A ver, que el fútbol tiene un componente de suerte muy elevado no se discute. Que la casualidad y la causalidad son dos cosas muy diferentes, tampoco. Y no es casualidad que el Córdoba esté encajando muchos goles en el tramo final de los partidos. En consecuencia, si el problema existe –que existe- tiene que tener una solución. Yo la desconozco, aunque me contaron opciones perogrullescas para poder evitarlo (alejar la pelota del área propia con contundencia o sutileza, tener más cabeza y picardía, correr más…). En todo caso, lo que no cabe es la resignación a tener que tomar la pastilla si la cosa va apretada.
Confiemos en que no sea así y que el Córdoba –ojo: tampoco es casualidad sino causalidad que la temporada esté siendo magnífica en cuanto a resultados, marcha cuarto– no requiera de un empujón final ante el Lugo porque, si ocurre, tal vez los jugadores no tengan psicosis sobre el verde, pero en las gradas más de uno estará acojonado. Mal consejo las palabras de Oltra en sala de prensa.
En otro orden de cosas el 3-5-2, que funcionó en Bilbao si se mira desde el pragmatismo, puede volver a ser el esquema que plantee el técnico valenciano ante los lucenses. No se sabe si podrá jugar Xisco –más parece que no que sí-, así que en el once puede entrar De Tomás y en el banquillo es muy probable que Moha Traoré. La sola presencia de jóvenes del filial que tanto espectáculo están dando puede ser un aliciente más en este tramo de temporada ya de por sí ilusionante. Y pueden ser útiles. Muy útiles.
El Lugo ha cambiado de técnico, pero quiere jugar a algo parecido a lo que proponía Milla. Durán ha hecho a sus futbolistas más aguerridos y tal vez por eso minimizaran la semana pasada el ímpetu de Osasuna. Son peligrosos a domicilio –apenas han perdido tres partidos fuera de Lugo- y tienen dos jugadores especialmente peligrosos en ataque como Jonathan Pereira y Pablo Caballero. Uno bajito y habilidoso y el otro alto y poderoso.
Queda mucho por delante –si un segundo puede cambiar una historia en fútbol, imaginen 14 semanas de competición-, pero es preciso que el Córdoba adquiera una identidad definida y vaya a muerte con ella. Si Oltra apuesta por el 3-5-2, sea, pero teniendo en cuenta los mimbres que tiene para ella y, sobre todo, que sea capaz de ponerle las pilas a sus jugadores en ambas áreas. Especialmente durante los minutos finales de los choques. Que sí, que yo creo que en eso también se puede mejorar.