El Córdoba ganó. Ya con esa frase –primaria, elemental, básica en toda competición- bastaría para justificar la redacción de una crónica feliz. Lo hizo, además, a través de una voluntad, una fe, una persistencia y un amor propio que hacía mucho –una temporada mínimo- que no se sentía en El Arcángel.
Desde el principio deseó Oltra más que Garitano, aunque es cierto que sus propuestas de fútbol –antagónicas- se amoldaban a lo que previsto por ambos. Es decir: el Valladolid creó peligro –muy poco- a través de contragolpes mientras que el Córdoba lo hacía a través de que la pelota besara el verde o de un fútbol directo con criterio –con un Xisco haciendo una mediapunta inteligente que habilitaba a Nando y López Silva-.

Las ocasiones más claras del primer tiempo fueron para Andone y Luso. Más evidente la del maño, que marró un remate de cabeza tras un saque de falta de López Silva a un palmo de la meta de un muy acertado Kepa. También tuvo una Xisco después de una magnífica acción de Nando por la derecha. Su disparo se le fue muy desviado.
En la segunda parte, Oltra acertó de lleno con las sustituciones. Cambió todo para que no cambiara nada. Únicamente suplió a los dos interiores por otros dos recambios –de lujo para Segunda- más frescos. Pedro Ríos y Fidel reactivaron un ataque que comenzaba a dar síntomas de cansancio físico más que mental. Pero injusto sería señalar sólo a los de arriba como responsables del éxito. Luso y Markovic ejercieron de señores feudales en el coto del centro del campo. Rodas y Deivid se fajaron en defensa con solvencia… Así, Andone de rebote tuvo una ocasión, luego Hermoso le sacó un remate a un palmo de la portería de Kepa a Xisco y, por fin, en el 79 Fidel decidió que ya era hora de plasmar en el marcador la mayor ambición local. Tomó la pelota, sorteó a la timorata línea de contención pucelana y de certero chut con la zurda colocó la pelota lejos del portero del Valladolid. Un gol sensacional que fue celebrado como el decisivo de una final por grada, titulares y suplentes.
Los últimos diez minutos fueron los más esperanzadores. El Córdoba supo gestionar con inteligencia la ventaja, peleo con solidaridad cada pelota dividida, tuvo en un Andone sobrado de energía el primer defensor. Su pelea estuvo a punto de cerrar el partido en dos acciones en las que demostró su condición de delantero listísimo. Y, en líneas generales, Razak apenas sufrió las embestidas de un rival que ha de ser, por fuerza, candidato a pelear en la zona de ascenso.
Con todo lo bueno escrito aún queda un último apunte. ¿Son capaces de resaltar a un único jugador del Córdoba ante el Valladolid? Yo no. Es la mejor noticia. Terminó el choque y quienes jugaron y quienes no se fueron al centro del campo. Hicieron una piña mientras la grada les ovacionaba cerradamente. Definitivamente, esto no va a ser como el año pasado. Con eso, de momento, nos basta para sonreír. Y soñar.
JUGARON
POR EL CÓRDOBA C.F: Razak; Dalmau, Deivid, Rodas, Cisma; Luso, Markovic; Nando (Fidel, 74’), Xisco (Caballero 90’), López Silva (Pedro Ríos, 60’); Florin.
POR EL REAL VALLADOLID: Kepa; Chica, Marcelo Silva, Hermoso, Juanpe; Andre Leao, Timor, Juan Villar (Quintana, 60’), Óscar, Mojica (Rubio, 69’), Rodri (Guzmán, 50’).
ÁRBITRO: Areces Franco (asturiano) Amarillas a Héctor Rodas (50’), Cisma (59’), Andre Leao (24’), Óscar (32’), Hermoso (34’), Villar (40’) y Quintana (89’).
GOL: 1-0: Fidel (79’)
INCIDENCIAS: 13.510 espectadores en El Arcángel.