Aquí tenéis mi columna publicada el 23 de marzo en ABC Córdoba sobre el partido disputado en Anoeta entre la Real Sociedad y el Córdoba C.F. de la jornada 28 de Liga Adelante.
De los gritos sordos
Son las 21:15. Es domingo. Ahora mismo muchos, en Córdoba y en San Sebastián, estarán gritando, pero nadie les puede escuchar. La cera en los oídos del fútbol español –el madridbarcelonismo- es gruesa. Casi nadie sabe qué ha pasado durante un Real Sociedad-Córdoba que por minutos no coincide con el partido por excelencia. Ni interesa saberlo. Son estos los gritos sordos, los de la minoría -¿minoría?- silenciosa que demanda un mejor trato a quienes se salen de la asfixiante dicotomía imperante.
Tal vez en ese factor, en la falta de cultura y de respeto al fútbol que hay en España impulsada por medios y dirigentes, se escudara ayer Velasco Carballo para pitar.
El Córdoba apeló a la heroica contra la Real Sociedad, contra Velasco o contra su destino manifiesto. Mejoró algunos conceptos con Romero: el arrojo, la intensidad, la solidaridad y las acciones a balón parado. Fue insuficiente, aunque nada más que su esfuerzo (primera expulsión, la de Pantic, en el minuto seis) debería haberle rentado un punto. Marcó de cabeza Florin, que cada vez se parece más a Van Basten y que debería ser pieza incuestionable de un hipotético proyecto de retorno el año que viene.
Pero el máximo anotador del partido fue Velasco, que metió tres tarjetas rojas en su saca (y en la del colista) que le consolidarán en la internacionalidad. Una actuación meritoria y valiente que fue minando a cuentagotas la ya de por sí castigada moral de los cordobesistas.
Así que lo de ayer demuestra que en el fútbol cuando algo está escrito por una mano invisible –o visible, tanto da- toda pasión es inútil. ¿Estaremos pagando peajes pretéritos? Velasco Carballo puede ser un buen sicario para estos menesteres. Ya le echó una mano a Brasil en su Mundial ante Colombia. De todos modos, hasta para mangonear se puede tener guante blanco. Quejarse no es de listos ni de tontos, sólo de vivos porque… ¿era precisa tanta crueldad con un muerto?