No está nada mal la pandilla de jiferos que se ha buscado el Córdoba para darse matarile. Uno sólo de los gemelos de la mayoría de los jugadores del Barcelona ha hecho más fútbol esta temporada –lo mismo se podría decir del Madrid o de casi cualquier equipo de la zona alta- que todos –y son muchos- los que han vestido de blanquiverde.
Muchos (de)méritos han acumulado en el seno de la entidad del Arenal hasta lograr devaluar este choque a la altura de lo absolutamente intrascendente. Ni el más loco apostaría hoy un céntimo a la victoria del último ante el primero. No ya por las diferencias en la clasificación, sino por la dinámica de uno y otro conjunto. Mientras que el club catalán llega clasificado para las semifinales de la Champions y goleando en pos de hacerse con la Liga (6-0 al Getafe); los de Romero se adentraron de lleno en el mundo del ridículo en su penúltimo bochorno ante el Levante.
¿Qué se puede pedir a estas alturas? Lo mismo que en las últimas semanas: algo de dignidad en la caída. Que al menos el barcelonismo sienta que enfrente tiene un rival. Que nos dure el cero cero algo más que en el Camp Nou (allí, apenas un minuto).
Seamos realistas. Lo más probable, independientemente de quien alinee Luis Enrique, es que se viva una goleada dolorosa en El Arcángel. Que el Córdoba abandone la división en la que casi nunca se sintió cómodo de una manera triste y entre aplausos. Pero los aplausos no serán de los suyos, a los que su Consejo de Administración ha decidido ‘premiar’ obligándoles a pagar por asistir al funeral. Los vítores serán de cordobeses blaugranas que se relamerán con el festín como lobos sedientos de sangre vecina. Será todo, en suma, un espectáculo tan triste como se lo quieran imaginar.
Toni Cruz 