Existen pocas canciones que se identifiquen tanto con la búsqueda de la libertad individual como este exitoso single de los ochenta de Alaska y Dinarama.
En una ciudad tan rancia y llena de habitantes chismosos y superados por sus miedos y complejos como es Córdoba, cuando en algún garito suena el “¿A quién le importa?” pueda dar la impresión de Padrenuestro en Sinagoga o Sura en Catedral. Como de prédica en el desierto.
Alaska y Dinarama -heredera de Alaska y los Pegamoides y de Kaka de Luxe- lo formaban Alaska, Carlos Berlanga y Nacho Canut. Compuso entre el 82 y el 89 y llegaron a vender más de cinco millones de discos.
En el 86 forjaron el disco “No es pecado”, en el que sobresale este “¿A quién le importa” dentro de un contexto algo más funky que disco en general. Paradójicamente, para el crítico Raúl Alonso en la web La Fonoteca el tema, “a pesar de haber sido un éxito en ventas y haberse convertido en el himno gay por excelencia, es demasiado Dinarama para lo que en este disco se pretendía. Y esto es una losa que acaba por lastrar todo el trabajo, porque las nuevas intenciones siguen ya no solo impregnadas de las anteriores, sino eclipsadas”.
Sea como fuere, la canción se convierte en un himno a la velocidad del rayo y además el videoclip, grabado en el mismo escenario en el que Alaska maravillaba a niños y mayores con “La bola de cristal” en TVE, contribuyó a recalcar la imagen de rebeldía y de intransigencia ante la intransigencia –valga el oxímoron-.
Ya saben, si alguien se mete en su vida, les intenta fastidiar, susurra a sus espaldas… que le importe un bledo. Su vida es suya. Y de nadie más.
Ya saben, si alguien se mete en su vida, les intenta fastidiar, susurra a sus espaldas… que le importe un bledo. Su vida es suya. Y de nadie más.
Toni Cruz 