Una película y su contexto histórico: La Galípoli de Russell Crowe

Tropas en formación durante la batalla de Galípoli
Tropas en formación durante la batalla de Galípoli

Se acaba de estrenar la película “El maestro del agua”, dirigida –es su opera prima- e interpretada por Russell Crowe. La cinta, inspirada en hechos reales, narra de forma brillante la lucha de un granjero australiano por descubrir el paradero de sus tres hijos, presuntamente fallecidos durante la Primera Guerra Mundial en la batalla de Galípoli. El mérito de Crowe es que relata una historia tan cruda sin señalar culpables. Durante la película se recalca en múltiples ocasiones que la guerra –cualquier guerra- no hace distingos.

El escenario sobre el que se mueve Crowe es una de las batallas más importantes

Mapa que explica el lugar exacto donde se desarrolló la batalla
Mapa que explica el lugar exacto donde se desarrolló la batalla

de la Gran Guerra. Un episodio que cumplió el pasado sábado cien años y que fue festejado en Turquía con cierta polémica.

El entonces Primer Lord del Almirantazgo Wiston Churchill, que asumió el fracaso final como el peor traspiés de su carrera militar, ideó en 1915 un plan para tomar el estrecho de los Dardanelos turco con un doble propósito: por un lado desviar las fuerzas de los Imperios centrales del frente occidental y por el otro buscar una vía de comunicación más directa con la Rusia zarista. El episodio final debía ser la captura de Estambul a través del Mar de Mármara y, en consecuencia, sacar a Turquía, aliada de Alemania, de la Guerra.

Sobre el papel, los turcos –un gigante con pies de barro- no debían suponer un rival muy exigente. Australia y Nueva Zelanda, coaligadas por su pertenencia a la Commonwealth al Imperio Británico, enviaron por primera vez un contingente de fuerzas común, el llamado ANZAC (Australian and New Zealand Army Corps).

Mustafá Kemal, Atatürk, junto a otros oficiales durante la batalla
Mustafá Kemal, Atatürk, junto a otros oficiales durante la batalla

Pero encontraron una defensa heroica de los otomanos. «¡No os ordeno luchar, os ordeno morir!».  Esa arenga fue pronunciada por un joven oficial llamado Mustafa Kemal –luego conocido como Atatürk, padre de la patria turca- mientras resistían las primeras acometidas de los aliados. Ellos luchaban, así lo veían, para defender su patria de una invasión extranjera.

Una vez que los frentes se estabilizaron, la batalla se trasladó a las trincheras. Como las municiones se agotaban, la muerte llegaba a través del acero de las bayonetas. O de cualquier enfermedad común (especialmente la disentería), toda vez que durante los casi once meses de lucha en Galípoli nunca contaron con apoyo sanitario. También hubo algún que otro francotirador campando a sus anchas, como el extraño caso del medio chino encubierto Billy Sing.

La inexperiencia en combate de los australianos junto con la ferocidad de los locales y las temibles minas fueron igualando las fuerzas. Así, a finales de 1915 comenzó la evacuación de los asaltantes en condiciones muy precarias. La coalición británica tuvo casi un cuarto de millón de bajas. Los franceses tuvieron casi 50.000 bajas, con cinco mil muertos. Para los turcos, la campaña tuvo también un enorme coste: 250.000 bajas, con más de 60.000 muertos.

Pero si un país sintió y siente como suya la derrota de Galípoli, ése es Australia. Para ellos –y para los neozelandeses- esa derrota –más de ocho mil ANZACS perecieron- terminó de forjar su nacimiento como Estado independiente.

Ese espíritu es el que, con mucha sensibilidad y genio cinematográfico, recoge Rusell Crowe en “El maestro del agua”. Una gran película que merece la pena ser vista.

Cartel original de la película -en inglés-; "El maestro del agua"
Cartel original de la película -en inglés-; «El maestro del agua»

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