Una de historia: El extraordinario Guillén de Lampart

El Zorro, ese justiciero donjuán creado en el siglo XX por el guionista Johnston McKulley que marcaba a sus víctimas con su inicial sobre el pecho con su acero, existió. Tal vez no fuera tan diestro con la espada. Tampoco tenía aspecto precisamente latino. Quizá no fuera tan heroico cuanto idealista. Pero cuando lean la historia de Guillén de Lampart verán en sus actos el por qué este nombre pudo haber inspirado a McKulley para imaginarse las aventuras de El Zorro.

El retrato de Lampart por Rubens
El retrato de Lampart por Rubens

Guillén de Lampart nació en 1615 como William Lamport en Wexford, al sur de Irlanda. De familia ultracatólica y belicosa, creció escuchando las historias heroicas de su abuelo Patrick. Leyendas como la de Don Juan del Águila –nombre real de un militar español que participó en el frustrado intento de invasión a Inglaterra- combatiendo con una jaula en la grupa de su caballo.

Tras pasar por los jesuitas de Dublin, a William su familia le envía a Londres para completar su formación. Pero, cosas del destino, en el trayecto en barco un buscavidas le convence de que la cosa en Inglaterra está muy mal y que el futuro está en la piratería. Así que cuando atracan en Portsmouth deja sus principios a un lado y se embarca en un bergantín de los de tipos con parche y patas de palo. Así que durante meses Lamport se dedica a sembrar el terror hasta que pierde la fe en el mal en Coruña –según dicen, tras ver la Torre de Hércules-.

En Galicia cambia de nombre –a Guillén Lombardo- pero no de fe. De hecho, estudia en el Colegio de San Patricio mientras sigue peleándose por menudencias en nombre de su honor y de su Isla Esmeralda. Precisamente, para pelear por su tierra contra los ingleses se enrola en la Armada Española, donde destaca en batallas como la de Nördlingen y Fuenterrabía. Tan diestro es en el manejo de las armas y tan valeroso que se convierte en el espadachín principal del célebre Conde Duque de Olivares (ministro principal de Felipe IV). Su fama es tal que le retrata Rubens (el cuadro quedó registrado como “Retrato de un joven capitán”).

Estatua de Lampart en México, donde está reconocido como un prohombre por la Independencia del país
Estatua de Lampart en México, donde está reconocido como un prohombre por la Independencia del país

Pero la política le cambia la vida. Olivares cae en desgracia y a él le envían a México para poner orden en los asuntos del virreinato. Precisamente es el ex Virrey de quien sospecha Felipe IV y Guillén –que parece ser que manejaba bien no sólo la espada- lo primero que hace es ponerle los cuernos con su señora (debió complacer a muchas mujeres casadas en su vida, según su otra leyenda).

Además, cuando llega a ese nuevo mundo se da cuenta de que aquello no ha sido conquistado en buena lid. Así que en 1642 urde una estratagema para hacerse pasar por el hijo del propio rey Felipe III mediante la falsificación de documentos y así hacerse con el virreinato y liberar a todos los vasallos indígenas y negros.

Lo diferente y lo revolucionario siempre cae mal así que Lombardo se granjeó enemistades en las altas instancias mexicanas. La maldita Inquisición le acusa de conspirar contra la Iglesia y de hacer conjuros con indios y le encarcela durante siete largos años.

Su sed de venganza es enorme, así que proyecta un plan independentista pionero en América que intenta ejecutar al salir de presidio. Se echa al monte y durante nueve años trata de levantar a los herederos de los aztecas y a los esclavos negros contra el poder Imperial español. Escribe libelos contra la Inquisición y aprende brujería (ahora sí).

De poco le sirve, al final acaba siendo apresado y con 48 años muere quemado en la hoguera. Tan orgulloso (y habilidoso también) fue hasta el final que consiguió ahogarse antes que fenecer pasto de las llamas.

Su ejemplo sirvió de inspiración para otras primitivas revoluciones independentistas en América. Por cierto, lo de la Z de Zorro bien podría ser la Z de Ziza, que es una letra hebrea que simboliza el resplandor. El escritor mexicano el escritor mexicano Vicente Riva Palacio, escribió en 1824 una novela basada en la vida de Guillén Lombardo que tituló “Memorias de un impostor. Don Guillén de Lampart, rey de México”. En ella el indómito irlandés hablaba mucho de esa letra para contrarrestar los ataques de la Inquisición. Pero lo del Zorro, es indudable, es más comercial.

Fuentes:

http://elpais.com/diario/2005/11/27/eps/1133076411_850215.HTML

http://cultura.elpais.com/cultura/2013/04/06/actualidad/1365223810_103243.html

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