El temazo de la Nochevieja: Boys (Sabrina Salerno, 1987)

Nochevieja, fin de año, fin del mundo, comienzo de la nueva era y de las falsas promesas pankreofláticas de libros de autoayuda. Ligueros rojos y uvas verdes. Y copa de cava –no catalán si uno es facha y bastante cuñado, aunque sepa peor– para brindar con sortijas en su interior. Sensualidad y esoterismo como contraste a la estampa familiar de una semana antes.

En 1987 los ojos de toda una generación no estaban –estábamos– acostumbrados a que una teta se nos metiera en el ojo. Sobre todo una superlativa, mayestática, amarcodiana y jugosa como la de Doña Sabrina Salerno. Y eso pasó, aunque aún hay quien crea que lo haya soñado.

Sabrina 1987
El instante supremo. Sabrina dándolo todo en 1987

Sabrina nació en Génova un 15 de marzo de 1968 (por si le quieren enviar una felicitación). Cuando saltó a la fama tenía, pues, 19 lozanos años resaltados por ese look post-apocalíptico-punk de escotes vencidos, chaquetas que no abrigan y vaqueritos de lavadero pornográfico norteamericano. De tal guisa deslumbró primero en el Un, dos, tres de Chico Ibáñez y luego fue una de las elegidas para actuar en el especial del 31 de diciembre de 1987.

 

Sabrina desarrolló siete minutos de descocado contoneo con sus dos grandes éxitos –Boys y Hot girl- coronados con la demostración pública de sus glándulas mamarias (si se deciden a mirar el video de youtube anda por el 4:02, de nada). Sus pechos se hicieron patrimonio mundial merced a una mentira. La actuación había sido grabada meses antes y el realizador Hugo Stuven engañó al manager de la italiana contándole que las tomas pechugueras no aparecerían en el montaje final. Bendita inocencia.

Sendas canciones tienen una calidad musical discutible, pero no parece sencillo encontrar un solo sujeto varón de entre 33 y 40 años que no recuerde ese instante supremo de tetismo pangeático que nos dejó picuetos, cariacontecidos y con muchas preguntas pendientes.

sabrina ahora
Sabrina, en la actualidad. 46 años.

 

Han pasado muchos años y la canción –creo- ha envejecido tan bien como la cantante. Aún hoy puede alegrar el oído, sobre todo si actúa como magdalena proustiana o como magdalena a secas (si es que se mira la actuación).

La cantante luego se hizo actriz, productora y mil cosas más. Algo más tendría la señora aparte de un físico indiscutible. Por cierto, le buscaron una rivalidad con Samantha Fox –otra que tal botaba- que zanjó la Salerno de una manera contundente: “La única similitud entre Samantha y yo son los senos, yo sí canto”.

Lo escrito, que disfruten de este éxito bailongo. Un auténtico melocotonazo que espero les devuelva a felices Nocheviejas y que ésta lo sea. Tengan mesura. O mejor, no la tengan. Que sea lo que el 2016 quiera.

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