Mientras contaba el pasado sábado el Ponferradina-Córdoba me sorprendió –a mí y a mis compañeros en la narración- el aspecto de la cabeza del último fichaje de los bercianos. Iain Hume es un escocés de Edimburgo con pasaporte canadiense y que acaba de llegar de jugar en el Calcuta de la Liga India y en su cráneo se aprecia claramente una escandalosa cicatriz en forma de herradura que nace de su oreja izquierda. Durante el encuentro, mis compañeros se documentaron rápidamente y me contaron que fue debido a una lesión. Pero la historia es mucho más escalofriante.
En 2008 Hume jugaba para el Barnsley, de Segunda inglesa, que había pagado más de un millón de libras al Leicester por sus servicios. Estaba haciendo una buena temporada hasta que llegó el 8 de noviembre. Ese día fue alineado en un partido contra el Sheffield United que le cambió la vida. En el minuto 31 del choque, el canadiense se preparaba para pelear un envío en largo con el central y capitán del United Chris Morgan. Un lance más que, sin embargo, el defensa convirtió en una acción casi criminal. Morgan metió el codo con tantísima violencia que le partió el cráneo a Hume. Tal cual.

El cinco del Sheffield le hizo un gesto al árbitro, un tal Andy D’Urso, de protesta por la amarilla que le mostró. Hume, en el suelo y sin saberlo, se debatía entre la vida y la muerte. Esa noche el canadiense la pasó en su casa, pero tan graves fueron sus lesiones que al día siguiente tuvo que ser trasladado de urgencia a la UVI del hospital más cercano. Allí le abrieron la cabeza y se la graparon con piezas de titanio. En esos momentos la estética era lo de menos. La cicatriz resultante según los medios británicos era de 18 pulgadas (45 centímetros al cambio). La parte más afectada, justo donde llegó el codazo, fue su lóbulo temporal. Necesitó dos semanas de hospitalización y toda una temporada para volver a jugar. Durante ese proceso, Petr Cech –quien viviera una situación similar- aconsejó y ayudó a Hume para que su convalecencia fuera menos dura.
A pesar de los buenos deseos del Sheffield United, que se preocupó e interesó por Hume, al Barnsley y al jugador le indignó que la Football Association no sancionara ni a Chris Morgan ni al árbitro que no castigó con dureza la acción. Su reflexión fue que si a Cristiano Ronaldo le hubieran lesionado de tal modo estaban convencidos de que no hubiera habido tanta tibieza. El Basnley y Hume emprendieron acciones legales contra el Sheffield United y Morgan que se quedaron en nada.
Hume mantuvo el ánimo gracias al apoyo de otros profesionales como Steven Gerrard –que le regaló una camiseta a petición de su mujer Christine- y del famosísimo jugador de hockey Wayne Gretzky (como buen canadiense a Hume le apasiona ese deporte). Luego, empezó a correr días después de Navidad, pero no se volvió a vestir de corto hasta el 21 de julio de 2009, ante el Gainsborough. Casi marca. Y de cabeza.
Un año después el Burnsley recibía a Sheffield United de Morgan. Un periodista del Daily Mail le preguntó a Hume si le daría la mano al hombre que le cambió la vida: “No lo sé. Lo profesional sería hacerlo pero, si lo hiciera, sería el apretón más rápido de mi vida” (el partido terminó empate a dos. No consta si se saludaron). La cicatriz (“un pequeño bocado de tiburón”, como Hume la llama) la prefirió conservar: “no voy a pagar para una operación de cirugía estética por ella. Es parte de mi vida, el camino que he tomado”.