasado encajaron un 2-8 ante el Atlético Paranaense sub-23).
Si quieren apoyar a un imposible en los próximos juegos, ya tienen una buena opción que es mucho más complicada que la de Islandia en la pasada Eurocopa (en consecuencia, mucho más divertida). En cualquier caso, harán su Cibi –equiparable a la Haka de los All Blacks–y disfrutarán la experiencia. Que les quiten lo bailado a los fiyianos.