Pongan en su balanza lo bueno y lo malo; los haberes y los deberes; sus virtudes y sus vicios. Tal vez haya algo metafísico en todo esto. Tal vez todo sea mucho más sencillo.
Estamos acostumbrándonos a mentar lo extraordinario cuando apenas es en nuestro caso parte de nuestra cotidiano. El Córdoba volvió a no ganar. O, lo que es lo mismo, a hundirse un poco más –si cabe- en la fosa que se empeñó en escarbar hace unos meses.
No hubo excesos de inicio en Riazor. No hubo alardes. La puesta en escena fue la propia de dos equipos malos de Primera. Errores repartidos. Más en el caso del Córdoba, lo que permitió al rival –a Cuenca, concretamente- generar una inquietud ficticia en los cinco primeros minutos. El Deportivo se fue extinguiendo conforme Krhin fue sintiéndose más cómodo. La ambiciosa puesta en escena de Romero permitía que por ambas bandas (especialmente por la izquierda, por donde naufragaba Juanfran) el Córdoba llegara con cierta soltura. En un mediocre primer acto se llegaron a anular con acierto sendos goles en ambas porterías (fueras de juego de Toché y Andone).
La esperanza blanquiverde pasaba por la escasa capacidad exhibida por el rival y por el imperio del hambre que debe siempre agobiar a quien se encuentra deportivamente moribundo. Y así, tras salir del vestuario el panorama cambió del todo. El equipo de Romero llegaba por mediación de Bebé –¡ay si este futbolista fuera preciso al disparar!– y Fede Cartabia.
En el 54 Edimar –bien todo el encuentro- envío un centro al área que era bueno, pero que lo mejoró a base de lucha, entrega y furia, el más resolutivo de los jugadores de ataque del Córdoba, Florin Andone. Su celebración entusiasta no podía presagiar lo que sucedería después.
Menos aún tras la nula reacción coruñesa, incrementada con la justa expulsión de Luisinho por su entrada a Cartabia.
El Deportivo era un pelele. Nervioso. Impreciso. La naturalidad con la que el Córdoba acechaba el área de Fabricio presagiaba el segundo. Lo tuvo Bebé, lo tuvo Heldon Ramos (el nueve menos nueve de la historia reciente del club)… pero llegó el fatum maldito para ajustarnos las cuentas. Era el 88 y el Deportivo sacó de esquina desde la izquierda. No parecía tener ni fuerza el lanzamiento. No hubo despeje ni remate en el primer palo y Andone, generoso en el esfuerzo para defender, no tuvo los reflejos necesarios para apartarse. O eso o que, simplemente, era el señalado esta vez. Como lo fue Fede Vico ante el Getafe. Por dos veces el jugador que mejor lo había hecho en un encuentro del Córdoba mataba a su equipo sin querer.
Incluso fue más traumático. Krhin tuvo instantes después una postrera oportunidad de cambiar la suerte. Pero nada ni nadie parece capaz de dar una alegría al cordobesismo que más se había querido ilusionar. El del retorno a Primera.
Ni siquiera exponiendo lo exageradamente clementes que fuimos con el rival se explica un final tan cruel.
¿Qué delito cometimos contra vosotros naciendo?, que decía Calderón. ¿Cuánto de malo le hemos hecho al fútbol para tanto castigo? Soy incapaz de responder.
JUGARON
POR EL DEPORTIVO: Fabricio; Juanfran, Sidnei, Lopo, Luisinho; Bergantiños, Borges (Medunjanin, 62’); José Rodríguez (Oriol Riera, 55’), Fariña (Hélder Costa, 62’), Isaac Cuenca; Toché
POR EL CÓRDOBA: Juan Carlos; Gunino, Pantic, Crespo, Edimar; Khrin; Bebé, Fede Cartabia (Fidel, 80’), Borja; Heldon (Fausto Rossi, 75’), Florin
ÁRBITRO: Prieto Iglesias (Navarro). Expulsó a Luisinho por doble amarilla y amonestó Borges, Juanfran y Medunjanin y a los cordobesistas Krhin y Fede Cartabia.
GOLES: 0-1: Florin Andone, 54’ ; 1-1: Florin Andone (p.p), 88’
INCIDENCIAS: Riazor 22 000 espectadores.
Aquí podéis escuchar el gol de Florin Andone narrado en COPE Córdoba