Nuestras vidas son los ríos que van a llevar al mar, que es el descenso. Si Jorge Manrique hubiera vivido en la era del balón, tal vez le hubiera dedicado una copla al lento tránsito del Córdoba hacia Segunda. Un camino que se está haciendo eterno y cruel. Semana a semana, con pequeñísimos matices, se comprueba que no hay acicate –ni siquiera el posible castigo administrativo a terceros equipos- que sirva de impulso para que los blanquiverdes sumen.
Ya son quince semanas sin ganar. Tres sin marcar. Dieciséis sin anotar más de un gol en un partido. Datos desalentadores que colocan a esta plantilla ante la deshonrosa oportunidad de ser la peor de todos los tiempos durante una vuelta del campeonato (el Sporting sumó tres puntos en la primera ronda del 97).
Así que este envite ante el Levante es tan desagradable como cualquier gentil pueda imaginarse. Si acaso, se ha endulzado un poco con la noticia del fichaje de José Ángel Crespo. Uno de los pocos profesionales de esta infausta 2014-2015 que ha hecho honor a su condición. Ése es el camino. A los malos, maleta y puerta. A los buenos, los comprometidos, hogar y manta. Hoy no estará Pantic –que es de los primeros- ni el sancionado Andone –de los segundos-. Así que su hueco lo ocuparán probablemente Íñigo López y Ghilas.
Enfrente, un Levante que desde que llegara Lucas Alcaraz se ha convertido en un bloque fuerte, sólido y muy difícil de superar. Es decir, un equipo de Lucas Alcaraz. Con esos ingredientes parece difícil que baje. Únicamente con compromiso y concentración casi cualquier equipo podría salvarse en una temporada de un nivel tan bajo como este. No podrán jugar en el Ciutat de Valencia ni Toño García –sancionado- ni Pape Diop –lesionado-.
Si pierden, si perdemos… es muy probable que mañana sea el último día del Córdoba como equipo de Primera. En puridad y tristemente, casi nunca ha demostrado estar en esa categoría.
Toni Cruz 