Balance: La 2015-16 en clave cordobesista

Una campaña que se quedó en el camino de la historia. La mejor primera vuelta y la peor racha que se recuerde en un mismo vaivén emocional que tuvo su último capítulo el pasado domingo en Montilivi. Momentos dulces y amargos. Situaciones límite y vidas extra. Una plantilla, eso ante todo, comprometida y esforzada que ha querido y creído con todas sus fuerzas. Un entrenador que, también es innegable, ha conseguido forjar ese grupo y –durante tramos del año- lo ha hecho jugar a lo campeón.

Después de un verano de catarsis –no olvidemos lo sucedido en la 14-15 de Primera– el reto era subir. Y no de cualquier forma. Carlos González auguró un año de alegría para el cordobesismo similar al que el técnico que escogió para lograrlo vivió en Coruña en la 11-12 (esa campaña Oltra logró 91 puntos en un Dépor con Aranzubía, Valerón, Colotto, Salomao… y Xisco).

Sin embargo, desde la pretemporada se vio que este equipo no lo iba a tener tan sencillo, entre otras cosas porque –sin estar exento de calidad- no tenía la vitola de aquel gran Deportivo. Emilio Vega trató de compensar la plantilla en el periodo estival, pero al final el técnico se tuvo que conformar con adaptar a un teórico central como Stankevicius al puesto de lateral porque el fichado para ese puesto, Dalmau, no convenció en pretemporada.

CCF en Girona

Tampoco parecía muy definida la manera de jugar al principio del campeonato. Contra el Valladolid, en el triunfal estreno, actuaron Luso y Markovic como pareja de mediocentros y Nando y López Silva en bandas, pero en la siguiente jornada en Butarque Víctor Pérez tomó las riendas del equipo y la derrota fue clara (3-1). Esa notable diferencia entre una semana y la otra terminó siendo perfecto resumen de lo que fue el Córdoba 15-16, una de cal y una de arena. Mejor dicho, muchas de cal y algunas de arena (si tan mal se hubieran hecho las cosas no se habría llegado al play-off).

Una inicial minicrisis en la que ya se apuntó al banquillo dio paso a una espectacular racha de resultados –seis victorias, un empate y una única derrota (3-2 en Mendizorroza)– al liderato en la jornada 11. Era un equipo que defendía con contundencia (cuatro partidos seguidos sin encajar) y cuya pareja de “F” (Fidel-Florin Andone) infundía terror.

Quince jornadas seguidas permanecieron en puestos de ascenso directo. Tres meses de felicidad plena. Jamás un equipo cordobesista tan fiable en Segunda. Pero con el año nuevo llegó el frío. La nefasta imagen dada en Pucela ante el Valladolid fue un aviso que tuvo continuidad una semana después con la extrañísima derrota doméstica ante el Leganés (2-3 con Luso de portero).

Ante la ausencia de refuerzos invernales –Eddy, el único fichaje, demostró no reforzar realmente la plantilla– Oltra empezó a tirar de imaginación con cambios de fichas y de sistemas para paliar el agotamiento físico y mental de los suyos. Nunca se sabrá –o sí- si él y Emilio pidieron y no les concedieron o si directamente creyeron que con lo que tenían ya en nómina les iba a dar para subir. En cualquier caso, el tiempo terminó demostrando que sí que se exigía algo más para mantener en lo más alto a un bloque sólido, pero corto de efectivos.

Juntos hemos caido

Entonces, con los jugadores vacilantes entre el 3-5-2, el 4-2-3-1, el 4-1-4-1 y el 4-4-2 y saliendo y entrando en la alineación, llegó la racha nefasta. Seis chascos seguidos en El Arcángel, la mayoría provocados por errores infantiles de concentración en defensa, alejaron al Córdoba de los puestos de ascenso e incluso le sacaron de los de play-off. Tras el 2-3 ante el Albacete, Oltra estuvo a punto de ser despedido, pero la Presidencia le dio una oportunidad más y el valenciano la aprovechó para enderezar de nuevo la nave devolviéndole la confianza a los que hicieron líder al equipo y al sistema que más le convenía. En ese tramo final iba a ser clave la aportación de Carlos Caballero, probablemente el jugador que más ha sufrido este año tras ese error burocrático que le dejó medio año sin competir. Encomiable su entrega, esfuerzo y sacrificio.

El Córdoba era noveno en la jornada 33 y necesitaba sumar de tres en tres a toda mecha. La reacción comenzó en Huesca –siempre fuera de casa, donde el equipo ha funcionado todo el año mucho mejor que como local– y, a trancas y barrancas, se mantuvo con una mejoría de juego ante Tenerife, Oviedo (aunque se perdiera en el Tartiere) y Girona. Pero la derrota ante el Llagostera de la jornada 38, con una segunda parte impropia de un club que busca subir a Primera, dejó el segundo objetivo (el ascenso directo ya era una quimera) pendiente de un milagro… que se consiguió.

Andone.jpg

En una semana memorable, el Córdoba salvó tres bolas de partido seguidas ante Elche, Mirandés y Mallorca. Frente al Almería, el sufrido empate certificó la llegada a un play-off en el que luego se competiría formidablemente bien para caer con orgullo y honor en Girona.

En suma, un año en el que vivimos sensaciones dispares pero en el que los profesionales de la entidad se han ganado su sueldo con sudor, esfuerzo y hambre. Un año que se coronó con la confusa sensación mezcla de alegría y pena de ver a uno de los nuestros, Andone, jugando la Eurocopa tras colar 21 goles (la tristeza, claro, al pensar qué hubiera pasado con él en el play-off).

El principal reto, en consecuencia, para la 16-17, será mantener ese grupo unido, que se invierta con ambición y que los que vengan a suplir a los que se vayan aporten ese valor añadido que no se puede medir a simple vista. Oltra lo resumió en una expresión: “que sean buenas personas”. Yo añado: que también sean buenos profesionales. Como los de esta temporada que acaba de morir para nuestros intereses.

2 comentarios sobre “Balance: La 2015-16 en clave cordobesista

  1. Como siempre, artículo sin desperdicio y con «una pluma» sensacional.
    Espero, que esto sea el epílogo del nuevo comienzo, que nos lleve de nuevo a tocar el cielo en las tendillas.
    Gracias

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    1. Muchas gracias por tus amables palabras. Eso espero y deseo, que el palo nos enseñe las cosas en las que hemos fallado para que el año que viene terminemos con una sonrisa.
      Un afectuoso saludo, Manuel.

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