«We might be small, we might be inexperienced at the international level, but we are not unnerved by our opponents”. Podremos ser pequeños, podremos ser inexpertos para un nivel internacional, pero no nos enervan nuestros oponentes. Fabián Picardo, Primer Ministro gibraltareño, no pudo ver cómo el Lincoln Red Imps protagonizó el resultado más sorprendente de la historia de la Champions porque estaba en Londres debatiendo, aún consternado, sobre el Brexit. No obstante, no ahorró ningún calificativo para ensalzar un triunfo que sacó la vena patriótica de los llanitos: “La victoria de hoy demuestra el verdadero espíritu gibraltareño”.
El Lincoln Red Imps derrotó el pasado martes (1-0) al Celtic de Glasgow en el Victoria Stadium. Usted, que me lee, puede que haya saludado alguna vez al capitán del equipo y de la selección de la colonia, Roy Chipolina, mientras le inspeccionaba sus compras en la aduana. El día que le ganaron al Celtic, mientras su rival estaba concentrado para el choque, él estuvo trabajando hasta cinco horas antes del saque inicial. Casciaro, el autor del gol, tuvo que pedir que le cambiaran su libranza como policía para poder viajar para la vuelta, que se disputa hoy en el mítico Celtic Park.
La dimensión de la sorpresa salta a simple vista. El Lincoln no cuenta con campo propio –todos los equipos de la Roca han de jugar en el único campo reglamentario (Victoria Stadium, 5.000 plazas), sito en la Avenida Winston Churchill, justo al lado de la pista de aterrizaje y despegue del aeropuerto– mientras que Celtic Park cuenta con más de 60.000 localidades. Los gibraltareños han pasado apenas dos rondas desde su inscripción en la UEFA (este año eliminaron al Flora Tallin estonio y el anterior al Santa Colma andorrano), mientras que en las vitrinas de los escoceses se encuentra la Copa de Europa del 66 (al margen de un sinfín de batallas forjadas durante sus 128 años de historia). Según transfermarkt, el valor de mercado del Celtic es de 51,30 millones de euros. El del Lincoln, de 725.000 euros.
Apenas cinco de los futbolistas de la plantilla del campeón gibraltareño son profesionales. Uno de ellos es Raúl Navas, portero que fue del Córdoba y que dejara un recuerdo agridulce por estos lares. “Mis jugadores son los piratas de la roca”, dijo el técnico uruguayo Julio Ribas no hace mucho. Unos piratas que ya llevan 14 títulos de Liga consecutivos a pesar de ser un club relativamente joven (1976). Ribas, por cierto, antes de dirigir al Lincoln entrenó a la selección de Omán durante apenas tres partidos y es muy conocido por su fuerte carácter en su país natal, especialmente por los hinchas de Nacional.
El golpe sufrido desató las iras de los aficionados del equipo católico y, de paso, la pluma de los periodistas británicos. “Wimps” (endebles), tituló el Record Sport; “Shock of Gibraltar”, el Sun. Cuando terminó el choque, la cuenta oficial de la compañía local Red Casino (que casualmente patrocina al archirrival de los White and Green, el Rangers, y al Lincoln) felicitó a los gibraltareños por la gesta. Mientras, el técnico Brendan Rodgers, que nunca olvidará el primer partido que dirigió al Celtic, se mostraba optimista a pesar de todo tras lo sucedido y confía en la fuerza del “Youll never walk alone”.
Hoy se disputa la vuelta. Europa mira, como miró hace unas semanas a la selección islandesa, con incredulidad y fe al Lincoln Red Imps. Los apenas 30.000 habitantes del Peñón se plantarán ante sus televisores a la hora del choque. A buen seguro que, a menos de una hora y media del partido, sus jugadores se repiten como en un mantra: “¿Por qué no?, ¿Por qué no?”. O, tal vez con marcado acento andaluz: “¿güay not? ¿güay not?”.
Toni Cruz 