Al conocer mi gusto por la música cómico-sórdida, una amiga me recomendó que escuchara cualquier cosa de un grupo que acaba de desaparecer. El nombre ya me resultaba sugerente “Ortofálico chisme” y que, según ella, en sus directos actuaran en gayumbos y con caretas de cerdo lo hacía aún más interesantes.
Los componentes de tan singular banda almeriense-hispalense eran –según su página en Facebook- Sakamoto Montana (aka Tom Progreso), dedicado a la “eyaculación oral”. Mr. Gang Bang (aka Jimbo Jones), que hacía “mastilvación y automatismos”. Anopeto Carter (aka Dr. Python), a la sazón encargado de “síntesis de fluidos y automatismos”, Linsen Mcalajan (aka El Cerdo): “bajinador” y Megaton Bill (aka Billy Explosion) para la “discordinación anal” (ni pretendo ni quiero saber exactamente a qué se refiere cada uno de esos menesteres).
Como podéis imaginar, no pude resistirme a escuchar su más popular tema, llamado “Chica y cerdo”. Y me encantó, por estética y por sonido. La surrealista letra habla de la relación gastronómica-romántica entre una mujer y un gorrino. Y todo ello en un videoclip ambientado en el Oeste. Una mezcla de Molotov, Siniestro Total, Toreros Muertos y La Frontera.
Suena como una especie de punk rock satírico (freak music la llaman) muy fresco que les permitió sacar hasta tres discos –uno llamado Ortoland, otro homónimo, y el último una bilogía llamada Corruptilianos-. Su mayor éxito fue llevarse el Lagarto Rock de 2010.
Disfrutad de esta especie de delirio grotesco narrativo y transgresor que aturde y engancha a partes iguales. Viva el cerdismo ilustrado.